d2 arrollarse ó multiplicarse), cuando se halle en terreno á propósito

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arrollarse ó multiplicarse), cuando se halle en terreno á propósito,
abundará en la estación que le fuere propia, y hasta acabará por a h o gar á las demás plantas que intentaren tomar domicilio entre ella. Así se
ve á la a rama en un campo, á la espadaña en un lago, á la jara en un
soto, y al roble y al acebnche en un m o n t e , cubrir toda la superficie del
terreno á propósito para su vegetación, ahogando á las demás plantas
circunvecinas
Y si al vigor de su vegetación se agregan medios poderosos de multiplicación , se concebirá que esta planta podrá encontrarse también en
las localidades de la región que fueren apropiadas á su existencia, a u n que estuvieren algo distantes.
Pero si da pocas semillas, y estas son fáciles de trasladarse de un p u n to á otro, porque vuelen con facilidad por los vientos; y si, además,
exigiere algunas condiciones difíciles para su germinación, entonces se
concebirá claramente que la tal planta no formará grandes masas ó sociedades en su desarrollo, sino que siempre vivirá aislada 2 .
Bastan las consideraciones aquí indicadas para que se comprenda bien
que vegetación natural de un país es aquella que espontáneamente cubre
una parte de su suelo. De esta clase es la que cubre la corteza de los á r boles y albardillas de las tapias, la de»nuestros bosques y sotos, poblados
de jaras, robles, escaramujos, espinos-majuelos, y otros que viven
solo por el cuidado providencial del Criador, sin que el hombre intervenga en su conservación, sino respecto á sus aprovechamientos y á d e fenderlos del daño que ocasiona la mano airada y el diente del ganado.
El monte del Pardo, en las cercanías de Madrid, y las orillas del rio
Manzanares, que lo atraviesa, ofrecen, aunque en miniatura y algo
degenerada, una idea de la vegetación natural de esta parte de la Castilla y de la grande extensión de sus llanos, en tiempo de los Reyes Católicos, y aun algo después, cuando sus montes sirvieron de pretexto ostensible para la traslación de la corte á su recinto. Pinos y encinas de
todas clases, como robles, alcornoques, e t c . ; retamas, jaras, espinos-majuelos y otros arbustos cubrían entonces sus llanuras de secano,
hoy tan desnudas de vegetación; y las márgenes de sus rios y arroyos,
los chopos, sauces, verdegueras y fresnos de varias clases.
Las necesidades de una gran poblacion (mal entendidas por cierto)
han hecho desaparecer estos inmensos bosques, ya para poder sacar la
generación actual mayores provechos del suelo, roturándolo para el cultivo de cereales, y ya talándolos para el carboneo, ramoneo y demás
aprovechamientos para la combustión y construcciones.
La vegetación artificial, ó sea de árboles exóticos (que es de la que
tratamos principalmente), de un soto, comarca, parque ó jardín, es
1
De aquí nace la necesidad de varias operaciones a g r í c o l a s , como son la
rozas, entresacas, eLc.
2
Siendo rara, ó esporádica, como dicen los botánicos.
escarda,
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