Un régimen sancionatorio aduanero justo para salvaguardar los

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Un régimen sancionatorio aduanero justo
para salvaguardar los intereses nacionales
El país necesita cambiar su regulación aduanera para ponerla a tono con la
dinámica del comercio internacional. Ello requiere simplificar y facilitar
procedimientos en el marco de la normativa andina y demás disposiciones
internacionales, en el tratamiento de los diferentes regímenes aduaneros. Esa es
la directriz que traza la Decisión 618 cuando dispone incorporar progresivamente
las recomendaciones del llamado Convenio de Kyoto.
En esencia eso es el Proyecto de Regulación Aduanera cuya divulgación,
discusión y participación contó con la opinión de todos los usuarios del comercio,
los gremios, los entes oficiales; en fin, todos los concernidos, logrando finalmente
enriquecer el proyecto.
Un régimen sancionatorio con efecto disuasivo
Otro de los aspectos que urge tecnificar en aduanas es el sancionatorio, por
cuanto el hoy vigente contradice sus fines de servir de instrumento, junto a la
simplificación y facilitación, para alcanzar los objetivos de la aduana. El Decreto
2685 de 1999 contempla cerca de 300 faltas donde se sanciona más las
formalidades que el fondo de las conductas; incurre en una tipificación anti técnica
de las infracciones, dejando por fuera muchas obligaciones que de incumplirse no
causan ninguna consecuencia para el infractor. Es así como el actual régimen
sancionatorio ha perdido su natural efecto disuasivo.
Lo anterior ha derivado en casos realmente aberrantes: personas a las que se les
ha multado por hechos graves, además de habérseles decomisado mercancías en
varias oportunidades y, no obstante, la DIAN no les puede cancelar la
autorización, y debe tolerar que sigan actuando en el escenario del comercio
internacional.
Un operador de comercio exterior hoy puede ser condenado por delitos de tráfico
de armas, lavado de activos, contrabando, y no existe una herramienta jurídica
para que la autoridad aduanera lo cancele como operador de comercio exterior, y
así evitar que el comercio internacional sea utilizado como instrumento al servicio
del delito. Podrían citarse otros ejemplos que muestran a una Aduana, y por ende
al Estado y a la sociedad, indefensos ante el fraude.
Casos como estos no deberían seguir ocurriendo; por ello, el proyecto introduce
cambios que garantizan el cumplimiento del efecto disuasivo que se pretende.
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Proporcionalidad en la aplicación de sanciones
El Proyecto de Regulación Aduanera contempla la drástica sanción de cancelación
para el operador de comercio exterior que participe en operaciones vinculadas a
actos delictivos; como tal, evitará que se sigan simulando operaciones de
exportación para luego defraudar al estado con devoluciones de IVA; impedirá
realizar operaciones de comercio en favor de personas inexistentes; u ocultar la
identidad de quien hace cuantiosas importaciones a nombre de una persona que,
por su ingenuidad o ignorancia, no advierte las consecuencias de prestar su firma,
asumiendo responsabilidades que no le corresponden. Incluso, la persistencia en
cometer infracciones consideradas graves en más de cinco ocasiones, dará lugar
a la cancelación de la autorización.
No se puede desconocer que en un gran volumen de operaciones se puedan
cometer errores, que de ser menores, tendrán una sanción leve e incluso podrían
no dar lugar a ella. Lo que la autoridad aduanera no puede seguir permitiendo es
la proclividad a la comisión de infracciones graves.
El Proyecto de Regulación Aduanera prevé un régimen sancionatorio coherente,
garantista; que salvaguarda el derecho de defensa, con amplios términos para
controvertir y presentar pruebas. Se establece que los errores de forma en la
declaración de aduanas, que no impliquen disminución de los derechos e
impuestos, ni violación de restricciones a las mercancías, no causarán ninguna
sanción.
Se mantiene la figura del silencio administrativo positivo, que resuelve en favor del
procesado, la investigación que la DIAN no resuelve dentro del término que tiene
para ello.
Se suprimen las aprehensiones de mercancías por errores de descripción, lo que
dará lugar a la corrección de la declaración de importación, más no al decomiso de
las mercancías, como hoy sucede con el actual Estatuto Aduanero.
El término de caducidad se fija en 4 años para que dentro de dicho plazo se inicie
y concluya un proceso de Fiscalización; a diferencia de lo que hoy ocurre, que rige
un término de 3 años para iniciar el proceso, pero el plazo para su conclusión es
indefinido, hecho que puede producirse más allá del cuarto año.
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En conclusión, los usuarios del comercio internacional y los colombianos en
general, pueden estar seguros que el nuevo régimen busca sancionar las
infracciones aduaneras por su real trascendencia: levemente las menores; con
mayor severidad las graves; y, drásticamente las gravísimas.
Las aduanas son un eslabón importante en la cadena del tráfico internacional de
las mercancías. En sus manos está no sólo el velar por el cumplimiento de las
formalidades propias del ingreso y salida de mercancías del territorio nacional y de
la debida recaudación de los derechos de aduana. También está la protección de
altos intereses de la sociedad, como la vida y la salud de personas, de los
animales y de las plantas; la propiedad intelectual; el mercado sano; el patrimonio
cultural; la seguridad nacional, amenazados por el contrabando y, en general, por
el fraude aduanero, que es la expresión que involucra toda forma de violación a
las regulaciones del comercio internacional.
De allí la gran responsabilidad que asiste a quienes de una u otra manera
participan en la discusión y formulación de la normatividad que regulará el
comercio internacional de mercancías.
Nueva legislación aduanera…Por un comercio fácil, seguro y
competitivo, para una aduana moderna.
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN
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