CORR RIENTES S FOLOS SÓFICAS S DE LA L LIBERTA AD. “Un nidad 4 4” Corrientes Filosóficas de la libertad: Determinismo, Indeterminismo y Fatalismo Determinismo e Indeterminismo (Del latín «determinare» determinar). Concepciones filosóficas contradictorias relativas al lugar que ocupa y al papel que desempeña la causalidad. Se da el nombre de determinismo a la teoría en que se afirma que existe, a manera de condición una causa universal de todos los fenómenos. El determinismo consecuente sostiene que la causalidad posee un carácter objetivo, y esto lo distingue de las concepciones seudodeterministas, que reconocen de palabra el carácter universal de la causalidad, pero que en realidad la limitan negando su carácter objetivo (Kant). El indeterminismo, en cambio, niega el carácter universal de la causalidad (en su forma extrema, niega la causalidad en general). Las ideas deterministas aparecen ya en la filosofía clásica griega, alcanzando su expresión más brillante en el atomismo. El determinismo alcanza un ulterior desarrollo y una fundamentación más amplia en la ciencia natural y en la filosofía materialista de la Epoca Moderna. (Bacon, Galileo, Descartes, Newton, Lomonósov, Laplace, Spinoza y materialistas franceses del siglo XVIII). En consonancia con el nivel en que se encontraba la ciencia natural, el determinismo de dicho período posee un carácter mecanicista y abstracto. De ahí que se asigne un valor absoluto a la forma de la causalidad; ésta se describe según las leyes rigurosamente dinámicas de la mecánica, lo cual conduce a identificar la causalidad con la necesidad y a negar el carácter objetivo de la casualidad. Quien formula con mayor relieve este punto de vista es Pierre Simon de Laplace (de ahí que el determinismo mecánico se conozca también con el nombre de determinismo de Laplace). Según él, los valores de las coordenadas y de los impulsos de todas las partículas del universo, en un momento dado del tiempo, determinan su estado de manera absolutamente igual al de cualquier otro momento pasado o futuro. La lucha entre el determinismo y el indeterminismo, siempre viva, se ha agudizado sensiblemente en la actualidad tanto en la ciencia natural como ante todo en lo tocante al estudio de los fenómenos sociales. Fatalismo (Del latín «fatális»: funesto). Concepción filosófica según la cual en el mundo y en la vida humana todo se halla sujeto a la predeterminación del hado, del destino. Ya en la mitología antigua se encontraba difundida la idea de que los hados imperan sobre los hombres e incluso sobre los dioses. En la historia de la filosofía, la concepción del fatalismo recibió distintas interpretaciones en dependencia de cómo se resolvía el problema del libre albedrío. En la teoría de la predeterminación el hombre era concebido como un abúlico juguete de Dios o de la naturaleza, creado en cierta ocasión e incapaz de modificar el curso preestablecido de los acontecimientos. A esta variedad de fatalismo, que niega por completo el libre albedrío, se contrapone otra posición extrema: el voluntarismo. El fatalismo religioso (Islamismo, Agustín, Lutero, Calvino y otros) admitía con ciertas salvedades el libre albedrío del hombre, mas nunca pudo reconciliar la «buena» voluntad de Dios con la «mala» voluntad humana. El fatalismo alcanza su expresión acabada en las teorías filosóficas que preconizan la repetición absoluta de todos los acontecimientos en cada ciclo del devenir del cosmos («eterno retorno» de los pitagóricos, Nietzsche y otros). Esta concepción concibe la casualidad y la libertad del hombre como instrumento y premisa del destino, con lo cual reconoce que el hombre es el creador de su vida. Por ejemplo, en la filosofía de Nietzsche, fatalista hasta la médula y, al mismo tiempo, voluntarista, del «amor al destino» se desprendía la «voluntad de poder». Históricamente, el fatalismo ha desempeñado un papel reaccionario. Por una parte, el considerar el destino como un «plan» de la vida del hombre establecido desde arriba incitaba a la pasividad, a subordinarse servilmente a las circunstancias. Por otra parte, la seguridad en la omnipotencia suprema que de la conducía voluntad a los «elegidos del destino» a la victoria inevitable y al dominio favorecía el fanatismo religioso. REFERENCIAS http://www.filosofia.org/enc/ros/fat.htm http://www.filosofia.org/enc/ros/det.htm