Dr. Guillermo López Dumrauf Especial para La Nueva Provincia ¿Cuál debe ser el valor del dólar en el largo plazo? Después de la fenomenal devaluación de la moneda nacional en enero de 2002, la inflación posterior y la actual tendencia a la baja del dólar, la polémica en torno al tipo de cambio real (TCR) que precisa nuestra economía para ser competitiva parece estar a punto de reinstalarse. El nivel del TCR nunca ha sido un tema menor ya que en el pasado ha dejado, a su turno, ganadores y perdedores: a períodos de “burbuja cambiaria” con dólar bajo donde se beneficiaban los importadores y bienes como los automóviles o los viajes eran más accesibles, seguían devaluaciones que instalaban períodos de tipo de cambio alto que beneficiaban a exportadores y a las industrias sustitutivas de importaciones. La infografía reproduce la evolución del TCR durante el período 1/1980-5/2005 donde es posible distinguir 4 períodos: 1. Dic 1979-junio 1985: la “tablita” cambiaria de los 70 conduce a un atraso cambiario que termina con sucesivas devaluaciones. El TCR se incrementa durante la primera mitad de la década del 80. 2. Junio 1985-julio 1989: en junio de 1985 es implementado el Plan Austral, que fija el tipo de cambio nominal. El TCR vuelve a atrasarse y estalla la burbuja con un proceso hiperinflacionario. El TCR es el más alto del período analizado: llega casi a 6 pesos. 3. Marzo 1991-Diciembre 2001: en marzo de 1991 es implementado el Plan de Convertibilidad y el dólar se mantiene fijo durante más de una década. El TCR vuelve a atrasarse, tocando niveles similares a los registrados al comienzo de la década del 80. 4. Enero de 2002 a la fecha: se devalúa la moneda nacional y el Plan de Convertibilidad es abandonado. La inflación se dispara inicialmente y luego del fuerte aumento inicial, el tipo de cambio nominal desciende lentamente hasta alcanzar el nivel actual de $ 2,90 por dólar. El TCR hoy es de 2,02 si se tiene en cuenta la evolución de los precios en Argentina y Estados Unidos siempre medido con base diciembre 2001. 6,00 Hiperinflación 5,8 5,00 4,00 Devaluación y abandono de la convertibilidad Plan Austral 3,00 2,02 2,00 Convertibilidad 1,00 0,00 Dic-79 Dic-84 Dic-89 Dic-94 Dic-99 Dic-04 Evolución del tipo de cambio real enero 1980/mayo 2005. Base: Diciembre 2001 Fuente: elaboración propia Se repite la película El impacto inicial de la devaluación (disminución de importaciones y aumento en las exportaciones) siempre se ha diluido con el tiempo: los sectores perjudicados (fundamentalmente servicios) buscan recuperar posiciones aumentando precios. La suba del salario completa el círculo y a la larga, el TCR vuelve a atrasarse. Procesos del tipo overshooting (fuerte aumento inicial y luego disminución gradual) fueron siempre seguidos por algún tipo de “anclaje” del tipo de cambio nominal (hoy asistimos a un proceso similar, con el Banco Central y el Tesoro comprando dólares para sostener su cotización en 2,90). Naturalmente, los exportadores o las industrias sustitutivas de bienes importados, siempre preferirán un tipo de cambio real alto; lamentablemente, un dólar “alto” significa salarios reales bajos. Por el contrario, no es menos cierto que un dólar “bajo” lleva a la pérdida de competitividad de la economía. Décadas de controles cambiarios, imperfecciones e intervenciones, no han permitido que sepamos cuál es el verdadero valor del dólar y se han dado señales equivocadas que movilizaron incorrectamente la asignación de recursos (en el límite, con un dólar de quince pesos seguramente a alguien se le ocurriría producir computadoras ya que las importadas serían carísimas). ¿Qué hacer? El tipo de cambio real es función del tipo de cambio nominal y de la evolución de los precios internos y externos, pero en el largo plazo, depende más de la evolución de la productividad. Recurriré a un ejemplo muy sencillo para ilustrar la cuestión. Supongamos un mundo donde sólo coexisten tres tribus de indios: A, B y C. Estas producen diversos tipos de carnes, pescado, cereales y vinos. Inicialmente, intercambian sus producciones. De repente los habitantes de la tribu C se iluminan: “si logramos ahorrar el suficiente pescado para no tener que pescar durante un año, podríamos construir una red, lo cual permitiría cuadruplicar nuestra producción”. “Podemos mejorar nuestros precios dado que la mayor producción permitiría repartir los costos fijos entre una mayor cantidad de unidades”. En la isla B toman nota de la idea y se las ingenian para optimizar el uso de la tierra y el riego, consiguen aumentar la escala de producción y el aumento de la productividad también permite bajar los costos y los precios. Los indios de la isla A no hacen nada y comienzan a perder terreno en el comercio internacional: las islas B y C cada vez demandan menos sus productos y prefieren comerciar entre ellas, debido a los menores precios. La isla A necesita bajar los precios para poder competir, y para ello sus costos. En vez de mejorar la productividad decide otro camino: devaluar su moneda, quitándole valor frente a las otras. De esta manera, sus productos vuelven a abaratarse, pero a costa de los salarios de sus habitantes. Con el tiempo, los caciques de la isla A comienzan a darse cuenta que el tipo de cambio alto encarece los precios internos, disminuyendo los salarios reales y condena a la población a más pobreza. Se dan cuenta que el verdadero desafío es ser competitivo sin bajar los salarios, lo cual sólo puede lograrse mediante incrementos en la productividad del capital y la mano de obra, que permitan bajar los costos en forma real, haciendo más eficientes los procesos que permitan bajar los costos de producción. El tipo de cambio actual está sobrevaluado. Resulta evidente cuando adquirimos un bien importado o viajamos no a Europa o a Estados Unidos, sino a otro país de Sudamérica. A la vez, debe evitar repetir otra burbuja cambiaria: en el pasado siempre terminó estallando y sumiendo a la economía en una profunda recesión. La clave es tener estabilidad cambiaria sin atraso: la Argentina ha funcionado bien en ese escenario. El desafío es hacerlo con un tipo de cambio realista. El tipo de cambio actual otorga ciertos grados de libertad y tiempo para buscar los mecanismos. Guillermo López Dumrauf es doctor en ciencias económicas de la Universidad de Buenos Aires, consultor y profesor titular del CEMA y UBA.