FUNDAMENTOS BIOLÓGICOS DEL APRENDIZAJE Y LA MEMORIA EVOLUCIÓN DEL APRENDIZAJE Tropismos y taxias. Los seres vivos responden a su medio mediante pautas de comportamiento que tienen un origen genético. En su forma más simple, estas pautas no sufren alteraciones con la experiencia y por consiguiente no pueden ser consideradas como formas de aprendizaje. Así, todos los seres vivos, incluso los más sencillos (bacterias, protozoos...) poseen mecanismos de reconocimiento de ciertos estímulos ambientales y respuestas automáticas de aproximación o alejamiento de aquéllos. Estos mecanismos reciben el nombre de tropismos (movimiento de orientación de un organismo sésil como respuesta a un estímulo) o taxias (movimiento que presentan los organismos que pueden trasladarse libremente, cuando, debido a un estímulo externo, se orientan según una dirección). En función del estímulo se habla de foto- (luz), geo- (tierra), hidro- (agua), quimio- (sustancia química), termo- (calor) taxia o tropismo. La respuesta puede ser de alejamiento (negativa) o de aproximación (positiva). Por ejemplo, las plantas presentan geotropismo positivo en la raíz y geotropismo negativo en las partes aéreas, mientras que el fototropismo es inverso. Las conductas innatas. Los elementos más radicales del conductismo (J.B. Watson, B.F.Skinner), opinaban que todo comportamiento animal o humano era aprendido, es decir, resultado de la experiencia. Sin embargo, los elementos radicales de la escuela etológica (K.Lorenz, N.Tinbergen, K.v.Frisch) sostenían que la conducta animal es innata (instintiva). Naturalmente, ambas posturas son extremas, en el sentido de que no toda conducta animal es innata ni toda conducta es aprendida. Una conducta se considera instintiva cuando (1) se ejecuta sin que exista aprendizaje (no depende de la experiencia), (2) es estereotipada (invariable), (3) se comparte por todos los miembros de la especie, (4) se desencadena ante ciertos estímulos, (5) se continúa hasta que se consuma, y (6) sirve para la supervivencia del individuo. Es evidente que pocas conductas pueden definirse en su totalidad como instintivas, dado que aunque posean una base genética son modulables por la experiencia. La etología es una disciplina desarrollada fundamente en Europa que se ocupa del estudio del comportamiento animal. Desde la etología se han definido cuatro mecanismos básicos de programación genética con relación a la conducta. Estos mecanismos se denominan: estímulos desencadenantes, pautas fijas de acción, impulsos y aprendizaje preprogramado. Los estímulos desencadenantes (releasers) son señales que permiten que los animales reconozcan objetos o seres vivos ante una primera observación, sin que exista un aprendizaje previo. Los estímulos pueden ser visuales, auditivos, olorosos, etc. Ejemplos son las señales de identificación de los padres, del macho/hembra, de especies peligrosas, de la jerarquía, etc. Las pautas fijas de acción (o patrones fijos de conducta) son formas complejas de conducta de base genética. Por ejemplo, las danzas nupciales de numerosas especies de aves o peces. En seres humanos, existen pautas fijas de acción (andar, montar en bicicleta, conducir un automóvil...) que resultan del automatismo de un comportamiento aprendido y no genético. Los impulsos o motivaciones hacen referencia a comportamientos que podríamos denominar “saber cuándo” o “saber cómo”. Son formas de comportamiento que se activan/inactivan en momentos precisos. Ejemplos: adecuación de las migraciones de aves, reconocimiento de periodos de celo, etc. El aprendizaje preprogramado (troquelado o impronta) es una forma de aprendizaje programado genéticamente que se desarrolla en fases tempranas del desarrollo animal en función de ciertos estímulos. Es fundamental en ciertos organismos para el reconocimiento de los progenitores o de individuos de su propia especie. En función de este aprendizaje inicial se desarrollarán formas futuras de comportamiento, incluyendo el reconocimiento de la pareja. Por ejemplo, en los patos la fase de impronta apenas dura 36 horas desde el nacimiento. En esta fase, el patito reconoce a su progenitor, lo sigue, etc. Si se sustituye el progenitor natural por un objeto, o incluso por una persona, el patito identificará al sustituto como su progenitor y miembro de su especie. Las características que definen la impronta como forma particular de aprendizaje son: (1) se desarrolla en un periodo de