13/1959 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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La enci n a
MADRID
JUL10 1959
N.• 13- 59 H
y su poda
Alberto Vela de Pclacio
Ayudante de Montes.
MINISTERIO DE
AGRICULTURA
DIRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO
Y CAPACITACION AGRARIA • SECCION DE CAPACITACWM
LA ENCINA Y SU PODA
lle todas ías cuestiones que tienen relación con el tratamiento cíe los árboles, pocas han sido objeto de más enconaclas discusiones que las podas. Para unos, las ramas.
eran en los árboles como los brazos y las piernas para los^
hombres, y al cortarlas se los mutilaba, poniendo en grave
peligro su vida. Para otros, había que podar sin miedo,
para rejuvenecer, estimular la savia, dejar entrar la luz.
y, en las encinas, obtener mucho fruto y... ^nitirho ccr^rbri^a,.
cuanclo los carbones han tenido grandes precios, olvidando^
la sabia mátima fundamental selvícola de que el hacha clel
podador no ha de ser el hacha del carbonero ; olvido que es
la causa de la catástrofe de miles de hectáreas de encinaiespañol.
Hay que reconocer que las podas han tenido particlarios
y enemigos aun entre los técnicos y los propietarios bien
preparados y cuidaclosos.
1?n Francia, al final del siglo pasado se impttso el modo^
de podar que el vizconde de Couxvnr. practicó cíurante cuarenta años en sus grandes y magníficos bosques cíel I)epartau^ento del Aisne, lincíante con las Ardennes. Métocíos que^
fueron patrocinados nada menos que por el eminente hombre de ciencia M. llECAisNE, en aquel tiempo llirector del
Museo de Historia Natural, y también por el entonces Conservador de Aguas y Bosques de la región cle París.
He tenido la ocasión de leer en la magnífica biblioteca
del Instituto Superior Agronómico de París el interesante
libro que escribió, para exponer el sistema, el conde I^Es
CAxs, y visto muy felices aplicaciones de las podas com
fines ornamentales en parques y jardines franceses y belgas, cíoncíe realmente se hace con las ramas lo que se quiere, sobre todo en castaños de Indias, plátanos, arces, y no
digamos tejos.
I.as reglas prácticas que a continuación se exponen ei^
la forma abr-eviada que una Hoja divulgaclora impone, no
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se deducen sólo de los libros y trabajos extranjeros. S^m
el resultado cle observaciones hechas, rer^^rrien^lc^ tnu}- cer^^a de 25.000 kilbntetros en jeep, para ver bien 1^^ realizacl^^
en ^nclalur.ía en n^ateria de podas, cruzanclo stts m^mtes a
pie, a la vez que uyencl^^ a tér.ni^^^^^ y pr^^pietarios cle eotnpetencia y los más afamaclos po<la<lures clel país.
Cuidado de los encinares.
Si se pretencle adniirar la belleza cle ttn árlx^l <^ conocer su esta^lo veg^etativo y su porvenir, parece suficiente mirar a su tr^^nco y a su copa. 1'ero es preciso tener tnu}- en
cuenta también el suel<^. Porque llios, el artífice suprem^>
a través de la Natttraleza, que es obra su}•a, ha puesto o ha
Fig. 1.-Corpulenta encina cíel término de Constantina (Sevilla), a los dos años
de la poda.
negado a la tierra madre e1 poder creador para que los árboles se desarrollen formando los bosques.
Es preciso tener mtty en cttenta que en las encinas, especie forestal de extraordinaria importancia en España,
como en la mayoría de los árboles, el desarrollo vegetativo
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y la i'ructifiraci6n n<^ del^enden tanto <le las sustancias nutritivas de que pueden disponer aqttéllos com^^ de la relación que existe entre el desarrollo de las raíces y la cantidad de ramas y de hojas que constituyen las copas.
En sttelos ricos y prolundos y encinares bien tratados,
las p^das deben linlitarse a quitar las rainillas chul^onas
hara facilitar la entrada de la luz que una buena ^fructificación requiere. I:n terrenos Tnuy pobres es una solución disminuir el nútnero de pies, ya que auinentar los recttrsos del
suelo en agua y nitratos no es cosa fácil. Y en los encinares nial tratados, con podas salvajes que han podrido muchas ramas prin^ipales, el forestal no puede actuar com^^
quisiera y se ve obligado a realizar podas de verdadera cirugía para atajar un inal mayour.
Debiendo existir un equilibrio entre las raíces y las ramas, no hay que elvidar que las primeras muchas veces no
l^ueden desarrollarse y salir de un espacio limitado de tierra, que en general se empobrece cada vez más. Y que si
la balanza veg-etativa se desequilibra, el desarrollo y aun la
vida de las encinas están en grave peligro. Y ello justifica
la necesidad de realizar las podas precisas, en general c^n
mayor intensidad en encinas que estén situadas en terrenos
pobres y secos, y no espaciadas debidamente.
