M. SORIANO, ET AL Intervención psicopedagógica en las dificultades del aprendizaje escolar M. Soriano, A. Miranda, I. Cuenca PSYCHOPAEDAGOGIC INTERVENTION IN LEARNING DIFFICULTIES OF SCHOOL CHILDREN Summary. In this paper we discuss the main contributions of the three theoretical perspectives of psychology –conductual, cognitive and socio-historical– of education when there are learning difficulties. Finally, we emphasize the inefficacy of interventions and the need for implication in both the cognitive and meta-cognitive problems, and the socio-effective and conductual problems of these students [REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-100]. Key words. Learning difficulties. Psychopaedagogic intervention. INTRODUCCIÓN Hace treinta y seis años, Samuel Kirk propuso un nuevo término, ‘dificultades del aprendizaje’ (learning disabilities), presumiblemente como un esfuerzo para ayudar a los padres y profesionales a comprender por qué algunos niños de inteligencia normal manifestaban problemas de aprendizaje y de rendimiento escolar, es decir, para describir a un grupo heterogéneo de niños que manifestaban ‘problemas inesperados’ para aprender. Desde que se produjo esta unificación terminológica y se crearon las dificultades de aprendizaje (DA) como una categoría educativa, este campo ha estado y continúa estando impregnado de persuasivos debates y desacuerdos sobre la definición, los criterios diagnósticos, la evaluación y los procedimientos de intervención. PREVALENCIA DE LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE Los índices de prevalencia son difíciles de determinar, no sólo debido a las diferencias en cuanto a las definiciones y los criterios diagnósticos que se emplean, sino también porque la prevalencia está relacionada con las exigencias del sistema escolar. Además, en la literatura especializada se enumeran una gran cantidad de factores que pueden afectar a la estimación de la prevalencia, como la localización geográfica, las características del lenguaje, el género y la herencia. De modo general, se estima que la prevalencia de las DA oscila entre el 5 y el 10% de todos los niños en edad escolar [1,2] lo que sugiere que entre uno y tres niños por aula tienen dificultades de aprendizaje [3]. Además, del total de niños con DA, el 80% [4] tienen dificultades en el aprendizaje de la lectura. CARACTERÍSTICAS DE LOS ESTUDIANTES CON DIFICULTADES DE APRENDIZAJE: DIFICULTADES ACADÉMICAS Y NO ACADÉMICAS Los educadores y otros profesionales de la educación en el campo de las DA se han centrado casi exclusivamente en los problemas académicos –o cognitivos– de los estudiantes con dificultades de Recibido: 04.01.99. Aceptado: 15.01.99. Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Facultad de Psicología. Universidad de Valencia. Valencia, España. Correspondencia: Dr. Manuel Soriano Ferrer. Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Facultad de Psicología. Universidad de Valencia. Avda. Blasco Ibáñez, 21. E-46010 Valencia. E-mail: [email protected] Ó 1999, REVISTA DE NEUROLOGÍA S 94 aprendizaje, considerados como reflejo de una disfunción del sistema nervioso central. Estos problemas académicos están reconocidos no sólo por el sistema educativo, sino también en el DSM-IV [2], que basa el diagnóstico en la existencia de una discrepancia sustancial entre las pruebas de rendimiento y la inteligencia, edad o curso académico. La alteración debe interferir en el rendimiento escolar o en la vida diaria y no podrá achacarse a deficiencias sensoriales (Tabla). Los jóvenes y adolescentes con dificultades de aprendizaje a menudo no son capaces de responder a las cada vez mayores exigencias escolares, que implican el uso de un lenguaje complejo y la realización de tareas en campos tales como el de las ciencias naturales y las ciencias sociales [5,6]. Además, a medida que pasan de un curso a otro, puede evidenciarse una carencia de aprendizajes con respecto a sus compañeros sin dificultades, lo cual puede mermar seriamente los aprendizajes futuros. Por otra parte, dichas dificultades académicas pueden potenciar la vulnerabilidad de estos estudiantes a manifestar otros problemas en áreas no académicas, como la sociopersonal y la conductual [7]. Área social La investigación desarrollada en los últimos años indica que el 75% de los estudiantes con DA manifiestan carencias en las habilidades sociales, que los distinguen de las muestras de comparación empleadas a través de diferentes fuentes de estimación (profesores, compañeros y ellos mismos), y distintas dimensiones de competencia social (competencia académica, interacción social, falta de tacto, etc.). Este fenómeno se manifiesta de diferentes formas: dificultades para identificar la expresión emocional de los demás, malinterpretación de las situaciones sociales, errores al tratar de averiguar cómo se sienten otros niños en situaciones concretas y déficit en la resolución de problemas interpersonales, lo