la ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”.

Anuncio
VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Queridos hermanos y hermanas,
Este evangelio se podría titular: de la venganza
proporcionada a responder el mal con amor.
Expliquemos el porqué…
Hemos empezado el evangelio escuchando una parte de
la ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”. La
ley del Talión decía: “Si hay lesiones el culpable pagará
vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por
mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida
por herida, contusión por contusión“ (Éxodo 21, 23-25).
Parece un poco bestia, pero en su momento esta ley
buscaba una proporcionalidad en la venganza, que la
venganza no fuera excesiva. Porqué el instinto natural
es querer hacer más daño del que has recibido. Por
tanto, si alguien te rompe un brazo, tú no le puedes
romper una pierna, le puedes romper el brazo. Esto es
lo que dice la ley. La venganza ha de ser proporcionada.
Quizá nos cueste reconocerlo pero algunas veces
estamos rigiendo nuestra vida por la ley del talión. O
sea pagamos con la misma moneda.
Si no nos hablan, nosotros no hablamos, si nos ignoran,
nosotros ignoramos, si nos ofenden, nosotros
ofendemos, si no nos aman, nosotros no amamos, si nos
critican, nosotros criticamos, nos regimos por la Ley
del Talión, entonces estamos en el Antiguo
Testamento, y no hemos entendido nada de lo que
Jesús nos ha venido a comunicar.
Miremos nuestra vida y descubriremos
actitudes que responden a este esquema...
algunas
Jesús supera la Ley del Talión, y como decíamos la
semana pasada nos introduce en el camino del amor.
Jesús nos viene a decir: no respondáis con la misma
moneda, vosotros tenéis que responder con la moneda
del amor. El “ojo por ojo” da paso a un amor sin medida,
sin límites, sin condiciones...
Cuando recibimos el mal, cuando nos hacen daño, el mal
está fuera de nosotros, pero si nosotros reaccionamos
haciendo daño entonces el mal entra dentro de
nosotros... y aparece la malicia y el rencor de las que
hablaba la primera lectura. El rencor es un cáncer que
nos devora por dentro...
Jesús nos pide ir más allá... responder el mal con el
bien, y lo hace con unos ejemplos que nos descolocan...
para que miremos nuestra vida y valoremos como
vivimos esta exhortación.
Y después pone otro ejemplo para que miremos nuestra
vida y valoremos como vivimos esta exhortación:
EL evangelio que cada domingo proclamamos en nuestra
asamblea es necesario que lo leamos, lo meditemos y lo
confrontemos con nuestra vida.
Jesús nos pide ir más allá...
(El evangelio dice esto, yo vivo así, a ver si encajan
evangelio y vida)
Jesús este dinamismo de reaccionar desde el amor lo
lleva al extremo cuando dice: “Habéis oído que se
dijo:”Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y
rezad por los que os persiguen,”.
Delante del enemigo, delante de aquel que no nos
quiere bien, o que su manera de ser nos molesta, a
nosotros ya nos parece muy heroica la indiferencia y el
pasotismo, pues Jesús propone el amor. Amar, siempre,
en todo lugar, y a todos...
“Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio
tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?”
Jesús acaba con unas palabras que nos hacen sentir
pequeños: “Por tanto, sed perfectos, como vuestro
Padre celestial es perfecto”. Que nos recuerda las
palabras de la primera lectura: “Seréis santos porque
yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo”.
Todo esto parece imposible, inalcanzable, una tarea
para unos pocos, para unos escogidos, para gente con
mucha voluntad,...¡¡¡ y no es así!!!
Todo esto sólo es posible si Dios, si el amor de Dios
habita en nosotros... Por esto San Pablo nos decía:
“¿No sabéis que sois templo de Dios y que el espíritu
de Dios habita en vosotros?”. Santo Tomás de Aquino
decía: “La nueva ley es la del Espíritu Santo”. La
presencia de Dios en nosotros dilata nuestro corazón
para que amemos como Dios ama.
Abramos puertas para que Dios pueda habitar más
intensamente en nosotros y Él nos llevará por el camino
del amor verdadero... que es el camino de la felicidad
verdadera …
Descargar