afrontemos el desplazamiento - Suprema Corte de Justicia de la

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AFRONTEMOS EL DESPLAZAMIENTO
José Ramón Cossío D.
En diciembre del año pasado publiqué en este espacio el artículo Nuestros desplazados.
En él traté de llamar la atención sobre la situación jurídica de quienes por conflictos
armados, violencia, desastres naturales o persecuciones, principalmente, se ven forzados
a abandonar sus hogares sin dejar de vivir en nuestro país. Igualmente, proporcioné los
datos del número de personas que se encuentran en tal condición, tomados de los
trabajos de Laura Rubio (ITAM) y el Norwegian Refugee Council. Para finalizar señalé la
necesidad de establecer medidas jurídicas eficaces para impedir la violación de los
derechos humanos de quienes ya han sido desplazados y de quienes podrían llegar a serlo,
a partir de la reflexión ordenada sobre el fenómeno, sus causas y efectos.
Hace unos días el senador Robledo me hizo llegar el libro El desplazamiento interno
forzado en México. Un acercamiento para su reflexión y análisis, coordinado por Oscar
Torrens y publicado por el CIESAS, el Senado y El Colegio de Sonora en 2013. Presentación,
prólogo e introducción aparte, el libro se compone de 8 estudios. En ellos se considera el
fenómeno del desplazamiento a partir de diversos ejes, en buena medida concurrentes.
En cuanto al ámbito espacial, primordialmente se analiza lo ocurrido en Chiapas, Oaxaca y
Sonora, aun cuando con motivo de la llamada “guerra contra el narco”, se alude a la
situación prevaleciente en el Occidente y Noreste del país. Sobre esta geografía se
identifican algunas causas generadoras de los desplazamientos, destacando las “guerras”
por el levantamiento del EZLN y “contra el narco”, ciertos proyectos de urbanización
forzada, la construcción de algunas presas y conflictos religiosos. Correlacionados con los
temas geográficos y causales, algunos artículos identifican como clases de sujetos
especialmente afectados, a mujeres, niños e indígenas.
Los planos transversales que siguen los autores en sus análisis muestran la complejidad
de los fenómenos de desplazamiento forzado interno. Chiapas, la “guerra” y la condición
de madre o simplemente de mujer, son desafortunadas condiciones para verse forzadas a
abandonar el hogar. También lo son Sonora (o Michoacán) y la “guerra contra el narco”, o
Oaxaca, la construcción de una presa y la pertenencia a una etnia. Sin haber una
causalidad directa o una linealidad explicativa, es posible advertir “condiciones
propiciatorias” para verse en riesgo de ser desplazado. Creo que este es uno de los
méritos del libro que comento. A partir de esta conclusión, me parece que hay 2 tipos de
acciones públicas a tomar, desde luego mediante las correspondientes formas jurídicas.
El primero de ellos, de carácter preventivo, debiera darse identificando los factores
generales que pueden llevar al desplazamiento. Más allá de lo agraviante que puedan
resultar y sin que por ello no deban existir acciones públicas para remediarlas, puede ser
que algunas condiciones sociales no generen por sí mismas desplazamiento forzado. Si,
como parece ser, lo que genera esta desesperada acción es la concurrencia de varios
factores, lo relevante es desactivar uno o varios a fin de evitar que segmentos cada vez
más amplios de la población vayan por ese camino.
El segundo tipo de acción pública es remedial. Dado que el desplazamiento forzado es en
sí mismo violatorio de derechos humanos, es preciso corregir las situaciones de quienes ya
están desplazados y sufren los efectos. En la Introducción al libro, Torrens describe: “En
casi todos los casos el desplazado forzoso por conflicto interno sufre desprecio y es
estigmatizado como ‘subversivo’ o ‘de izquierda’, o ‘delincuente’, o como aquel que llega
a disputar espacios, recursos, empleo por lo que el desplazado interno se convierte en
desterrado, siendo el conjunto de mujeres, niños y adultos mayores el grupo más
numerosos y vulnerable. Los primeros efectos negativos de la migración forzada es que los
grupos o individuos huyen con escasos bienes, si es que hay oportunidad de hacerlo, y el
vacío de la documentación (porque la destruyen, la olvidan, o la pierden) los deja sin
identidad, con pocas posibilidades de ejercer sus derechos. Por lo normal, quien se ha
desplazado involuntariamente y de manera forzada no tiene acceso a los servicios básicos
ni a ciertos apoyos gubernamentales, por no mencionar la pérdida de sus bienes. El
desarraigo, el sentimiento de frustración, desarticulación familiar, pocas posibilidades
para la reparación de daños o indemnizaciones se suman a las dificultades para acceder a
la justicia”.
El libro El desplazamiento interno forzado en México tiene la importancia de hablar bien
de un tema del que poco se habla entre nosotros. Tiene también la virtud de explicar el
modo como en ciertas regiones, diversas causas han afectado a un número considerable
de personas en el goce más básico de sus derechos. Ni la mera publicación de él ni sus
interesantes explicaciones son, sin embargo, suficientes para comenzar siquiera a
resolverlo. El único modo de hacerlo ahora cuando el problema no tiene las
desafortunadas magnitudes (como en Colombia, por ejemplo) es, desde luego,
tomándose en serio el problema para hallar las mejores formas de eliminarlo o, al menos,
paliarlo lo más y mejor posible, además de prevenirlo. Ello no será posible si no se hace
desde la empatía hacia quienes, entre nosotros, han perdido casi todo, tal como este libro
nos muestra.
@JRCossio
Ministro de la Suprema Corte
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