que sustituyen una especie arbórea por otra. Si estos bosques son respetados un tiempo, el hayedo tiende a recuperarse, como lo atestigua el gran n ú m e r o de hayas jóvenes que se encuentran en el sotobosque de algunas zonas del pinar. Discusión y conclusiones Las comunidades comparadas presentan unas características estructurales peculiares que las hacen fácilmente diferenciables unas de otras, y esto en cuanto a riqueza florística, densidad y repartición de las plantas, altura, desarrollo y densidad de los estratos, etc. (figura 4 ) , así como espectros de formas biológicas (figura 2 ) y de distribución corológica (figura 3 ) . La substitución en el estrato arbóreo de un planifolio caducifolio, el haya, por un aciculifolio perennifolio, la conifera Pinus sylvestris, conlleva una serie de cambios cruciales en cuanto a ritmos de la comunidad, iluminación, dinámica de nutrientes, etc., que se manifiestan estructuralmente por la substitución de algunas especies por otras ( a u m e n t o de las especies de Vaccinio-Piceetea, figura 1 ) , la diversificación del estrato herbáceo y la presencia de estrato muscinal (figura 4 ) , la proliferación de especies heliófilas y caldcólas (figura 1 ) , entre otros. La m e n o r densidad de los pinares implica a su vez una mayor facilidad de tránsito que produce aún mayor abertura, en una especie de retroalimentación positiva que tiene por conclusión el pronunciamiento de las tendencias estructurales comentadas, hasta la total desaparición de las plantas nemorales y, en el extremo, la instalación de pinos exclusivamente con herbáceas, la mayoría pratenses. El conjunto de comunidades estudiadas presenta una distribución diferencial d e n t r o del valle, que d e p e n d e de diversos factores, en muchas ocasiones directa o indirectamente l i g a d o s a procesos de evolución ambiental, dinámica y sucesión. Dos factores son los principales responsables de la evolución de la vegetación en el valle y, en consecuencia, indirectamente de su distribución en mosaico, los procesos geomorfológicos y la intervención h u m a n a . Esta última está representada principalmente por las actividades forestales, y en m e n o r medida, por la explotación ganadera, aquí relativamente débil. Las pendientes pronunciadas y la frecuente presencia de pedregales inestables, típicos de las zonas calizas de m o n t a ñ a , cuentan entre los primeros, así como los procesos de erosión, extremados en toda esta zona (CLOTET, 1 9 7 9 ) . Dichos fenómenos condicionan la formación de los suelos de los cuales d e p e n d e n tan estrechamente las plantas, además de constituir un obstáculo físico directo a la instalación de éstas. En casos extremos, impiden la presencia misma del bosque, y éste será probablemente el origen de los extensos bojedales que cubren la solana del valle (SORIANO & SEBASTIÁ, 1 9 9 0 ) . Sin e m b a r g o , no ocurre así en la zona inferior, d o n d e , gracias a los acúmulos de materiales procedentes de partes más