EL NIHILISMO Y LA FILOSOFIA DEL ABSURDO El término Nihilismo significa: Doctrina de la “nada” o del vacío. Brevemente, diré que el nihilismo es una posición filosófica que argumenta que el mundo, y en especial la existencia humana, no posee de manera objetiva, ningún significado, ningún propósito, ni verdad comprensible o valor esencial superior. La “filosofía del absurdo” establece que los esfuerzos realizados por el ser humano para encontrar el significado dentro del universo fracasarán finalmente debido a que no existe tal significado, caracterizándose así por su escepticismo en torno a los principios de la existencia. La filosofía del absurdo nace a partir del movimiento existencialista (Kierkegaard, Camus, Sartre), como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en el devastado país de Francia. Cabe preguntarse pues ¿Es posible que todo sea nada? ¿De donde procede el concepto de la nada? A mi modo de ver, los conceptos “todo” y “nada” son mutuamente exclusivos, en virtud de que si existe el uno, no puede existir el otro. La nada, para mí, tiene poco sentido porque todo cuanto empíricamente existe, viene a negar rotundamente la existencia de la nada. Por ejemplo, el hecho de que yo existo y de que existe el universo, en mi entorno, me lleva a la conclusión lógica de que la nada es pura utopía, producto de una perspectiva filosófica equivocada. En mi opinión, el concepto de la nada pudiera proceder de dos fuentes: • De la perspectiva humana fundamentada en la perspectiva de su propia mortalidad, la cual, aparentemente, todo se reduce a nada. • De la ley universal de cambios, la cual no permite que algo sea permanente, en el sentido de que aquello que es temporal significa que no tiene estatus, más allá del tiempo, es decir, es de naturaleza transitoria, en función de que está sujeta a nacer, crecer y morir. Para llegar a entender bien esta problemática, hay que considerar que, en el humano, convergen dos realidades: La realidad espiritual, merced a haber sido creados a imagen y semejanza de Dios y la natural o física, muy parecida al animal. Ahora bien, la perspectiva intelectual, en la dimensión del pensamiento, la cual toma como punto de referencia al ego humano, cae naturalmente en su propio vacío existencial, en virtud de que el humano fue creado por Dios, o una fuente externa a él, no por su propio poder. Consecuentemente, la nada significa el poder humano, lo cual conduce inexorablemente hacia el absurdo y hacia la alienación. Sin embargo, la perspectiva espiritual, la cual toma como punto de referencia al Creador universal, el cual trasciende la temporalidad, por ser de carácter eterno o permanente, tiende a proyectarse en el “todo” existente, integrándose espiritualmente y encuentra propósito en cualquier observación, en virtud la ley de causalidad o causa-efecto, en el sentido de que toda consecuencia o efecto, es necesariamente, producto de una causa que lo origina. En definitiva, sin la concepción de Dios, se cae, inexorablemente, en la nada. Dios es la causa y todo lo existente, la consecuencia. De existir realmente la “nada”, no habría causa ni consecuencia, en virtud de que un hipotético y enorme vacío lo cubriría absolutamente todo.