Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: [email protected] www.viva.org.co La destitución de Petro, un atentado a la democracia Pedro Santana Rodríguez Presidente Corporación Viva la Ciudadanía La destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, por parte del procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, es un verdadero atentado contra los principios constitutivos de un sistema democrático. En primer lugar porque como lo señala la Carta Americana de los Derechos Humanos, que forma parte de nuestro ordenamiento interno, en su artículo 23, ningún funcionario público elegido popularmente podrá ser destituido por funcionario distinto a un juez de la República con el respeto por el debido proceso. En Colombia se ha permitido en el orden interno que la jurisdicción disciplinaria que es ejercida por la Procuraduría General de la Nación puede y en la práctica lo ha venido haciendo, destituir alcaldes y gobernadores elegidos popularmente. Aquí existe una contradicción real entre el derecho consagrado por la vía del bloque de constitucionalidad que establece el artículo 97 de la Constitución colombiana y el derecho interamericano consagrado en la Carta Americana de los Derechos Humanos. Por ello no es un exabrupto que el alcalde Petro, haya acudido a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, CIDH, para buscar medidas cautelares para proteger sus derechos a un debido proceso en la investigación que la Procuraduría le abrió a raíz del cambio del modelo de recolección de basuras. El asunto es que la Corte Constitucional en reiterada jurisprudencia ha avalado como constitucional esa función a todas luces contraria a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. El asunto aquí es si la Comisión Interamericana, que tiene indudable competencia en este caso, juzga que debe intervenir para proteger los derechos del Alcalde de Bogotá. En el orden interno hay que señalar como lo han hecho innumerables columnistas de prensa y cientos de destacados juristas que el proceso seguido a Gustavo Petro fue, a todas luces, arbitrario y que la sanción impuesta fue desmedida. Los hechos así lo señalan. Petro es sancionado según el procurador Ordóñez porque con el cambio de modelo de la recolección de basuras que buscaba reversar el proceso de privatización se ocasionó daño patrimonial a las finanzas públicas y se puso en riesgo la salud de los habitantes de la ciudad pues se dejaron de recoger cientos de toneladas de basuras durante los días 18, 19 y 20 de diciembre de 2012. Se acusa a Petro de improvisador y de poner en riesgo la salud pública además de haber atentado contra el principio de la libre empresa. Como lo señalamos en su momento el modelo público, privado o mixto para la prestación de un servicio público es permitido en nuestro ordenamiento jurídico. Por tal razón y a la luz de nuestro ordenamiento jurídico, Gustavo Petro, estaba en todo su derecho de organizar el sistema de aseo público bajo cualquiera de las tres modalidades. Es más ciudades como Medellín tienen un sistema exclusivamente público y cientos de municipios del país así lo hacen y a sus alcaldes no se les ha acusado de violar el principio de libre empresa. Pero, en materia de recolección de basuras el fallo de marras acusa de una ignorancia total. La libertad de empresa no puede ser garantizada plenamente en este servicio pues una empresa privada no puede ofrecer servicios indiscriminados de recolección de basuras puesto que el desorden generado por los operadores privados lo haría totalmente inviable. El modelo privado donde existe como de hecho existía en Bogotá requiere de fuertes mecanismos de regulación por parte del Estado, al punto que la ciudad se divide en zonas y se hace un proceso público de licitación en que operan con exclusividad operadores privados. Pero, el asunto es más grave con las revelaciones que hizo el empresario Emilio Tapia en las últimas horas al diario El Espectador, en resumidas cuentas dice Tapia que las empresas privadas se complotaron entre sí para obligar al Alcalde a prorrogar por siete años más las concesiones y que como no lo lograron se coaligaron para conseguir la destitución del Alcalde al boicotear la recolección de las basuras