Pedagogos rusos

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Las Pedagogías Olvidadas
Escribe: Oscar A. García Solana
Prof. y Lic. en Letras
Universidad Nacional de Cuyo - Argentina
Los Pedagogos Rusos
Llega un momento en el trabajo relacionado con cualquier profesión, durante la capacitación o en la
actualización, en que se considera que sólo son válidos los conocimientos recién generados por
investigadores de actualidad, obviando los conocimientos que la historia nos ha legado, o retomando de
ésta únicamente casos representativos, llegando en ocasiones a suponer que todo conocimiento antiguo es
obsoleto.
En la tarea educativa, dejamos de analizar a los pedagogos, filósofos, psicólogos o profesores que han
aportado interesantes experiencias que no por estar localizadas en un tiempo o espacio específicos dejan
de ser motivo de análisis como referente para nuestro trabajo cotidiano.
Es el caso de tres profesores rusos de los cuales solamente Antón Makarenko es ampliamente conocido
dentro del ámbito educativo. De León Tolstoi se conoce su obra literaria, pero es menos conocida su tarea
educativa. Menos conocida es la labor docente desarrollada por Vasil Sujomlinsky quien fuera director de
una escuela primaria en la extinta Unión Soviética.
Hay ocasiones en las que a pesar de existir la intención de abrevar en las obras de quienes nos
precedieron, no existe a la mano la referencia adecuada y suficiente que nos permita entender para
posteriormente intentar aplicar. Por esto, cuando requerimos de estas referencias, echamos mano de
cuanto recurso podemos disponer: Libros preferentemente, enciclopedias (en papel o en formato digital
(CD)), Internet, consulta directa con otros profesores, siendo a pesar de todo y en algunos casos
insuficientes.
La intención del presente trabajo es poner a disposición algunas informaciones para complementar
aquellos recursos con los que ya se cuenta.
Yásnaia Poliana.
Una contribución a las “Escuelas Nuevas o Activas” fue dada por el Conde Lev
Nicoläievich Tolstoi (1828-1910), quien en 1859, en su finca de Yásnaia Poliana,
en la Rusia zarista, funda una escuela para los hijos de campesinos bajo la ideología
de que “mientras menor sea la constricción requerida para que los niños aprendan,
mejor será el método”(1) . Entre 1857 y 1860, Tolstoi estuvo viajando por Francia,
Alemania, Inglaterra y otros países europeos observando métodos educativos, sobre
todo activos, de los que tomó ideas que luego aplicó en su escuela. A pesar de
haber sido considerado un anarquista pedagógico, junto con sus copartícipes en la
escuela: Bakounin, Gorki, Koprotkin, fue de los primeros en poner como centro de atención de la
educación a los propios niños: “Dejen que los niños decidan por sí solos lo que les conviene. Lo saben no
menos bien que vosotros”.
Decía que la escuela “no educa pastores para rebaños, sino forma rebaños para pastores”(2) . Se trataba
de evitar que el autoritarismo del adulto se sobrepusiera a la libertad del niño, favoreciendo la instrucción
en contraposición a la educación.
Tolstoi entendía por instrucción a la que “procede de una libre relación entre los hombres, basada en la
necesidad, por una parte, de adquirir conocimientos y, por la otra, de transmitir los ya adquiridos”. Decía
que la educación pretende “forzar” al niño a asimilar ciertos hábitos morales y es, en una palabra, “una
influencia deliberada y coactiva de un individuo sobre otro con el objeto de formarlo” según nuestro
criterio (3) .
Por lo anterior proponía el principio de la “no intervención” en educación, sostenía que el maestro debía
interesar de veras al alumno sin obligarlo a demostrar un interés que no siente. Todos los alumnos deben
tener la misma libertad de escuchar o no a su maestro, de aceptar o no su influencia, porque sólo ellos
pueden apreciar si él conoce y ama de verdad lo que enseña.
En relación con los métodos para enseñar la lecto-escritura dejó un aserto que bien pensado, termina,
desde entonces, con la discusión de cuál es el mejor: “¿Cuál será el mejor método de lectura y escritura?
Pues no hay método mejor ni peor; el mejor será para el maestro el que le sea más conocido. Para enseñar
la lectura y la escritura lo más rápidamente posible, habrá que enseñar a cada uno en particular
empleando para cada uno un método particular. Lo que se presente a unos como dificultad invencible, no
lo es para otros, y al contrario, porque varía de individuos a individuos la fuerza de atención, memoria,
reflexión, asimilación, etc.”(4)
Mientras Tolstoi se hizo cargo personalmente de su escuela, las cosas marchaban bien. Parece ser que su
gran personalidad motivante le permitía no exigir nada a sus alumnos, ni orden, ni puntualidad, ni
silencio, pues al comenzar a hablar sobre algo, todos prestaban atención y exigían a sus compañeros que
no los intranquilizaran, “el resorte más eficaz es el del interés, por lo cual considero la naturalidad y la
libertad como la condición fundamental y como medida de la calidad de una enseñanza”(5) . Entre sus
obras de corte pedagógico se encuentran: Infancia (1852), Adolescencia (1854), Juventud (1855/57) y
Los frutos de la instrucción (1889).