que puede llevarles a establecer relaciones conflictivas con otras personas significativas (compañeros, profesores y familiares). Área personal Los estudiantes con DA, en relación con sus compañeros sin DA, se perciben como menos competentes y tienen un autoconcepto más bajo. Por desgracia, las experiencias repetidas de fracaso a las que se enfrentan los estudiantes con DA, les llevan a adoptar un estilo atribucional desadaptativo, de manera que consideran que sus fracasos son debidos a una escasa capacidad, mientras que atribuyen sus éxitos a la facilidad de la tarea o a otros factores externos fuera de su propio control. Este patrón disfuncional de REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-S 100 ACTUALIZACIÓN EN NEUROPEDIATRÍA Y NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL Tabla. Criterios del DSM-IV para el diagnóstico de los trastornos de la lectura, el cálculo y la expresión escrita. A. El rendimiento, valorado mediante pruebas normalizadas, se sitúa sustancialmente por debajo de lo esperado, dada la edad del individuo, su coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad B. La alteración interfiere significativamente en el rendimiento escolar o en las actividades de la vida cotidiana que requieran tal habilidad C. Si hay un déficit sensorial, las dificultades excederán de las que habitualmente se asocian al mismo atribuciones influye negativamente en las actitudes hacia el aprendizaje y provoca sentimientos de baja autoestima. Además, los estudiantes con DA son más propensos a la soledad y suelen manifestar un alto riesgo de depresión y de suicidio, aunque el riesgo de depresión es mayor entre los adolescentes. Área conductual Otro de los problemas frecuentemente asociados a las DA son los conductuales externalizantes, como la agresión, la conducta antisocial, la hiperactividad y la delincuencia. Desde el punto de vista educativo, el objetivo principal debe consistir en dedicar nuestros esfuerzos y recursos a cómo ayudar a superar las dificultades educativas de estos estudiantes. Aunque no existe una respuesta definitiva a qué problema se manifiesta primero y a qué deberíamos enfrentarnos inicialmente, parece lógico que la intervención se dirija inicialmente a tratar de subsanar los problemas asociados a los estudiantes con dificultades de aprendizaje que pueden dificultar la instrucción, como los problemas en el plano conductual, para pasar, posteriormente, a los problemas de tipo académico. Lo ideal sería acabar con el o los problemas, pero con frecuencia el objetivo más práctico es reducir el impacto de las dificultades, es decir, adoptar estrategias de afrontamiento del problema más que de curación, dado que, desgraciadamente, no disponemos de intervenciones o tratamientos claramente identificados que sean exitosos en la superación de las dificultades de aprendizaje [8]; por tanto, preguntarse acerca de la normalidad únicamente puede conducir a la frustración para el niño, su familia y para aquellos que intentamos intervenir. PERSPECTIVAS PSICOLÓGICAS E INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA Cualquier intervención en un niño con problemas implica necesariamente unos supuestos previos. La evolución de las explicaciones relativas a la conceptualización de las dificultades de aprendizaje, así como de las diferentes prácticas educativas, ha sido el reflejo de las teorías que se han configurado sucesivamente como referentes explicativos en el campo del conocimiento psicológico. En un afán de síntesis, nos referiremos a tres perspectivas teóricas: conductual, cognitiva y sociohistórica, y a las formas en que cada una de ellas ha contribuido en el desarrollo y perfeccionamiento de las prácticas educativas con estudiantes con dificultades de aprendizaje. Perspectiva conductual Desde sus orígenes, el campo de las dificultades de aprendizaje estuvo dominado por un enfoque médico que, aunque generó un volumen importante de estudios dirigidos a localizar las causas de las dificultades de aprendizaje, tuvo escasas aportaciones de intervención eficaces. Esta deficiencia, unida al auge de la psicología REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-S 100 conductista, propició la transición de las explicaciones neurológicas a las explicaciones psicológicas, configurándose el conductismo como el fundamente teórico dominante en el estudio de las DA. La principal preocupación epistemiológica del conductismo se centraba en tratar de estudiar los efectos del medio exterior sobre la conducta, que se componían de diversas respuestas que pueden observarse y relacionarse con otros eventos apreciables. Con respecto al campo de las dificultades de aprendizaje, el impacto del conductismo se puede observar en el cambio radical de intereses producido entre los investigadores, que osciló de la comprensión y explicación de las dificultades de aprendizaje a cómo tratarlas. La orientación de los procesos de intervención y la explicación