durante los días en que se presentó la crisis y la Alcaldía no logró con éxito sortear el problema de una adecuada prestación del servicio. “Hubo un complot contra el alcalde de Bogotá. Por los intereses que tenían los operadores privados en su momento, éstos se juntaron para no aceptar del Distrito la última prórroga que se les iba a hacer al contrato, con el fin de que se generara un caos en la recolección de las basuras, caos que efectivamente se dio. Todo esto fue premeditado por los operadores privados. EE. ¿Y cómo se supo de ese complot? Desde la administración de Samuel Moreno yo estaba en el ejercicio de organizar la licitación de la recolección de basuras. Obviamente interactúe con las empresas que estaban participando en ese negocio que valía unos $2,4 billones”. Ante la decisión de Petro de revertir el proceso de privatización “los privados dijeron que no aceptaban esa prórroga y la estrategia era después mandar los camiones de basura a mantenimiento con el fin de provocar un caos. No era fácil para el Alcalde buscar 700 vehículos recolectores de un día para otro. Al Alcalde lo pusieron contra la pared”. Al no ceder a la propuesta de los privados la estrategia fue “Vamos a tumbar al alcalde porque el alcalde no aguanta tres días de basuras, la ciudad no lo aguanta” Yo me enteré de todo esto porque yo hacía parte de la estructuración de este proceso licitatorio.” Agrega Tapia que él informó oportunamente a la Fiscalía General de la Nación sobre este complot y que por esta vía el alcalde Petro estaba enterado. No debemos olvidar que Emilio Tapia está detenido por la defraudación a las finanzas distritales bajo la administración de Samuel Moreno Rojas y hoy es un testigo reconocido por la Fiscalía General de la Nación. La destitución de Petro ha generado un movimiento de indignación ciudadana que ha llenado plazas con gente que rechaza el fallo del procurador a quien exigen su dimisión. Otros hechos se han conocido últimamente como que detrás de la destitución estaría el expresidente Uribe quien se habría reunido con Ordoñez hace aproximadamente un mes. Todo esto raya con el código penal. No obstante la destitución sigue en pie. El alcalde Petro ha llamado a la movilización pacífica y al momento de escribir estas líneas decenas de miles de ciudadanos indignados con la decisión del Procurador marchan por las calles de Bogotá. La estrategia jurídica de Petro además de la intervención ante la CIDH ha consistido en interponer a través de su abogado una Acción de Tutela ante el Tribunal Administrativo para echar abajo el fallo. Aún tiene la posibilidad de pedir la revisión del fallo ante el mismo Procurador cosa que seguramente hará. Lo que queda claro es que el fallo atenta contra los principios más elementales de la democracia y de los derechos de los funcionarios públicos que no pueden asegurar de antemano el éxito del cien por ciento al momento de tomar una decisión sobre política pública. Por ello el fallo es además absurdo tratándose de políticas públicas que buscan de buena fe el éxito y la mejora en la prestación de un servicio público. En cambio sobre el complot de los privados nada ha dicho el Procurador que ahora reparte regalos como un Herodes tropical en barrios pobres de Barranquilla. Salir de la situación no será fácil por la creciente protesta ciudadana. Se requerirá de la actuación independiente de la Justicia. Ordóñez, ha asestado con sus decisiones un golpe mortal a la Procuraduría General de la Nación. Sus actuaciones conducidas por sus creencias ideológicas y religiosas no han sido sólo en este caso. En los procesos de la parapolítica ha absuelto a sus amigos a pesar que algunos de ellos han sido condenados por la Corte Suprema de Justicia, como el caso del senador de Boyacá, Ciro Ramírez, para mencionar un sólo caso. Son muchas sus actuaciones arbitrarias. Por ello tampoco es un exabrupto que el Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, haya calificado a Ordóñez y su justicia como una justicia medieval y arbitraria. Esperemos que la decisión sea reversada por el sistema judicial. Que por esta vía se preserve el pluralismo político y el derecho que tiene la oposición a gobernar. Edición N° 00381 – Semana del 13 al 19 de Diciembre – 2013