Revista de extensión agraria

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I
AS PODAS DAN VIDA
A LAS EN12NAS
El buen empleo del hacha es indispensable para la formación, buen desarrollo y abundante fructificación de
la encina.
La poda es una operación fundamental para que las encinas cumplan
su principal objetivo económico que
es la máxima producción de fruto,
compatible con el mantenimiento de
su vitalidad.
PODA DE FORMACION
Desde muy pequeña, cuando las
chaparritas tienen de 8 a 11 años,
según su desarrollo, se le quitan las
ramillas bajeras, ya que éstas le perjudican para la formación del fuste, que
no debe ser inferior a dos metros. No
se quitan de una sola vez, sino en dos
fases. En la primera, se le quitan las
ramillas situadas en la mitad inferior
de la altura, procurando que en la
parte superior quede una sola guía
hasta formarse la cruz de la inserción
de las ramas primarias. Con una
segunda poda de esta clase, a los 10 ó
15 años, según su desarrollo, puede
quedar formada la encina. Se debe
procurar siempre que queden dos ramas primarias o tres como máximo,
para que la distribución de la savia en
la encina sea lo más uniforme posible,
lo que garantiza su mayor desarrollo.
No se debe dejar al extremo de cada
rama de primera, más de dos ramas de
segunda. Conseguir una copa suficientemente repartida es lo que da máxima
producción de fruto. Lo mencionado,
en algunos casos no se puede hacer;
puede ocurrir que en las encinitas que
se están formando quede una zona
descargada respecto a la otra. En este
caso, para compensar esa diferencia, se
debe dejar que quede equilibrada en
todas sus partes, dejando en el lado
más descargado tres ramas de segunda,
en vez de dos.
Los cortes que se produzcan por las
podas, deben darse siempre lisos y verticales para ' que resbalen bien las
aguas. Se darán a ras del tronco o de
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las ramas. Los cortes deben ser cubiertos con un producto cicatrizante con
objeto de evitar la entrada de gérmenes inconvenientes.
PODA DE CONSERVACION
Es imprescindible efectuar periódicamente una operación de limpia para
lograr la máxima producción. Esta
operación se debe realizar cada 6 ó 7
años. Es conveniente distribuir la superficie del encinar, si ésta lo permite,
en siete lotes, y así todos los años se
puede limpiar uno conforme vayan
cumpliendo este lapso. A las encinas
que ya se les haya efectuado la poda
de formación sólo debe quitárseles las
ramillas chuponas e interiores y dominadas, entresacando sin exceso todas
aquellas que estén muy espesas en las
partes superiores.
PODA DE MEJORA
En aquellas encinas que no fueron
bien tratadas en su juventud o en
aquellas bien formadas desde su principio, pero que se encuentran en mal
estado vegetativo, bien por encontrarse
en suelo de poca calidad, por sequías
continuas o por estar atacadas de
diversas plagas, etc., y que presentan
síntomas de caducidad por falta de las
ramas fructíferas, se efectuará una
poda intensa. En algunos casos debe
dejarse en las ramas que se corten, un
muñón de 40 a 60 cm, desde su inserción al tronco o ramas, según el caso.
Esto da origen a vigorosos brotes que
se convierten en nuevas ramas fructíferas. Los cortes deben darse lisos y verticales para que resbalen bien las
aguas, evitando el riesgo de pudrición,
y deben ser recubiertos con un producto cicatrizante y desinfectante, bien
cortidón o alquitrán, para evitar la
entrada de gérmenes.
PODA DE ENCINAS CADUCAS
Y ENVEJECIDAS
Para alargar la vida de las encinas
ya envejecidas en toda su copa, se
puede efectuar la operación de mejora
en todas sus ramas primarias, operación que suele denominarse «cuarteo»;
en realidad, esto es un recurso cuando
ya no existe otra solución. Así, se
puede obtener una nueva encina regenerada, que seguirá produciendo durante muchos arios más. Si al aplicar
este sistema la encina no responde, se
cortará al ras del suelo sin descuajarla
nunca de todas sus raíces, porque es
muy posible que se produzcan brotes
de cepa, de las que se forman nuevas
chaparritas, a las cuales se aplica el
primer tipo de poda descrito.
Pedro Márquez
Reyes
Del Cuerpo de Guardería Forestal
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