de los procesos de aprendizaje se ha fundamentado en la premisa básica de considerar el aprendizaje como una secuencia de procesos asociativos entre estímulos y respuestas producidas a través de la repetición o práctica, por lo que las DA no se consideran en términos de déficit, sino como una insuficiencia en la práctica y experiencias en relación con las tareas de aprendizaje: no se aprende porque se ha practicado poco. Tomar como referencia estas premisas conductistas supone la formulación de otros supuestos sobre los que articular las prácticas educativas, que se concretan en: a) Toda conducta compleja debe segmentarse en habilidades más simples (análisis de tareas); b) Estas habilidades deben identificarse correctamente, secuenciarse jerárquicamente, considerarlas unas habilidades como prerrequisitos de las que le siguen en la secuencia, de forma tal que el aprendizaje de una habilidad no debe iniciarse si antes no ha sido aprendida la que le antecede en la secuencia elaborada; c) El aprendizaje de dichas habilidades debe estar asociado a la administración de una contingencia (castigo o recompensa); d) Dichas asociaciones deben producirse mediante la repetición o la práctica. Es decir, los modelos curriculares que siguen esta perspectiva teórica presentan las características propias de un sistema cerrado: los objetivos, contenidos y estrategias pedagógicas están predeterminados; la enseñanza se estructura como un proceso lineal y acumulativo; este proceso se define mediante la descripción de secuencias de instrucción (pequeñas y relativamente fáciles unidades que, hipotéticamente, componen la jerarquía del desarrollo conceptual); el contenido del programa se estructura conforme a las disciplinas tradicionales, cuyos límites entre sí se mantienen de forma estricta (no existe, pues, interrelación entre ellas), etc. Partiendo de estos presupuestos, los conductistas centraron sus esfuerzos en aplicar las leyes del aprendizaje a las distintas asignaturas del currículum escolar, como la teoría conductista de la lectura de Staats desarrollada en los años 60. A modo ilustrativo, comentaremos algunas aportaciones en el área de la lectura. Desde esta perspectiva conductual, el alumno iniciaba el aprendizaje de la lengua escrita como un hecho absolutamente nuevo, aprendiendo pasivamente, mediante prácticas repetidas, las correspondencias entre los sonidos de la lengua y los signos gráficos de las letras (los signos más abstractos) hasta las sílabas y palabras. La descodificación en voz alta permitía que el maestro controlara el dominio y desarrollo progresivo de la velocidad lectora que debía llevar al niño a ‘saber leer’ (descodificación más comprensión oral), observándose de esta manera una dependencia del código escrito respecto al oral. En la actualidad, todavía podemos observar muchas manifestaciones de estas leyes conductistas en las actividades incluidas en los libros, métodos de enseñanza de la lecto-escritura y prácticas docentes. En el estudio de Knapp et al [9] sobre la instrucción académica a estudiantes de bajo rendimiento, se concluye que los ejerci- S 95 M. SORIANO, ET AL cios de los libros que refuerzan habilidades aisladas continúan siendo muy habituales en la escuela. A partir de las prácticas repetidas se han derivado procedimientos dirigidos al incremento de la fluidez lectora, entre los que destacan: lecturas repetidas, lecturas de preestreno y grabaciones en casete, que han demostrado su eficacia con malos lectores [10,11]. Recientemente, Burns y Kondrick [12] también señalan mejoras significativas en lectura en un grupo de malos lectores mediante un programa conductual administrado por los padres, aunque la investigación carecía de grupo control. En síntesis, el conductismo dio lugar a todo un aparato tecnificado denominado la ‘instrucción programada’, cuyo objetivo fue situar la instrucción en una posición más científica, recurriendo a los siguientes procedimientos generales: 1. Someter los objetivos de aprendizaje del currículum a un análisis conductual detallado; 2. Evaluar mediante la aplicación de tests cuidadosamente construidos las conductas iniciales de los alumnos, y 3. Secuencializar minuciosamente las fases o pasos que llevan a los aprendices desde sus comportamientos iniciales a los deseados, de una manera directa y lógica. En este enfoque, las materias se presentan en pequeños pasos, presentados en un cuaderno de ejercicios o como una máquina de enseñar, donde los materiales están diseñados para autoenseñarse y autocorregirse. El niño debe responder a las preguntas de cada paso y después controlar su respuesta. Las preguntas pueden estar formuladas en verdadero-falso, elección múltiple, completar una frase, escribir o completar una palabra. Cuando se trabaja con una máquina, el niño responde levantando una tecla, girando una manivela o apretando un botón, recibiendo una retroalimentación inmediata (luz o sonido) con todos los materiales