Resumiendo, podemos decir que el cuidado de íos encinares exig-e, a la vez, mirni^ ^^arrcho l^^s á^rholes, ade^rt^cí.c de
c^.r^lr^Yai^ ^^ ^•olrr^cer el sT.ielo.
Re^las para la formación y poda de encinas.
I:1 tratauziento selvíc^la de las encinas debe ^Eavorecer
su buen desarrollo y formación para obtener la ^náxima
productividacL Se ha de pror.urar también que teng^an un
tronco sano que produzca buenas piezas de madera cttand^^
deban apearse los árboles.
Las realas selvícolas precisas conlln-enden varias fases :
La ^ri^tliera es la sien^bra ^le la bellota hara repoblación
artificial, o la roza de la mata ezltre ^los tief°ra.r, si ^le lo qtic
se trata es de rebenerar el monte.
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La se^^^tti7^tcfa^ tiencle a Ía^'-ilitar el ^lesarr<^ll^^ ^le l^^s l^ecjtteñt^s tallos y a crear c^un ell^^s httelws chaparrt^s jóvelies en
el 11^enor tienl^o.
La tercera fav<^reec la j^^rlnaeibn clefinitiva cle las r^^l^as,
l^al-a facilitar el má^imu i-en^lilliietitc^ eri írut^>.
Y la czr,artct da los medi^^s de regenerar lus ^^ics l^ró^:i]n^^s a la cadttciclacl, en f^>1-ma tal c^ue faciliteli br^^tes cahaces cie ^^roclueir nuevas }^emas ^íe i=rutc^, qtieclan^l^^ l^ar^t
I>ies cle tntteha edacl la ^^osibilicla^l cle, en lun^r cle ^l^earl^^s,
Fig^. 2.-Regeneración obteniila en un tronco reviejo y semiseco, practicando
en él una poda fortísima, a vida o muerte. (Navalagrulla, Sevilla.)
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realizar un esf.uerzo para su i-eg^eneración, procediendo a
d e.rcc^bezardos.
Esta operación, en inuchos casos da lug^ar a un buen rebrote y forma una nueva copa, capaz de hrolong-ar la vida
de la encima y, con ello, su fruto (fig. 2).
Operaciones a realizar.
A continuación se dan reg^las y explicaciones sobre las
operaciones a realizar, tratando de constituir un resumen
sinté^tico cle un huen tratamiento selvícola de la encina.
Fig. 3.-Encina joven, procedente de un encinar destruído y regenerado. (Finca
« El Carrascal», término de Arganda del Rey.)
- ^ ^ ^iPOSTADO.
1'ueden considerarse como liml>ias las oheraciones que
se hacen para elegir, y- favorecer el crecimiento y- formar
bien las horquillas ^le ramas principales en las encinas jóvenes. Iat^^ constituye el apost^zdo, ^or el ctlal los brotes
due en profusión hroducen las cel^as que hroceden cle pies
^ortados o matas rozaclas, se ctii^lan hara obtener la reg-cneraci^m ^le los montes que se encuentran en estacio de matorral. l,as reg^las selvícolas ^le ttn buen af^ostc^clo son las
de ele^;^ir eutre lo^ brotes los tres o cuatro nlás robustos,
cíerechos }' elevacl^^s, ^lespojánd^^los con to^lo cttida^lo de las
ramillas bajas en tln l^oco más de la mitacl de stt altura. La
Fig. 4.-Comienzos de regeneración y formación de un encinar talado. (Finca
«El Carrascal», término de Arganda del Pey.)
oheración es f^cil y barata, porque por la cuali^la^l aún herbácea de las ramillas puede hacerse con unas buenas tijeras de podar.
Los cortes se harán a ras del tronco.
Con esta operación, muy descuidada en los montes no
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tratados técnicamente, se g^anan muchos años pa^^ a el log^ro de chaparros altos y vigorosos (fig^. 3). lleben despttés
elegirse las altttras de los troncos y puntos de inserción de
las que serán después ramas principales del árbol. Lstas alttu-as habrán de ser mayoi-es o menores, según la clase de
suelo, su riqueza, cíima, altitud, exposición, etc.
También deberá procurarse al fornZar las copas, que las
ramas principales (en la encina, mejor tres que dos y que
cuatro) se hallen situadas con la posible simeti-ía y dirigidas hacia arriba en los priineros años, para hacer que la
savia se reparta bien al nutrir el árbol futuro (fig. 4). Para
Fig. 5.-Masa ioven de encinar podado dos años antes. (Constantina, Sevilla.)
ello puede sacrificarse a veces un brote mayor,.colocado en
forma menos simétrica, para dejar uno, más pequeño, que
ocupa mejor lug-ar. La savia, abundante, le ayudaría a i^-ualar a las otras ramas bien situadas.
Esta operación de aj^osta-do demostrará, con poco gasto,
y sólo a base de que el ganado no la estropee, su inmensa
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ventaja para lograr en menos de la mitad del tiempo un
chal^arral mag^níficc^ (fig. S ).
^ j,IMPIAS.
