Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. EDITORIAL ¿Debemos tratar la hipertensión arterial en el muy anciano? J. García Puiga y B. Gil Extremerab a Unidad de Riesgo Vascular. Servicio de Medicina Interna. Hospital Universitario La Paz. Madrid. España. Coordinador del Grupo de Riesgo Vascular de la Sociedad Española de Medicina Interna b Servicio de Medicina Interna. Hospital Universitario San Cecilio. Granada. España. La hipertensión arterial (HTA) se asocia con un mayor riesgo de padecer ictus, isquemia cardíaca, insuficiencia cardíaca, muerte cardiovascular y muerte por cualquier causa. La HTA es el factor de riesgo vascular identificado cuyo tratamiento se asocia con un mayor beneficio de morbilidad y mortalidad cardiovascular en la población general 1. Sin embargo, se desconoce si este beneficio también se produce en las personas mayores de 80 años. El aumento del riesgo vascular asociado con cifras elevadas de presión arterial (PA) se ha observado en todas las edades, pero la fuerza de esta asociación disminuye según aumenta la edad 2. Por ejemplo, el riesgo de ictus entre las personas de 50 a 59 años con PA sistólica de 180 mmHg es 16 veces mayor que el riesgo de los que tienen una PA sistólica óptima, pero este incremento es de tan sólo tres veces entre los sujetos de 80 a 89 años. En esta población muy anciana se ha documentado una relación inversa entre el aumento de la PA y la mortalidad 3. Además, las cifras de PA inferiores a 140/70 mmHg en las personas de más de 85 años se han asociado a un aumento de la mortalidad 4; de ahí la prevención de reducir las cifras de PA elevadas en los muy ancianos (más de 80 años). Algún estudio ha demostrado que el tratamiento antihipertensivo se asocia a una disminución del riesgo de ictus y muerte por insuficiencia cardíaca e infarto de miocardio en ancianos menores de 80 años 5. Estos hallazgos se han confirmado en un metaanálisis de ensayos clínicos (estudio INdividual Data Analysis of Antihypertensive Drug Interventions [INDANA]) que incluyó participantes de más de 80 años, pero no se pudo documentar que el tratamiento de la HTA se asociase con una disminución de la mortalidad por cualquier causa 6. El estudio HYpertensión in the Very Elderly Trial (HYVET) 7 se diseñó para contestar a la pregunta que encabeza esta editorial: ¿debemos reducir las cifras elevadas de PA (> 160 mmHg) en los sujetos muy ancianos? El estudio incluyó a 4.761 enfermos mayores de 80 años, con HTA esencial, correspondientes a 13 países de Europa, China, Nueva Zelanda y Túnez. Un total de 3.845 enfermos fueron aleatorizados a recibir placebo frente a indapamida (1,5 mg/día) de liberación lenta con el objetivo de procurar una PA sistólica menor de 150 mmHg y una PA diastólica inferior a 80 mmHg. Como segundo y tercer escalones terapéuticos se utilizó perindopril en dosis de 2 y 4 mg/día, respectivamente. Al cabo de 2 años, los pacientes tratados con fármacos antihipertensivos mostraron un descenso medio de la PA sistólica y diastólica significativamente mayor (–15/–6 mmHg) que el grupo asignado a placebo. Este descenso de la PA se asoció, tras un seguimiento medio de tan sólo 1,8 años, a una disminución en la incidencia de ictus fatales y no fatales del 30% (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1-51; p = 0,06), muerte por ictus del 39% (IC95%: 1-62; p = 0,05), muerte por insuficiencia cardíaca del 64% (IC95%: 42-68; p < 0,001) y muerte por cualquier causa del 21% (IC95%: 4-35; p = 0,02). El estudio fue detenido de forma prematura por un comité ético independiente al considerar que el grupo asignado al tratamiento activo tenía una incidencia de muertes por cualquier causa significativamente menor que el grupo tratado con placebo 7. Este hallazgo inesperado es muy relevante, sobre todo si consideramos las características de los ancianos hipertensos incluidos en el estudio HYVET: a) la PA media fue de 173/91 mmHg, lo que indica que cerca del 50% de los enfermos tenía una PA diastólica elevada, hallazgo bastante infrecuente en ancianos (desde el año 2000 al 2003, se requirió que la PA diastólica fuese entre 90 y 109 mmHg, y desde 2003 este criterio de inclusión se modificó a menos de 110 mmHg, con lo cual se incluyeron pacientes con HTA sistólica aislada); b) el índice de masa corporal medio fue de 24,7 kg/m2 en los dos grupos, de forma que el sobrepeso y la obesidad no eran un problema de salud relevante en la población seleccionada; c) la patología cardiovascular concomitante era muy escasa: 7% de ictus previo, 3% de infarto de miocardio y 3% de insuficiencia cardíaca (la prevalencia de insuficiencia cardíaca en mayores de 70 años es próxima al 10% 8). Por tanto, se trataba de una población de ancianos hipertensos octogenarios en un buen estado de salud. De ahí, que la observación de diferencias significativas en la incidencia de complicaciones cardiovasculares y de mortalidad por cualquier causa, en tan sólo 1,8 años de seguimiento, tenga una relevancia singular. Es posible que una población plenamente occidental, no