programados. Cuando se trabaja con libros de ejercicios, en los programas lineales, las respuestas suelen estar en el margen y el estudiante debe corregir la respuesta antes de seguir adelante, mientras que en los programas ramificados, el estudiante normalmente tiene que ir a otra página donde se explica el error. Por tanto, el estudiante progresa a su propio ritmo y recibe la corrección o el refuerzo en cada caso. La repetición y la retroalimentación son importantes cuando se usan materiales programados con estudiantes con problemas de aprendizaje. Algunos materiales de lectura programada muy conocidos son Lectura programada de Buchanan y el Programa de lectura de Sullivan, ambos de 1966. Otra de las prácticas instruccionales, fundamentadas originalmente en el conductismo, suele denominarse ‘instrucción directa, sistemática o enseñanza secuencial de habilidades’, que Engelman et al, de la Universidad de Oregón, comercializaron originalmente como Sistema de instrucción directa de aritmética y lectura (DISTAR), en 1974. Se basa en dos principios fundamentales: enseñar más en menos tiempo –con un ritmo más rápido– para reducir las diferencias con sus compañeros, y controlar los detalles del currículum –seleccionar y secuencializar los contenidos del currículum–. En general, las principales características de la instrucción directa son: a) Está focalizada en la enseñanza de habilidades académicas; b) Está controlada y dirigida por el profesor; c) Emplea materiales cuidadosamente secuenciados y estructurados; d) Planifica objetivos comprensibles para los estudiantes; e) Concede tiempo suficiente para el desarrollo del proceso instruccional; f) Ejerce un control continuo del rendimiento del alumno, y g) Proporciona retroalimentación inmediata a los alumnos. Baumann [13] destaca como característica esencial de la instrucción directa el papel activo y directivo asumido por el profesor, es decir, ‘el profesor, en un cara a cara, de un modo razonablemente formal, dice, demuestra, modela, enseña S 96 la habilidad a aprender. La palabra clave aquí es el profesor, por ello es el profesor quien controla la situación de aprendizaje y dirige la lección, como opuesto a tener instrucción dirigida por una ficha, un centro de aprendizaje o un libro de texto’ (pág. 714). Baumann [14] ilustra este modelo mediante una serie de pasos que deben contemplar la secuencia instruccional. Estos pasos son: 1. Introducción; 2. Ejemplo; 3. Instrucción directa (modelado); 4. Aplicación dirigida por el profesor, y 5. Práctica independiente. Las teorías conductistas continúan teniendo importantes implicaciones para la enseñanza a los alumnos con dificultades de aprendizaje [15]: a) La instrucción directa es eficaz. Los profesores deben comprender cómo analizar los componentes de un currículum y cómo estructurar una secuencia conductual de las tareas académicas. b) La instrucción directa puede ser combinada con otros enfoques de enseñanza. Cuando el profesor es sensible al estilo de aprendizaje del alumno y a las dificultades particulares de aprendizaje, la instrucción directa puede ser aún más eficaz, proporcionando más tiempo, práctica, revisiones y presentaciones alternativas de conceptos. c) Tener en cuenta el estadio de aprendizaje del alumno. Los alumnos con DA pueden necesitar más tiempo en cada uno de los estadios y más instrucción directa para pasar de un estadio a otro en determinados momentos. Perspectiva cognitiva El cambio del conductismo a la orientación cognitiva en la educación se vio impulsado por los trabajos de Piaget, Ausubel y Bruner, fundamentalmente, y por las investigaciones de los psicólogos de corte experimentalista, fundamentadas en la filosofía del modelo conocido como procesamiento de la información. Si el conductismo apoya la investigación sobre el ambiente y sus condiciones para que se produzca el aprendizaje de forma eficaz, la psicología cognitiva subraya la importancia que tiene el estudio de los procesos de la cognición implícitos en los aprendizajes escolares, así como el papel activo del alumno en la construcción de su propio aprendizaje. El movimiento cognitivo reúne una serie de investigaciones y estudios procedentes de diversos campos de la psicología; por ejemplo, de la psicología de la Gestalt, de la psicología de Campo y del movimiento del procesamiento de la información y de la educación. Puede afirmarse que, en definitiva, el objetivo del cognitivismo es estudiar al sujeto como constructor activo de su propio conocimiento durante el proceso de instrucción. Por esta razón, la psicología de la educación de corte cognitivo pretende explicar sobre todo la estructuración del conocimiento, es decir, cómo aprendemos, cómo recordamos y cómo organizamos los conocimientos nuevos e incluso cómo llegamos a ser creativos. Entrenamientos en procesos psicológicos básicos Un elemento común en la mayoría de las definiciones de las DA es que dichas dificultades eran causadas por trastornos