50 ANTONIO DE BOLOS Y VAYREDA pero no pertenecen a ninguna de ellas, etc. Además, en este campo es preciso siempre estudiar simultáneamente plantas y animales. En el medio terrestre existen también conexiones muy complejas entre los organismos (micorrizas, bacterias del suelo, etc.), pero son menos visibles y quizá tienen menor significado, al menos por lo que se refiere a la vegetación superior. La estructura de ésta está condicionada en gran parte por factores de orden ecológico e histórico. De los de orden biótico, son especialmente importantes acciones atribuíbles a la misma vegetación superior (competencia, modificaciones del habitat). En algunos casos (fecundación entomógama, dispersión zoócora, etc.), la presencia de determinados animales puede ser decisiva para una especie vegetal dada, pero esto al parecer no es lo normal. Parece lícito, por tanto, desarrollar el estudio de la vegetación superior con independencia de los demás .organismos. Además, creemos que no es prácticamente posible el estudio simultáneo de los organismos vegetales y animales por un solo investigador. Es de creer que, aun si con el tiempo se llega a la delimitación de biocenosis, el trabajo actual no habrá sido inútil, puesto que las comunidades vegetales definidas florísticamente conservarán probablemente su valor incluidas en unidades biocenológicas más amplias. A pesar de la dificultad de realización de muchas de sus concepciones, los biocenólogos han lanzado ideas que quizá fructificarán en el futuro. Además de su insistencia en el estudio en común de animales y plantas, conviene señalar los esfuerzos que realizan para llegar a una comprensión más íntima de la estructura de las comunidades de organismos. Así, SCHMID (l. c, 1942) no se conforma ya, para la definición de un tipo de comunidad, con la simple enumeración de las especies' que lo constituyen, sino que juzga de mayor importancia aun que la consideración de la composición florística (o biótica) de la colectividad, la de las correlaciones existentes entre los organismos componentes y del papel que realizan estos últimos en la biología general de la comunidad. Para la escuela de Zürich-Montpeller, cuyas directrices seguimos en el presente trabajo, la asociación, unidad fundamental de la fitosociología, es un ente abstracto que comprende como individuos particulares todas aquellas colonias de vegetación que poseen una composición florística determinada, similar en todas ellas y distinta, en cambio, de la del resto de la vegetación. Tales colonias, individuos o representantes de la asociación, se distinguen de las correspondientes a asociaciones afines en primer lugar por la posesión de especies peculiares, características de la asociación. Cada asociación posee una ecología propia (es decir, corresponde a unas condiciones climáticas y edáficas determinadas), ocupa una posición determinada en la sucesión y tiene una dispersión geográfica peculiar. No todas las asociaciones aparecen con la misma claridad en la Naturaleza. Las hay en que las interconexiones de sus componentes