El comportamiento de los profesores eficaces Medley (1979) en una revisión de casi tres centenares de estudios sobre eficacia docente, reunió en torno a cinco temas nucleares los comportamientos de los profesores que despertaron el mayor interés de los investigadores. Los cinco temas son los siguientes: a) El estudio de rasgos o características personales que definen al buen profesor. b) La identificación de los métodos de trabajo con mayor influencia en el rendimiento de los alumnos (los llamados estilos de enseñanza). c)El control de la disciplina y el clima en el aula. d) El profesor como dominador de competencias (actitudes, habilidades y conocimientos). e) El profesor y la toma de decisiones. Como se demostró, más tarde, otras variables contextuales como, por ejemplo, las relativas a la clase social y al nivel de escolarización de los alumnos, también tienen un efecto en el comportamiento diferencial que demuestran los profesores con sus alumnos (Brophy y Good, 1986). Así pues, si exceptuamos los estudios interesados por determinar los perfiles de rasgos personales que caracterizan a los buenos profesores (modelo presagio – producto), el resto de los trabajos recopila comportamientos que relacionan la eficacia docente: a) Con el mantenimiento de un clima ordenado y de apoyo a las actividades del aprendizaje. b) Con el control del tiempo empleado por los alumnos en las tareas académicas, se dedica más tiempo al trabajo con toda la clase que al trabajo en pequeños grupos. c)Con actividades del profesor directamente relacionadas con la instrucción, como por ejemplo, el bajo nivel de discusión con los alumnos, la dirección casi total de cuanto ocurre en el aula por parte del profesor, y el tiempo dedicado a la supervisión del trabajo individual de los alumnos. Entre los aspectos, resumidos por Medley, hay dos que los autores destacan particularmente como constitutivos del constructo eficacia docente (Doyle, 1986). Ambos aspectos se consideran estrechamente relacionados entre sí. Los profesores eficaces serían aquellos que combinan en su comportamiento estos dos conjuntos de estrategias: • Por un lado, las estrategias instructivas que tienen como finalidad directa la enseñanza (classroom instructional strategies) • Y por otro, las estrategias referidas a la dirección y control del aula (classroom management strategies). Brophy y Good (1986) en un trabajo de revisión posterior, ofrecen una clasificación de los comportamientos específicos que caracterizan al profesor eficaz. Los comportamientos aparecen agrupados en diversas categorías relacionadas con: • La planificación de la instrucción (esfuerzo y reflexión implicada en la distribución del tiempo y de los contenidos). • El nivel de agrupamiento de los alumnos y el tipo de instrucción (en general, predomina la enseñanza en gran grupo, a toda la clase, asociada con un alto nivel de supervisión del trabajo individual. • La presentación de las actividades de aprendizaje (formas de presentar, estructurar y secuenciar los contenidos; entusiasmo, ritmo de trabajo y nivel de organización de la práctica independiente de los alumnos). • El uso y las formas de evaluación (control de las oportunidades de aprender, formas de preguntar, tipos de preguntas, evaluación formal e informal. • Los modos de reforzar las respuestas de los alumnos (atención a las respuestas, uso del refuerzo, administración de retroalimentación o feedback). • La organización del trabajo personal del alumno en el aula y fuera de ella (programación del trabajo personal de los alumnos en la clase y de los deberes en casa, el control de los deberes, el entrenamiento en técnicas de trabajo personal). Brophy y Good llegaron a la conclusión de que los comportamientos agrupados en las categorías mencionadas son eficaces en función de una serie de variables propias del contexto específico en el que se producen. Observaron la existencia de grandes diferencias individuales en el comportamiento de los profesores en función del nivel escolar (según se tratara de enseñanza primaria o secundaria); de la clase social de procedencia de los alumnos (etnia, clase social); y del grado de autonomía y desarrollo personal de los estudiantes. Los resultados de estos trabajos de revisión sobre eficacia de la enseñanza arrojan luz sobre múltiples aspectos de las conductas que operan en las aulas. Han constituido una importante fuente de información para diseñar programas de formación inicial y permanente del profesorado. Los programas indican que los comportamientos docentes eficaces se pueden aprender, entrenar y aplicar, y pueden producir un mejor rendimiento y una mayor dedicación de los alumnos a las tareas de aprendizaje escolar. Rosenshine y Stevens (1986) recogen las funciones docentes más comunes presentes en los programas de entrenamiento de profesores, resultantes de este tipo de estudios. Los investigadores ponen de manifiesto que los profesores eficaces cuando enseñan disciplinas bien estructuradas: - Comienzan las lecciones con una breve revisión de lo aprendido anteriormente. - Introducen cada lección con una sucinta exposición de los objetivos. - Presentan muy lentamente los materiales nuevos, dejando que los alumnos practiquen después de cada etapa. - Dan instrucciones y explicaciones claras y detalladas. - Proporcionan un elevado nivel de práctica activa a todos los alumnos. - Formulan muchas preguntas, verifican repetidamente la comprensión de los alumnos y obtienen respuestas de todos los estudiantes. - Guían a los alumnos durante la práctica inicial. - Corrigen y proporcionan refuerzo (retroalimentación) sistemática. - Dan instrucciones y asignan prácticas explícitas para el trabajo escrito en clase; y cuando es necesario supervisan a los estudiantes durante la realización de su trabajo. Queda fuera de toda duda el papel central que juegan los profesores en las aulas, pero no hasta el extremo a que lo ha elevado la investigación desde el paradigma proceso-producto.