en uno o en más de uno de los procesos psicológicos básicos que interfieren o dificultan el aprendizaje (percepción, atención, memoria, etc.), que históricamente se han considerado debidos a una disfunción del sistema nervioso central. Partiendo de esta teoría, a finales de los años 60 y durante la década de los 70, se desarrollaron enfoques muy diferentes con respecto al tratamiento de las DA, en los que subyacía la creencia general de que el tratamiento debía mejorar los déficit en los procesos psiconeurológicos considerados prerrequisitos del aprendizaje. REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-S 100 ACTUALIZACIÓN EN NEUROPEDIATRÍA Y NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL Los cuatro enfoques más conocidos del entrenamiento en procesos psicológicos básicos son el entrenamiento psicolingüístico, basado en el ITPA, el entrenamiento perceptivo visual, basado en el test de Frostig y el entrenamiento perceptivo-motor de Kephart, que fueron muy aceptados y respetados por los especialistas en educación. Un método menos aceptado fue el de Doman-Delacato. Durante la década de los 70, muchos de los enfoques centrados en procesos, alejados de los aprendizajes instrumentales, se fueron abandonando debido, fundamentalmente, a que no habían resultado eficaces ni para remediar el rendimiento escolar ni para reducir los supuestos déficit subyacentes. Según Myers y Hammill [16]: ‘A diferencia de hace 25 años, cuando había pocas investigaciones sobre el tema, ahora ya no se puede suponer que vayan a beneficiar a los niños que las practican. De hecho, a largo plazo incluso pueden resultar dañinas porque: a) hacen perder tiempo y dinero, y b) proporcionan al niño un entrenamiento placebo, cuando sus problemas requieren una intervención educativa’. Entrenamientos en estrategias cognitivas y metacognitivas De acuerdo con la activa, constructiva y autorregulada concepción del aprendizaje, los estudiantes no son receptores pasivos de conocimiento. Para aprender y entender la gran variedad de información, conceptualizaciones y destrezas que se espera de ellos en la escuela, deben implicarse en gran cantidad de procesos de autorregulación, que suponen diversas estrategias de aprendizaje y destrezas metacognitivas. La habilidad del estudiante para ejecutar estas actividades psicológicas es extremadamente importante, hasta el extremo de que estrategias de aprendizaje apropiadas a una situación dada determinan hasta qué punto adquirirá el conocimiento deseado, o la destreza, tanto en clase como fuera del colegio. Estas teorías, enmarcadas en la psicología cognitiva, explican el desnivel entre potencial y rendimiento de los estudiantes con dificultades de aprendizaje en virtud de una serie de deficiencias cognitivas y metacognitivas que impiden que el aprendizaje se desarrolle satisfactoriamente [17,18]. Desde esta perspectiva, los fracasos para aprender no obedecen únicamente a posibles fallos en el sistema representacional, encargado de atender, organizar y otorgar significado a la información, sino que están determinados en gran medida por el fracaso del sistema ejecutivo en la planificación, regulación y evaluación de las actividades cognitivas. De hecho, son numerosas las investigaciones que han ofrecido respaldo a esta hipótesis, al demostrar que los estudiantes con DA son ‘activamente ineficaces’ [19], por lo que no suelen procesar la información disponible en función del objetivo, no adoptan las estrategias más adecuadas para lograrlo, ni controlan activamente su progreso estratégico en las tareas. Las deficiencias en el desarrollo de los metaprocesos o en habilidades cognitivas de dirección contribuyen decisivamente en la pobre actuación de los niños con problemas de aprendizaje. Por tanto, para intentar subsanar estas deficiencias, el diseño de modelos de intervención deberá focalizarse en procedimientos que promuevan un aprendizaje estratégico y autorregulado, es decir, a los alumnos se les enseña a comprender mejor sus propios procesos cognitivos y a regular su actividad cognitiva. En otras palabras, la intervención, fundamentada en la enseñanza a los alumnos con dificultades de aquellas estrategias cognitivas y metacognitivas que los estudiantes más competentes utilizan de forma natural, enfatiza el conocimiento de las demandas de la tarea, utilizando estrategias adecuadas, supervisando la eficacia de las estrategias y cambiando las estrategias cuando sea necesario. En la actualidad, numerosos modelos curriculares incorporan la enseñanza de estrategias de REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-S 100 aprendizaje y destrezas metacognitivas de una forma u otra, produciéndose un acuerdo considerable respecto a que la enseñanza de estas estrategias y destrezas no puede alcanzarse en un reducido período, o como algo separado del currículum general. Este enfoque se ha aplicado a la comprensión lectora, las matemáticas, la expresión escrita, las