Tanto esta escuela, como las demás que forman la corriente de la Escuela Activa en la que se encuentra
inserta la propuesta de Tolstoi, se basan en el principio de Rousseau: “Dejar que la naturaleza misma
actúe tranquila y lentamente, y velar sólo porque las condiciones circundantes sostengan el trabajo de la
naturaleza”(6) .
* La Educación Colectivista.
En el año de 1920, en la Unión Soviética Antón Makarenko (1888-1939) es
nombrado para dirigir una colonia en Poltava para menores infractores que con el
tiempo recibiría el nombre de “Colonia de Trabajo Gorki”, en la que con base en un
gran esfuerzo, logró implementar el trabajo colectivo.
Makarenko se recibió de profesor elemental en 1905, y la Revolución de Octubre de
1917 representó para él la oportunidad de experimentar una educación socialista,
colectivista.
Para 1926 los 120 educandos de Poltava se trasladan a otra colonia, en Kuriazh, donde ya habían 280
jóvenes más. Pronto, la rutina de trabajo basada en principios pedagógicos propios de Makarenko e
implementados en los Poltavianos, lograron convertir a los Kuriazhanos, anteriormente corrompidos y
relajados por la falta de atención. Para principios de 1927 la Colonia Gorki ya contaba con 450
educandos.
El método de Makarenko se basaba en el trabajo de la colectividad para y a través de la colectividad. Se
dividían los jóvenes de ambos sexos y de todas las edades por destacamentos, cada uno de los cuales
estaba al mando de un jefe elegido por ellos mismos y encargados de una determinada tarea dentro de la
colectividad. “Antón Makarenko conjugaba la autoridad del pedagogo y los grandes derechos de la
colectividad de educandos, la exigencia para con los colonos y un cálido amor por ellos, la libertad y la
necesidad, las obligaciones de los colonos y sus derechos, los elementos del trabajo y del juego. Como
base de la actividad educativa en la colonia, Makarenko sentó la educación en la colectividad, la
educación en el trabajo, la educación de la disciplina, del sentido del deber y del honor”(7) .
Makarenko escribe su “Poema Pedagógico” en 1935, obra en que describe su trabajo en la Colonia Gorki;
escribe posteriormente “Banderas en las Torres” en 1938, en el que describe cómo debe ser la educación
socialista, basándose en sus experiencias. Luego, apoyado por su esposa, escribe “Libro para los Padres”
(1937) en el que aconseja sobre la manera en que éstos deben tratar a sus hijos, llamándoles la atención a
la consideración de que ni aún ellos tienen “derechos” o “autoridad” sin más sobre éstos. A manera de
ejemplo, basta reseñar cómo recomienda que debe darse una orden, para lo que se deben considerar los
siguientes principios: Las órdenes deben impartirse en un tono tranquilo, afable, pero sin vacilaciones. El
niño debe acostumbrarse desde la más tierna edad a este tono; no debe impartirse con grosería, gritos ni
irritación, pero que tampoco parezca un ruego; su cumplimiento debe estar al alcance real de las
posibilidades del niño; debe ser racional, o sea no contradecir el buen sentido; no debe contradecir otra
orden del padre o de la madre. Una vez dada, la orden debe ser cumplida, y es muy perjudicial que los
padres mismos la olviden (8) .
El 1º. de febrero de 1939 el gobierno soviético condecoró a Makarenko con la “Orden de la Bandera Roja
del Trabajo”. Dejó de existir el 1º. de abril del mismo año.
* La “Paradoja Sujomlinsky”.
Vasili Alexándrovich Sujomlinsky (septiembre de 1918 - 1970),
no fue un erudito famoso ni un gran psicólogo investigador, fue
únicamente un maestro preocupado por sus alumnos, por todos
sus alumnos. Sin distingos o diferenciaciones buscaba, a través de
una pedagogía del amor, de la “Escuela de la Alegría”, que todos
y cada uno de los alumnos de su escuela en Plavísh aprendiera, en
primer lugar, a estudiar. De aquí la paradoja: “No es función de la
escuela enseñar a los niños; su obligación estriba en enseñarles a
estudiar ya que deben ser los niños quienes por sí mismos vayan
aprendiendo”(9) .