tiempo crítico, (2) se realiza en un contexto específico normalmente definido por determinado estímulo señal, (3) parece existir una restricción en el aprendizaje, de modo que el animal recuerde sólo estímulos específicos y no otros, que pudieran ser más relevantes, y (4) no es necesario ningún tipo de refuerzo (positivo o negativo) para que el animal aprenda y memorice. Los reflejos. Son pautas uniformes de acción de base genética, que se desencadenan de forma involuntaria en un lapso de tiempo muy breve, ante un estímulo específico. En general, el estímulo actúa sobre un receptor sensorial produciendo una respuesta motora o glandular localizada. Por ejemplo, el reflejo patelar se produce al estimular receptores de la rodilla, y la respuesta consiste en una contracción muscular (sería una respuesta motora); el reflejo de salivación se produce ante la presencia de comida en la boca (sería una respuesta glandular). En ningún momento debe considerarse una conducta instintiva como una mera sucesión de reflejos. Aprendizajes preasociativos. no asociativos o Son formas de aprendizaje en los que no hay asociaciones nuevas entre distintos estímulos y las respuestas que producen (de ahí el nombre), pero que afectan al comportamiento, al ser modulada la respuesta, ante un determinado estímulo, sobre la base de la experiencia. La habituación consiste en la disminución y eventual desaparición de la respuesta como consecuencia de la estimulación repetida. La habituación tiene un evidente sentido adaptativo al evitar la reiteración de conductas innecesarias para la supervivencia. Existen numerosos ejemplos en todos los animales, incluidos los seres humanos (habituación del reflejo de succión, de reflejos auditivos, olfativos, visuales, etc.) La sensibilización es, al contrario que la habituación, un incremento de la intensidad de la respuesta ante un estímulo reiterado. La sensibilización se manifiesta como un incremento de la incidencia (más respuestas) y magnitud (más intensidad) de la respuesta, así como por una disminución de la latencia (menos tiempo entre el estímulo y la respuesta) y del umbral (para provocar la respuesta se necesita un estímulo de menor intensidad). Las propiedades de la sensibilización son fácilmente confundibles con algunos tipos de condicionamiento. Aprendizajes asociativos. Pertenecen a este tipo, aprendizajes en los que la asociación de estímulos modifica la respuesta del sujeto. El condicionamiento clásico es un proceso de aprendizaje cuyas propiedades básicas fueron descritas por Pavlov, en 1903. En este aprendizaje, un estímulo incapaz de provocar una respuesta, acaba provocándola mediante su asociación a otro estímulo que sí la provoca de forma natural. Por ejemplo, Pavlov mostró que un sonido provoca un reflejo auditivo y de orientación en un perro, y que al colocar comida en la boca se provoca salivación. Si se presentan en sucesión el sonido y después la comida, en poco tiempo, el sonido provocará salivación. La comida es el estímulo incondicionado (EI) y la salivación la respuesta incondicionada (RI). El sonido sería el estímulo condicionado (EC, porque su efecto depende de la asociación con el EI), y la salivación provocada por el sonido sería la respuesta condicionada (RC). Existen muchas variantes del condicionamiento clásico y sus propiedades están ampliamente descritas en textos específicos de psicología y ciencias del comportamiento. El condicionamiento operante o instrumental (Thorndike, Skinner...) se sustenta en la llamada “ley del efecto” (Thorndike) que establece que cuando un acto va seguido de una recompensa tiende a repetirse, mientras que cuando va seguido de un castigo tiende a perderse. Supongamos un animal encerrado en una jaula cuya puerta puede abrirse por el propio animal; hay comida fuera de la jaula. El animal por ensayos descubrirá cómo se abre la puerta, y obtendrá la comida. Si se ha realizado el aprendizaje el animal necesitará menos ensayos (menos errores) para obtener la comida (recompensa). En este aprendizaje se suceden los ensayos (aciertos y errores), y se refuerza mediante una recompensa o castigo. Para el animal, se trata de un mecanismo adaptativo al medio en que se desenvuelve. Según Skinner, en el condicionamiento clásico las respuestas son suscitadas por estímulos específicos, mientras que en el operativo son emitidas de forma espontánea por el sujeto. Francisco Córdoba García Catedrático de Biología Celular