habilidades memorísticas y las habilidades de estudio. Aunque es difícil resumir la investigación de cómo debería llevarse a cabo la enseñanza de estrategias cognitivas y metacognitivas, Pressley et al [20] han sugerido los siguientes principios generales para enseñar tales estrategias: – Seleccionar algunas estrategias con las que empezar, y enseñarlas a través de diversas áreas de contenido como parte del currículum que se está impartiendo. Deberán introducirse estrategias adicionales sólo después de que las iniciales hayan sido bastante bien establecidas. – Describir las estrategias enseñadas y modelar su uso a los estudiantes, comentando en voz alta cómo deben ejecutarse. – Modelar las estrategias de nuevo, reexplicando aquellos aspectos de uso de las mismas que no se hayan entendido bien. – Explicar por qué deben ser utilizadas las estrategias, lo que ellos consiguen, y las situaciones específicas en las que deben ser usadas. – Proporcionar bastantes prácticas guiadas para que los estudiantes hagan uso de las estrategias en tantas tareas apropiadas como sea posible, proporcionando reforzamiento y feedback sobre cómo mejorar la ejecución de las estrategias. – Estimular a los estudiantes a supervisar su ejecución cuando utilicen las estrategias. – Estimular la generalización de las estrategias haciendo que los estudiantes las usen con diferentes tipos de materiales en diversos contenidos. – Incrementar la motivación de los estudiantes respecto al uso de estrategias, mediante el aumento de la consciencia del estudiante de que está adquiriendo destrezas valiosas que forman parte de un funcionamiento competente. – ‘Enfatizar el procesamiento reflexivo más que el procesamiento rápido, hacer todo lo posible para eliminar la elevada ansiedad en los estudiantes; estimular a los estudiantes a protegerse de la distracción para poder atender a las tareas académicas’ [20]. Dentro de esta perspectiva cognitiva, podemos situar también la ‘modificación cognitiva de la conducta’, en la que se combinan técnicas conductuales con estrategias cognitivas. En general, estas técnicas pretenden modificar la conducta del sujeto mediante la manipulación o cambio de sus procesos internos. Es decir, los estudiantes aprenden a regular su ejecución por medio de la interiorización de un grupo ‘recetado’ de indicaciones de supervisión antes, durante y después de la tarea. Generalmente, estas indicaciones incluyen cinco bloques de autoverbalizaciones (preguntas y respuestas) que explícitamente ayudan a los niños a aprender a autorregular su ejecución [21]: 1. La definición del problema o tarea: ¿Qué tengo que hacer?, ¿Cuál es mi trabajo?; 2. Aproximación al problema: ¿Cúal es la mejor forma de hacerlo?, ¿Cuál es mi plan?; 3. Focalización de la atención en aquellas directrices que guíen la ejecución: Tengo que centrar mi atención y pensar sólo en esto. Tengo que hacerlo muy bien ahora; 4. Elección de la respuesta: Yo pienso que es ésta, ¿Estoy utilizando mi plan? Esta pregunta introduce el concepto de autoevaluación y capacita al niño para incrementar su autocontrol mientras cambia o corrige los planes en los que se basa su ejecución. Las respuestas a estas preguntas podrían S 97 M. SORIANO, ET AL tomar algunas de las formas siguientes: a) Sí, estoy utilizando mi plan y está funcionando; b) Sí, estoy utilizando mi plan, pero debe haber otra forma mejor de hacerlo, así que voy a cambiar de plan, o c) No, porque he olvidado utilizar mi plan, pero lo que voy haciendo está funcionando, así que usaré este nuevo plan [13]. Autoevaluación de la ejecución y generación de posibles alternativas de corrección de errores o autorrefuerzo: ¿Cómo lo he hecho? Bien, yo he hecho un buen trabajo; o He cometido un error, pero la próxima vez, si voy con más cuidado, lo haré mejor. Es necesario que los niños aprendan a formularse y a contestarse estas preguntas adecuadamente, ya que si los instructores hacen las preguntas, los niños no aprenderán a interiorizar este enfoque ni a usarlo cada vez que se encuentren ante un problema. Diversos estudios desarrollados recientemente respaldan la eficacia de este modelo de intervención, que combina técnicas de autorregulación con la instrucción de estrategias en la intervención en áreas como la disortografía natural, dificultades en la composición escrita, en la resolución de problemas matemáticos y en la comprensión y aprendizaje a partir de textos [22]. Perspectiva sociohistórica Las teorías psicológicas del aprendizaje han cambiado dramáticamente en estos últimos años, de forma que las teorías conductuales han cedido terreno a los modelos mentales, al constructivismo y a la cognición situada. La enseñanza ahora se entiende más como una tarea de dirigir un complejo ambiente de aprendices y actividades, que como una línea de producción en la cual el conocimiento es transferido desde alguien que sabe (el profesor) hacia individuos que no saben (estudiantes). Actualmente, un creciente