Perfiles y Rasgos Madurez Todos los modelos del liderazgo situacional, que es el que sostiene que los líderes efectivos son aquellos cuyo estilo corresponde a la situación que enfrentan, coinciden en que la variable situacional más importante es el grado de madurez de los colaboradores, es decir, de las personas que les reportan de manera directa. Otros factores que influyen en el estilo de liderazgo son la cultura de la organización, el estilo del jefe y de los pares, y las demandas específicas de la tarea a realizar; pero son las características de los colaboradores las que deben pesar más al momento de elegir un estilo que lleve al logro de los resultados esperados. Cuando se habla de madurez surgen de inmediato dudas relacionadas, primero, con la forma de definirla, y segundo, con la de medirla. Si es ella la que va a determinar en buena parte el estilo de liderazgo, deberían de existir parámetros o indicadores del grado en el que una persona la tiene. Como no se cuenta con “madurómetros” que establezcan en términos cuantitativos qué tanto se es o no maduro, se ha optado por recurrir a dos variables que, combinadas, lo harán, así sea de manera cualitativa: el grado en el que alguien puede hacer las cosas que debe hacer, y el grado en el que quiere hacerlo. El poder se refiere a la capacidad del colaborador para hacer bien las cosas: sus conocimientos, habilidades, aptitudes, experiencia, competencias, en fin, todo aquello que lo califica para un buen desempeño, técnicamente hablando. Quien mejor puede saber si la persona cuenta con este bagaje o no, es su jefe directo. El querer es algo que tiene que ver con la actitud, la disposición, la motivación, el deseo de lograr resultados, el compromiso hacia lo que se hace y hacia la empresa. Ambos factores, poder y querer, definen la madurez; la persona totalmente inmadura es la que ni puede ni quiere, y la totalmente madura, la que puede y quiere. Entre una y otra se presentan diversas combinaciones, y eso será lo que determine el grado de control o de facultamiento que el líder deberá ejercer. El huevo y la gallina Lo que muchas veces no se considera al reflexionar acerca de la madurez, es que entre ésta y el estilo de liderazgo se puede dar una situación similar a la del huevo y la gallina: el líder ejerce determinado estilo porque el colaborador tiene un grado específico de madurez, o el grado de madurez del colaborador está siendo reforzado por el estilo del líder? Para decirlo de otra forma, no es extraño que si una persona no ha podido incrementar su nivel de madurez, se deba a que el líder ha ejercido sobre ella un estilo controlador, sin preocuparse por desarrollarla. Las relaciones de dependencia, que por cierto son muy comunes en nuestra cultura, y específicamente en nuestra cultura de trabajo, impiden el desarrollo y por consiguiente el facultamiento, que es el máximo grado de participación que puede haber. Si el líder no suelta control, si centraliza las decisiones, si insiste en que la gente no está preparada para hacer por sí misma lo que le corresponde, la dependencia insana se eternizará, provocando en unos casos la complacencia y el conformismo del colaborador, y en otros su frustración, pero siempre su estancamiento en un nivel elevado de inmadurez. El líder, entonces, comparte con el colaborador la responsabilidad por volverlo más maduro; para que esto se de, tiene que apoyarlo, orientarlo, retroalimentarlo, facilitar su proceso de desarrollo, y confiar en él conforme aprende y adquiere experiencia, soltándole la rienda, por decirlo de alguna forma, y alentándolo para que siga así. Al romper las dependencias insanas, el colaborador sale ganando porque se vuelve más maduro, lo que implica una mayor contribución a resultados y un trabajo con valor agregado; el líder gana también porque cuenta con un verdadero apoyo para el logro de los objetivos establecidos y con una mayor calidad en el desempeño de su gente, y la organización se ve beneficiada al tener, en todos los niveles, integrantes que pueden y quieren hacer bien las cosas, incluyendo a los líderes que no sólo permiten, sino promueven activamente, que eso se de.