número y calidad para sentar las bases de la nueva Casa. Coínta

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número y calidad para sentar las bases de la nueva Casa. Coínta
fue una de las jóvenes profesas destinadas para esta empresa.
Es fácil comprobar a lo largo de esta fundamental etapa de
la vida de Coínta cómo Dios va acompañando, sin forzar, el
proceso de crecimiento de la persona y cómo su acción va
haciendo que afloren naturalmente en ella todas sus posibilidades humanas.
Aparentemente nada llama la atención: era normal en
aquel ambiente familiar y geográfico, en aquella época en que
todavía la religiosidad era uno de los valores comunes, que
una joven naciera y creciera así como hemos visto a Coínta.
Pero si tomamos nuestra clave de lectura, quizás iremos
viendo algo más hondo: Dios está presente en esa vida, ella lo
siente y esto hace que sus cualidades humanas se potencien
con un matiz distinto; su capacidad de relación le posibilita
ganar amigos y amigas sin hacerse el centro; a través de esas
amistades manifiesta su capacidad de donación y de transmitir
a otros sus experiencias más profundas; por su carácter firme y
su tenacidad, es capaz de doblegarse para obedecer y dejarse
moldear por quienes la quieren formar para hacerla mejor; su
gusto por el canto y la música se ponen al servicio.
Pero no es sólo el ambiente lo que influye; hay algo más
fundamental: Coínta ha descubierto el valor de la oración y
ahí, nos dice la historia, fue aprendiendo a conocer a Jesús, su
corazón, su amor; descubrió que Él la amaba y la animaba a
invitar a otros a esa misma experiencia: « el Apostolado de la
Oración », algo que hoy nos suena quizás obsoleto, pero que,
en su esencia no ha pasado; sigue siendo necesidad sentida
en nuestro mundo inquieto en busca de espacios para el silencio y de experiencias que centren el corazón.
A lo largo de su vida la oración seguirá siendo para ella,
no sólo escuela donde escucha y se deja formar por Jesús,
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ASÍ NOS TRABAJA DIOS
Rastreando la acción de Dios
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