Las limpias suhonen la corta, en las encinas ya iortnadas, de ramillas y ramas chuponas de tnuy l^equeño diálnetro, que no deben pasar de seis o siete centímetros. Su
objeto es formar bien las covas, dando entrada a la lttz y
favoreciendo así la fructificación.
Se realizarán limitándose a la supresión de estas ramillas menores de siete centímetros ; dando los cortes siempre
lisos, y en estas ra-^ias pequeñas a ras de la yayyaa ^nayor
en clue se hallan insertadas. Los cortes serán verticales y,
cuando no sea posible, inclinados y ttn poco en pico de flattta.
• l'on.as o TAr.AS.
Se seguirá atendiendo a la formación de las copas y a
la conservación del repart=o simétrico de las g^randes ralnas.
Cuando se hayan de dar cortes que dejen secciones con
alg^uno de sus ejes nlayor de siete centímetros, serán cu-
I^ig. 6.-Modo de e[ectuar ]os cortes en la poda, para evitar se desgajen las
rarnas, desgarrando la corteza del tronco.
biertas con alquitrán de hulla u otro impermeabilizante protector. I:n las ramas horizontales se dejarán tetones inclinaclos 1>ara qtie resbalen las lltivias (fig^. 6).
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Llámase tala o cuarteo la operación de mejora de las
copas por supresión de ramas secas cuyos diámetros, en
una proporción mayor de 10 por 100 de las cortadas, sean
superiores a 12 centíinetros. No se deben cortar ramas
g^ruesas mayores de los 12 centímetros más due cuando
estén verdade^ramente seca.r o en estado vegetat,ivo ^nan.ifie.cta-^itiente decadente (fig. 7).
Fig. 7.-Yodas Euertes en ramas principales podridas que han rebrotado profusamente. (Castilblanco de los Arroyos, Sevilla.)
Si se trata de ramas secundarias, siempre se darán los
cortes dejando un muñón por lo menos de 30 centímetros,
con corte liso en pico de flauta poco inclinado o vertical,
para que las aguas resbalen y este tetón preserve al tronco
de la pudrición.
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Ll alquitrán ^^ iniperuieabilizallte j^r^rtector ser,í ^^l^li^^at^^rio en tcxlr^s est^^s casus.
Reglas para el corte de ramas primarias.
l'ara que se deban cortar de las ^^ue ccm^tituti-en la l^ri1>>era ^livisión del tronco han de esaniinar^e distintos ca,os :
l^-l^mtes de encinal- viejo, destr<^za^lo, ell l^^s que l^^^r di^^ersas causas los árboles han si^ío mal trata^lus, In-ocluciéncl^^^e ccm ello la pudrición.
Pig. 8. Una rama principal de enci^ia, palada acertadamente, qt^e mi^estra
ramaje desarrolla^lo ^Iespués. ^Castilblanco de los Arroyos, Sevilla.l
En est^^s enriuares .1^^ j>uede l^r^^^rribirse en absoltl.to la
crn-ta de ramas hrinlaria^ ^^ nul^- g^ruesas, secas, o en fralica deca^lencia ve^-etati^-a, c^ue se n^anifiesta en sus cortezas
agrietaclas ; así c^n^^^^ en ,us ramas gruesas huecas y en las
ramas ^- ralnillas due de ellas salen, con h^,jas secas, sin
_^-elnas de f rutos ^- cllbierta5 de lnus^;^^^ erl stls l^artes altas.
En est^^^s árb^^les no debe consentirse nunca la corta de
la rama l^rincipal ^a ra.c ^le tronco. 1)e esta lnala práctica
provienen grandes daños en los encinares viejos, doncíe de
cada diez árboles en que se podó así se han podrido ocho,
en lugar de cicatrizar y bi otar.
La poda de estas ra^nas principales, muy restringida
siempre a casos muy graves, debe hacerse larga, es decir,
dejando muñones, si se puede, de 80 centímetros a 1'30 metros de longitud, y dando los cortes muy bieu y, como ya
hemos dicho, en pico de flauta o verticales.
Además, se pintarán en todos los casos c^^n alquitrán.
Y sieynpre se cortarán las ranzas ^ri^^^aarici.c qicc sea forzoso suprimir, de 20 a 30 ce^atíi^ietros ^or ey^ci.i^^a dc^ la iztiserción de u^^za ra7na secundaria; las ra^^saas gr^rre.cas, podadas de este znodo, brotan casi sie^^2j^re, lográizdo.ce la rege^ieración del árbol (fig. 8).
Terminemos mencionando las medidas extre^nas cle verdadera cirugía torestal a que hemos aludicio. hecurs^> dc
de.rcabezado, que violenta aplicar, pero que hemos comprobado tiene éxito y da lugar a sorprendentes casos de abundantísimos rebrotes qtte producen fruto y prolongan la vida
de un árbol que parecía condenado a morir en plaz^ breve.
DEPOSITO LEGAL M. 3.109-1958.
GYÁPICAS UGU1^.4- NAURID
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