Aunque su destino sea encontrarlo algún día

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Aunque su destino sea encontrarlo algún día
expuesto en un arrume de libros invadiendo
cualquier andén de no se cual ciudad y ofrecido
a precio de baratija, que fue de la misma
manera como pude hacerme a los viejitos que
necesitaba volver a acariciar para salir avante en
el despropósito de emular a quienes recobran
la vigencia de los deshauciados, como Compay
Segundo lo hace con el Buena Vista Social Club,
tampoco se ha perdido mucho. Excepto mi
tiempo, no se ha dilapidado del erario, ni de lo
aportado por los contribuyentes; no escribo
esto para justificar un año sabático o para algún
escalafón, ni soy beneficiario ni agente de
fundaciones que hacen su negocio cooperando y
evadiendo obligaciones tributarias fungiendo de
benefactoras. Si yo fuera Maestro.
Acá en vuestras manos, el fruto de una
ocurrencia surgida de convicciones y del patético
prurito de los gomosos y diletantes que no se
resignan a plantar y procrear, ni se sientan a
esperar a los bárbaros. Tampoco es para caer en
la manida costumbre de alardear de sabihondos
y poner un ladrillo más en los anaqueles de
nuestras salas, ni para abandonarlo a la vista del
visitante e intimidarlo con libros inconsultos. Se
aboga sí porque la presente Obra no quede por
ahí refundida a ser consumida en la intemperie
del olvido.
Si entre el anonimato y el ridículo sólo hay un
paso, toca estar predispuestos a asumir en todo
su rigor el que alguien pueda señalarlo como la
más extensa de las citas bibliográficas conocidas,
así no se entienda porqué cuando se le copia a
uno es plagio pero si a muchos es investigación o
tratado. Pero bienvenida la crítica cáustica a hurgar
entre la maraña del collage de temas a desarrollar,
que algún tris de originalidad y utilidad habrán de
encontrarle. No se espera más.
No importa que sea un escrito prescindible
y esté muy afectado por las limitaciones de su
autor, el que nunca alcanzaría a ser merecedor
de la calificación del poeta latino Horacio que
ante su propia obra expresara “he acabado un
monumento más durable que el bronce (exegi
monumentos aere perennius)”. Un autor que hace
gala de su condición de ser el vetusto y destartalado
buldózer modelo 54 presto a empezar la faena
del descapote, con la esperanza de que ya cada
cual sobre tierra dura profundice en los cimientos
hasta erigir otros escritos del tamaño de su leal
saber, conocer, interés y compromiso.
Y antes de caer en la cuenta de que también
esto ya alguien lo dejó literalmente escrito,
llevándome a desistir de cometer este burdo
armatoste de cosas ya dichas por otros, y así de
súbito me intimide con la posibilidad de verme
hecho trizas y sometido a la sevicia y escarnio
con que se apabulla a quien sea sorprendido en
plagio, toca curarse en salud confesando que
sí, que estamos ante un simple compendio de
consultas bibliográficas sobre obras a las que nos
aproximamos mediante lecturas sintéticas.
Esto, porque nadie está exento de caer en las
fauces de la malsana crítica, ni de ser expulsado
del paraíso por incurrir en falta de originalidad,
cuando lo paradójico es la misma Escuela que toda
ella es un templo a la copia cultural, y no hay nada
en la inteligencia humana que antes no hubiese
habitado en la mente de otros hombres. Y si un
recóndito pudor intelectual aconseja desistir y no
meterse en honduras, sino aprovechar el tiempo
en cosas más útiles, veo cómo ya lanzados no hay
tutía. Ha sido un Canto del Cisne más.
No hay manera de evadirse por la puerta falsa.
Parece que lo más profiláctico es tomar conciencia
de no poder evitar exponerse al escrutinio público.
Ergo, “abramos comillas...7
7 Entre todos los textos y autores estarán otros no citados, por los que ahora también manifestamos nuestro reconocimiento,
referentes a la información retomada de aquellos programas audiovisuales de divulgación científica (Discovery, History,
Infinito), y entre los que destacamos muy especialmente “Redes” emitido por la televisión española bajo la dirección del
maestro catalán Eduard Punset.
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“abramos comillas…
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