Sujomlinki pudiera ser considerado como la versión rusa de Freinet, por los paralelismos en las vidas de
ambos pedagogos. Para ambos casos se pudiera reseñar lo mismo: Nació en el seno de una familia
humilde, por lo que sus primeros años se caracterizaron por las privaciones. La guerra que se desarrollaba
en el país, cuando era joven, lo obligó a enrolarse. Fue herido en batalla, lo que le dejó secuelas para toda
la vida y fue licenciado y regresado a su casa. Al regresar se dedicó a la docencia; sus dolencias le
impedían en ocasiones continuar con la clase, debido a la fatiga. Su gran amor a los niños le hizo buscar
las formas de hacerles más accesible el conocimiento. Rechazaba la escuela memorista, clasista y
homogeneizante de los niños. Reconocía que un gran interés infantil por el estudio pasa por el camino del
trabajo. Nunca intentó establecer un método, sino que se entregó por entero al desarrollo de la naturaleza
del niño. Reconoció que la labor de la escuela implica no sólo la información sino la formación del niño
dentro de una integridad social. Trabajó con los niños y con los maestros y los padres de los niños, con el
fin de no deshacer la integralidad individual de cada uno de ellos.
Sus libros más importantes son: “La Educación del Colectivismo en los escolares” (1956); “La Educación
de la actitud comunista hacia el trabajo” (1959); “El mundo espiritual del escolar” (1961 ); “ La
Educación de la Personalidad en la Escuela Soviética” (1965); y sobre todo: “La Escuela Media de
Pavlísh” y “Mi Corazón es para los niños”, ambas publicadas en 1969, poco antes de su muerte. En total
escribió cerca de 30 libros y 500 artículos.
La única forma posible de enseñanza es la que se apoya en el hecho de la infancia y en las vivencias de
los niños. Debemos enseñar viviendo, descubriendo la realidad con ellos, jugando, divirtiéndonos, tal
como el niño quiere vivir. Sólo así logramos seres satisfechos, felices, que van a la escuela con alegría
porque en ella se encuentran a sí mismos ya que pueden ser lo que realmente son: niños.
Sujomlinski huye de toda aquella educación que no se adecua al ritmo personal del alumno. Se sabe
también que en la Escuela de la Alegría nadie es reprobado ni se pretende que todos logren buenas notas;
las calificaciones, como dijo alguna vez Montessori, sirven para hacer distingos entre los niños y para
desmotivar a aquellos que no obtienen las mejores notas. Siguiendo este principio Sujomlinski logró en
dos años disminuir a la mitad el número de alumnos que escribían con faltas de ortografía.
Para lograr este deseo de superación e inculcar los deseos e inclinaciones hacia el estudio, es necesario
crear un ambiente de laboriosidad, un clima estimulante y estimulador, o sea, lo que Sujomlinski
denomina “Campos de Tensión” que son, principalmente, de orden intelectual, moral, laboral y estético.
La “Paradoja Sujomlinski”, o sea, el enseñar a estudiar, más que enseñar conocimientos, se lleva a cabo
en una atmósfera general de laboriosidad y superación que estimula la propia actividad infantil. Esta
atmósfera sólo se logra en la colectividad es, pues, quien posibilita la formación del hombre o mejor
dicho de la persona (puesto que Sujomlinski cree en el hombre perfectivo e interior) dándose así y de
nuevo, paradójicamente, un intento de personalización educativa a través de un ambiente colectivista y de
grupo compacto (10) .
Notas
1- Nicola Abbagnano y A. Visalberghi. Historia de la Pedagogía. México, 1993: Fondo de Cultura
Económica. p. 655.
2- Francisco Larroyo. Historia General de la Pedagogía. México, 1990: Editorial Porrúa. p. 619.
3- Abbagnano. Loc. cit.
4- Larroyo, Loc. Cit.
5- Abbagnano. Op. Cit. p. 656.
6- René Hubert. Tratado de Pedagogía General. México, 1981. SEP- El Ateneo. p. 362.
7- Medinski, E., citado por Antón Makarenko. Conferencias sobre educación infantil. México, 1985:
Ediciones de cultura popular. p.p. 89-90.
8- Margarita Hernández, Et al. Makarenko y la Educación Colectivista. México, 1985: Ediciones El
Caballito- SEP Cultura. p. 152-153.
9- Antoni J. Colom Cañellas. Sujomlinski y el personalismo educativo en la Unión Sovietica. Cuadernos
de Pedagogía. No. 66. Jun. 1980. España.
10- S. Solovéichik. La Paradoja Sujomlinski. URSS, 1975. p. 2- 47.
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