número de investigadores argumentan que la enseñanza y el aprendizaje son esencialmente un proceso social y lingüístico (proceso de comunicación) más que un proceso meramente cognitivo. En general, las concepciones actuales de la enseñanza están influidas por la creencia de que se trata principalmente de un proceso social, cultural e interpersonal gobernado tanto por factores sociales y situacionales como por factores cognitivos, de forma que la metáfora de ‘trabajo’ que dominó la vida de las aulas durante un largo período, está siendo desafiada por la metáfora del ‘aprendizaje’, bajo la influencia de teóricos como Vigotsky. Desde un marco instruccional, muchos elementos comunes impregnan los pensamientos actuales sobre la enseñanza y el aprendizaje: a) La forma social y sociolingüística de aprender; b) La focalización en el razonamiento, en la resolución de problemas y en el cambio conceptual más que en la memorización de conocimiento ‘inerte’; c) La creencia de que el aprendizaje es un proceso activo, constructivo y autorregulado; d) La consideración de que las actividades de clase deberían consistir en tareas de aprendizaje ‘auténticas’, basadas en el mundo real, más que las tareas académicas tradicionales empleadas en la mayoría de las clases, y e) La situación (contexto) específica de aprendizaje, cognición y conocimiento. Cada vez más, los educadores han propuesto modelos instruccionales alternativos que son compatibles con el énfasis de los teóricos cognitivos en el ‘aprendizaje situado’, que en definitiva son intentos de situar el aprendizaje de los estudiantes en contextos más completos y significativos. Una de las alternativas más conocidas es ‘la enseñanza recíproca’ [23,24], un paquete instruccional compuesto de cuatro actividades cognitivas relacionadas con la comprensión: resumen, clarificación, autopreguntas y predicción, las cuales se aplican en contextos educativos ordinarios. Este modelo consiste en una dirección alternativa de un diálogo que se establece entre el pro- S 98 fesor y los alumnos en torno a las actividades cognitivas implicadas en la comprensión a partir de un texto escrito. Ashman y Conway [25] consideran que la enseñanza recíproca tiene dos bases conceptuales: el andamiaje y la autointerrogación. El andamiaje consiste en que el profesor proporciona a los estudiantes un apoyo temporal y regulable que les ayuda a desarrollar y extender sus destrezas en las primeras fases de la instrucción. El profesor modela la conducta deseada y hace explícito a los niños qué conducta se refiere a ellos como estudiantes. A medida que la interrogación y otras destrezas de aprendizaje se desarrollan y empiezan a facilitar el aprendizaje, se retira gradualmente el andamio (el apoyo del profesor). Esta retirada de la dirección permite la gradual transferencia de la responsabilidad del proceso de instrucción desde el profesor a los estudiantes. Los autores señalan explícitamente su inspiración en la teoría de Vigotsky, el cual parte de que el aprendizaje supone la interiorización de actividades originalmente adquiridas y la práctica en situaciones de cooperación entre compañeros, a los que se les ha enseñado a desempeñar función de tutores. Es decir, los estudiantes aprenden a enseñar a otros cómo aplicar las estrategias cognitivas efectivas, ya que los estudiantes actúan como ambos, tutores y tutorandos. Este tipo de instrucción tiene como antecedente la ‘enseñanza de apoyo’ de Vigotsky o ‘aprendizaje mediado’: en estas situaciones de enseñanza, un inexperto señala aspectos simples de la tarea mientras observa y aprende de un experto, que le sirve como modelo. En síntesis, los niños primero experimentan un conjunto de actividades cognitivas en presencia de expertos, y sólo gradualmente ejecutan estas funciones por sí mismos. Primero un experto guía la actividad del niño haciendo la mayor parte del trabajo; a continuación, conforme el niño se hace más experimentado y capaz de ejecutar aspectos más complejos de la tarea, el adulto gradualmente le cede mayor responsabilidad. Así, el adulto y el niño se dividen el trabajo cognitivo, con el niño tomando la iniciativa y el adulto corrigiendo y guiando la realización de la tarea. Finalmente, el adulto permite al niño encargarse del papel principal y adopta una posición de espectador. De la revisión de Rosenshine y Meister [26] sobre la enseñanza recíproca se derivan, entre otras, tres conclusiones: 1. La enseñanza recíproca es más eficaz cuando se emplea otro procedimiento de enseñanza previa de las estrategias (enseñanza explícita...). Se detectan mejoras más significativas cuando se emplean tests desarrollados por los investigadores, que cuando se utilizan tests estandarizados; 2. Con las investigaciones realizadas hasta el momento no es posible establecer cuáles son las estrategias más eficaces, aunque los resultados han sido beneficiosos tanto cuando se han enseñado las cuatro estrategias como cuando se enseña únicamente una de ellas; 3. El procedimiento que ha combinado la enseñanza explícita con la enseñanza recíproca ha sido eficaz con todos los estudiantes en que se ha empleado, desde 4.