seleccionada para colaborar en este estudio, hubiese mostrado diferencias significativas incluso antes de los 1,8 años de seguimiento. ¿Qué nos ha enseñado el estudio HYVET? La primera enseñanza es que más allá de los 80 años, cuando la PA sistólica es mayor de 160 mmHg, el tratamiento antihipertensivo con indapamida aislada (26%) o asociada a perindopril (74%) reduce la PA. Esta disminución de la PA se asoció con una menor incidencia de complicaciones cardiovasculares y de mortalidad por cualquier causa. La mayoría de los enfermos fueron tratados con la asociación indapamida más perindopril (74%) para conseguir un objetivo terapéutico no muy Rev Clin Esp. 2008;208(10):481-2 481 Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. GARCÍA PUIG J Y GIL EXTREMERA B. ¿DEBEMOS TRATAR LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL EN EL MUY ANCIANO? exigente (PA < 150/< 80 mmHg). Esta observación apoya la necesidad de emplear asociaciones de fármacos con distintos mecanismos de acción para lograr el objetivo terapéutico 9. La asociación indapamida más perindopril ha demostrado su eficacia en otros casos como en la reducción de la hipertrofia ventricular izquierda asociada a la HTA10 o en la prevención secundaria del ictus 11. La segunda enseñanza es que posiblemente el tratamiento antihipertensivo (fármacos y dosis) importa mucho. En el metaanálisis INDANA 6, la mayoría de los estudios empleó bloqueantes beta y diuréticos en dosis elevadas. Los diuréticos no aumentan la mortalidad en los hipertensos jóvenes, pero los ancianos son más vulnerables a los efectos secundarios de los antihipertensivos. Los diuréticos pueden ocasionar hipocaliemia con el consiguiente riesgo de arritmias y muerte súbita. Los bloqueantes beta parecen menos eficaces que los modernos antihipertensivos y deben evitarse asociados a los diuréticos en los pacientes con riesgo de desarrollar diabetes, como, por ejemplo, los ancianos 12. En el estudio HYVET 7, la asociación de indapamida en bajas dosis y un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA) no provocó diferencias relevantes en la concentración media de potasio sérico (–0,02 mEq/l) con respecto al grupo tratado con placebo (+0,03 mEq/l; p = 0,09) 7. Tampoco se apreciaron diferencias significativas en las concentraciones de creatinina, glucosa y ácido úrico. Estos datos coinciden con los estudios previos en los que la indapamida ha mostrado un efecto neutro sobre el metabolismo hidrocarbonato y lipídico, y una acción antiproteinúrica no inferior al enalapril 13. De forma global, en el estudio HYVET 7 se documentaron menos complicaciones en el grupo tratado con antihipertensivos (n = 448) que en el asignado a placebo (n = 358; p = 0,001). Por tanto, la asociación diurético más IECA resultó muy eficaz y tuvo una buena tolerancia. Se desconoce, obviamente, si los resultados en ⭓ 80 años pueden conseguirse con otros antihipertensivos. La tercera enseñanza de HYVET 7 es que sus beneficios se asociaron con un objetivo de PA discreto (< 150/< 80 mmHg). Este requisito metodológico ha podido tener una gran trascendencia en los resultados. En los muy ancianos se ha documentado que la mortalidad aumenta cuando la PA es inferior a 140/70 mmHg 4 (curva en J, PA en el eje de abscisas y mortalidad en el eje de ordenadas), lo que obliga a plantearse por qué el anciano tolera peor un descenso de la PA que los sujetos jóvenes o de mediana edad. La razón más plausible es que la arteriosclerosis, en los mayores de 75 años que viven en países 482 desarrollados, es casi universal; de ahí el aumento de la vasculopatía en el anciano. Una reducción excesiva de la PA diastólica puede menoscabar la perfusión coronaria. Del mismo modo, una disminución de la PA sistólica puede reducir la perfusión de las regiones más profundas del cerebro (arteriolas penetrantes alrededor de los ventrículos laterales) y causar daño cerebral 14. Por tanto, el estudio HYVET confirma que debe reducirse la PA en el anciano, pero de forma discreta. En suma, HYVET ha mostrado que la reducción de la PA con indapamida y/o perindopirl en los mayores de 80 años se asocia a disminución de complicaciones cardiovasculares y mortalidad global (PA sistólica < 150 mmHg y PA diastólica < 80 mmHg). Y para alcanzar esta virtud (la discreción), nada mejor que seguir el consejo que ofreció Don Quijote a su fiel escudero Sancho: «Andar caminos y hablar con sus gentes hace a los hombres discretos». BIBLIOGRAFÍA 1. Lawes CMM, van der Hoorn S, Rodgers A, for the Internacional Society of Hypertension. Global burden of blood-pressure-related disease, 2001. Lancet. 2008;371:1513-8. 2. Lewington S, Clarke R, Qizilbash N, Peto R, Collins R. Prospective studies collaboration. Age-specific relevance of usual blood pressure to vascular mortality: a meta-analysis of individual data for one million adults in 61 prospective studies. Lancet. 2002;360:1903-13. Erratum in: Lancet. 2003;361:1060. 3. Mattila K, Haavisto M, Rajala S, Heikinheimo R. 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