17 – Historia de la Iglesia SAN PATRICIO EN IRLANDA El papa Celestino I, bajo cuyo pontificado se ha celebrado el concilio de Efeso, envía a san Patricio para que evangelice Irlanda. Cuando era joven, Patricio fue hecho prisionero de los irlandeses. Por eso conoce bien sus costumbres y puede medirse con energía y elocuencia a los sacerdotes paganos de los celtas de Irlanda, los druidas. Durante 30 años trabaja en la «Isla de Esmeralda», consiguiendo resultados tan maravillosos, que nunca más vacilará la fe de Cristo en la nación irlandesa. S. ISIDORO DE SEVILLA En pleno apogeo de la España visigótica surgen hombres eminentes, que contribuyen al progreso creciente del monacato. Uno de ellos es san Leandro de Sevilla, que tuvo una parte importante en el tercer concilio de Toledo. Pero más importante es su hermano Isidoro, que le sucede en la dirección espiritual del reino cristiano visigodo. Simboliza el apogeo literario y religioso de la España visigoda. Sus obras han alcanzado una gloria imperecedera. Se le considera como el último padre de la Iglesia en occidente. En el año 432 sube al trono pontificio Sixto III. Para celebrar el triunfo de la Iglesia frente a las herejías de Pelagio y Nestorio construye imponentes obras de arte. Una de ellas es la reconstrucción de la basílica de Liberio, que desde entonces se llamará Santa María la Mayor. Sus mosaicos son maravillosos, y de entre ellos destaca la presentación del Niño Jesús en el templo. El colorido de estos mosaicos es muy sugestivo. Los artistas ignoran todavía cómo se han podido lograr tales obras de arte. Por ese tiempo ocupa el trono de occidente un emperador débil y vicioso: Valentiniano III. En su lugar trabaja el comandante Ezio, que, aunque consigue mantener a raya a los burgundos, no puede impedir que la mitad del imperio caiga en manos de los bárbaros. Cuando el inepto emperador sea asesinado, comenzará la agonía del imperio romano de occidente. El poder efectivo pasará a las manos de los jefes de las tropas mercenarias germanas. La confusa situación política continúa. SAN HERMENEGILDO Tras haber echado a los vándalos, los visigodos se establecen en la península Ibérica. Con ellos se introduce la herejía arriana. Más tarde, el rey Leovigildo intenta la unidad política y religiosa, originando de este modo una lucha entre arrianismo y catolicismo. Una de las primeras víctimas es su propio hijo Hermenegildo. Lo hizo prisionero en Córdoba y pasó por las cárceles de Valencia y Tarragona. Habiéndole incitado a pasarse al arrianismo, se negó rotundamente. Murió decapitado en la misma cárcel, mártir de la fe. La Galia occidental está en poder de los francos. En España los visigodos son los amos y África está en manos de los vándalos. Pero el mayor peligro está a punto de llegar desde el norte. En la historia de la Iglesia se perfilan dos colosales figuras: el más cruel de los adversarios y un santo de corazón intrépido, suscitado por la providencia para la salvación de la Iglesia y de la civilización romana. Entramos en uno de los períodos más atormentados de la historia. 74 75 SAN LEÓN MAGNO En el año 440 el clero romano elige pontífice a León I. Inmediatamente se lanza a una valerosa lucha contra los maniqueos. El Papa habla públicamente a los fieles: «Con paternal aflicción os invito, queridos hijos, para que vigiléis... ¡Las obras buenas y la oración os ayudarán a resistir a las tentaciones!» Los cristianos, enfervorizados, encuentran de este modo la fuerza para enfrentarse a toda clase de herejías. El gran sueño de León es el de ver que toda la Iglesia viva en paz. Tras las primeras luchas y resistencias por parte de los obispos que defienden la ortodoxia, se decide convocar un sínodo en la ciudad de Efeso. El obispo Flaviano. que se opone a Eutiques, sufre un ataque de los monofisitas, que lo hieren. Con riesgo de su propia vida, el diácono Hilario, uno de los legados papales, consigue llegar a Roma con noticias precisas sobre el estado de las cosas. El papa León acusa al emperador Teodosio de proteger a los herejes. El mismo emperador de occidente, siguiendo el ejemplo del gran pontífice, empieza a combatir a los maniqueos. En efecto, Valentiniano III detiene a los más facinerosos y ordena que sean quemados sus libros. Por el imperio surgen grandes hogueras en las que arden los peligrosos textos heréticos. Pero la lucha que la Iglesia ha empezado no conoce treguas. Cuando desaparece la herejía maniquea en occidente, aparece otra en oriente. La predica un tal Eutiques, hombre piadoso, pero no suficientemente preparado en la doctrina. EL CONCILIO DE CALCEDONIA El emperador responde al Papa: «¡No es verdad! Mi imperio está en paz...» Pero de nada le sirve mentir. En efecto, poco después muere improvisamente al caer de su caballo. Mientras tanto el concilio de Calcedonia (451) —en el que toma parte Marciano, el nuevo emperador de Bizancio, fiel al Papa—, condena la herejía de Eutiques. El Concilio se cierra con unánimes expresiones de gozo, Y se prohíbe toda clase de discusiones sobre verdades de la fe. Eutiques sostiene que Jesús poseía solamente una naturaleza: la divina, y por lo tanto no era verdadero hombre. La herejía se denomina «monofisismo», palabra que en griego significa «una sola naturaleza». La predicación de Eutiques, que cuenta con la protección del emperador de oriente Teodosio II, provoca luchas furibundas. Por lo demás el anciano hereje es superior de un convento que reúne entre sus muros unos trescientos monjes, siempre dispuestos a aceptar sus órdenes, aunque haya que combatir para defender una herejía. De este modo, el papa León Magno ha alejado con energía un grave peligro de la Iglesia. Pero el oriente sigue en ebullición... Para evitar que surjan nuevos herejes, el Papa ordena que todos los problemas de carácter eclesiástico sean sometidos a la autoridad del obispo Juan de Cos, que será su representante, y le advertirá inmediatamente. Es la primera forma del cargo conocido con el nombre de «nuncio apostólico», mediante el cual el Papa gobierna la Iglesia en todo el mundo. 76 77