º hasta adultos. Sin embargo, los estudios que han empleado únicamente la enseñanza recíproca han resultado ineficientes cuando se aplican a malos lectores, a quienes no se ha evaluado previamente si el problema está en la descodificación o en la comprensión. Otra de las alternativas instruccionales es conocida como POSSE [27]. Se fundamenta en la enseñanza recíproca y en la enseñanza de las estructuras de los textos expositivos. Este procedimiento fue diseñado para desarrollar interpretaciones personales de los textos, mediante la cooperación, con la esperanza de que, a través de esas interacciones sociales, los estudiantes construyan un conocimiento colectivo sobre el tema e interioricen los pensamientos que refleja su comunidad lectora. REV NEUROL 1999; 28 (Supl 2): S 94-S 100 ACTUALIZACIÓN EN NEUROPEDIATRÍA Y NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL CONCLUSIONES La intervención en dificultades de aprendizaje: un debate entre el deseo y la realidad En la sociedad actual, se considera a la educación como una vía para lograr ventajas y oportunidades, debido a que los empleos más valorados socialmente requieren conocimientos y habilidades tecnológicamente avanzadas. De hecho, la mayoría de los sistemas educativos, incluido el español, están diseñados con la idea de que muchos jóvenes continuarán su escolaridad hasta la educación superior (universidad), mediante la cual las personas pueden mejorar su situación socioeconómica. Además, aunque las diferentes titulaciones otorgadas por el sistema educativo actual no pueden ser un buen indicador del estado o actividad actual, sí parecen serlo del potencial futuro, si tenemos en cuenta que favorecen el acceso a los empleos mejor pagados y valorados socialmente, que son los que proporcionan las oportunidades para alcanzar un ascenso socioeconómico. Es decir, que la educación aumenta las oportunidades laborales y proporciona mejores salarios, que incrementan la independencia económica y personal, e intensifican la calidad de vida. Por consiguiente, la alarmante tasa de abandono de la enseñanza secundaria de los estudiantes con DA, entre el 40 y el 56%, frente a un 25% de abandono en el grupo de estudiantes sin dificultades [28,29] puede limitar las oportunidades laborales de los primeros. De hecho, en la literatura especializada se señala que tienen menos experiencia laboral, menos conciencia de su vocación y participan menos en los programas de orientación vocacional que sus compañeros sin dificultades [30]. Realizan, por consiguiente, la transición de la escuela al mundo laboral de manera menos sistemática, dependiendo en gran medida de la red de amigos y familiares para lograr un empleo [31]. Los jóvenes con DA aspiran a ocupaciones menos prestigiosas y son más indecisos sobre las futuras alternativas profesionales, siendo las mujeres las que encuentran más limitaciones laborales [32]. En consecuencia, la mejor opción para muchos estudiantes con DA tras la enseñanza secundaria la constituye la implementación de programas de orientación vocacional. También se ha señalado en la literatura que cuando llegan a la vida adulta, los estudiantes con DA perciben su vida como poco satisfactoria, tienen más problemas laborales y legales y un alto riesgo de suicidio [33], posiblemente por la persistencia de los déficit, en la competencia social, en los jóvenes adultos con DA [34]. Finalmente, nos gustaría destacar que desde las diferentes perspectivas teóricas en psicología –conductual, cognitiva y sociohistórica– los programas de intervención desarrollados se han dirigido exclusivamente a subsanar las limitaciones académicas de los estudiantes con DA. Dada la problemática en el ajuste sociopersonal que suelen manifestar la mayoría de ellos, los expertos en el campo destacan la necesidad de que la intervención educativa contemple tanto la recuperación de las deficiencias académicas, promoviendo un aprendizaje estratégico y autorregulado, como la problemática asociada a los planos conductual, social y personal. Además, dada la cronicidad que revisten las DA y su manifestación a lo largo del ciclo vital, resulta imprescindible complementar la intervención académica con programas de supervivencia en la vida diaria, de transición a la vida adulta y de orientación laboral. En definitiva, propiciar la integración en la comunidad y en el mundo laboral en los entornos menos restrictivos posibles. Aunque es difícil de conseguir, ésta es la meta final que debemos plantearnos los especialistas en nuestra actuación profesional. BIBLIOGRAFÍA 1. Taylor HG. Learning disabilities. In Marsh EJ, Barkley RA, eds. Treating the childhood disorders. New York: Guildford; 1989. 2. American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV). Barcelona: Masson; 1995. 3. