Héroes

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Perfiles y Rasgos
Por: Horacio Andrade
Héroes
Un tema que viene muy a cuento ahora que estamos en el año del
Bicentenario, es el del héroe. Y es que a lo largo de los siglos, prácticamente
desde que el ser humano apareció sobre el planeta, esta figura lo ha
acompañado. Tan es así que Carl Gustav Jung, el padre de la Psicología
Analítica, considera que el héroe es, precisamente, uno de los arquetipos que
pueblan el inconsciente colectivo, que es ese sustrato simbólico común a toda
la Humanidad, del que se alimentan sueños, mitos y fantasías.
Los héroes son, entonces, parte consustancial de nuestra naturaleza. Sin ellos
no podría concebirse, por ejemplo, a la mitología (ni, claro, sin sus
correspondientes antihéroes); de hecho, tampoco podría pensarse en una
historia en la que estuvieran ausentes, por más que algunos historiadores han
abordado el camino recorrido por la humanidad desde una perspectiva de la
vida cotidiana, más que de las grandes gestas, buscando “desacralizarlo” y
quitarle cargas emocionales que pueden restarle objetividad.
Claro que, por un lado, a quién se considere héroe dependerá de quien escriba
la Historia: hay personajes que pueden ser vistos desde ópticas muy diferentes
y ser tomados como ejemplares por algunos, mientras que son percibidos por
otros como contrarios a lo que sería un modelo de conducta.
Cuando los historiadores tienen preferencias, o intereses de algún tipo, o
cuando están muy identificados con una ideología, no hay medias tintas, todo
es blanco o negro, bueno o malo: al héroe se le ocultan los defectos, errores y
debilidades, y al antihéroe o villano no se le reconocen los méritos o acciones
positivas.
Nuestra historia patria está llena de esos personajes que se encuentran de uno
u otro lado de la línea que divide al bien del mal, pero prácticamente ninguno
se encuentra en la línea misma.
Por otro lado, hay distintos tipos de héroes: los vencedores, los estóicos, los
mártires, los traicionados, los de nobles sentimientos, los fríos y calculadores,
los emocionales, los persistentes, los vivos, los muertos… la lista es
interminable, y cada una de estas categorías simboliza algo distinto.
Dime a quién admiras…
Es interesante saber con qué tipo de héroes se identifica cada quién, porque
de esta manera se puede explicar y hasta predecir en cierto modo su conducta.
Por ejemplo, decía Octavio Paz que a los mexicanos, más que el brillo de la
victoria, nos conmueve la entereza ante la adversidad. Esto explica por qué la
mayoría de nuestros héroes son trágicos, y nos identificamos más con aquéllos
que lucharon hasta el final pero fueron derrotados (como el Héctor de la Guerra
de Troya), que con los que de manera arrogante los vencieron y arrastraron
muertos atados a su cuadriga (como Aquiles).
Al héroe se le puede admirar por una de dos razones: la primera es porque
representa todo aquello a lo que aspiramos, encarna lo que queremos ser o
posee las cualidades que nos gustaría tener. Es el héroe como modelo y, por
supuesto, puede ser real (vivo o muerto) o ficticio, de la misma forma en que
puede ser visto como héroe por unos y como antihéroe por otros.
Un caso típico es el de muchas de las celebridades admiradas por los jóvenes,
que no necesariamente son héroes (aunque sean tomados como tales), pero
que definitivamente sí representan para ellos patrones de comportamiento a
seguir, por más que para sus padres signifiquen exactamente lo contrario.
La segunda razón es porque el héroe representa al salvador, al que va a
proteger a las personas o a la comunidad del peligro, o de alguna manera les
va a traer beneficios. En este caso, los que ven al héroe como tal terminan
dependiendo de él, enajenan en él su propia capacidad para hacer frente a las
situaciones, y por lo tanto evaden su responsabilidad.
En la medida en que el héroe crece, la gente que lo admira se vuelve más
pequeña. El pretexto será, por supuesto, que es el héroe quien tiene
capacidades superiores a las del resto de los mortales, sea porque le fueron
conferidas, sea porque las desarrolló con un gran esfuerzo y perseverancia.
Las organizaciones también tienen sus héroes, y su mitología puede estar
poblada de varias clases de ellos. Habrá que ver en cada caso qué tipo de
héroe se tiene, si el que constituye un modelo de conducta, de una conducta
que finalmente puede ser emulada por quienes lo admiran, o el que es el único
que puede hacer las cosas, generando no sólo admiración y hasta pleitesía por
parte de sus fanáticos, sino también relaciones de dependencia insana que,
lejos de hacer crecer a la gente, la achican y la vuelven incapaz de hacer las
cosas por sí misma.
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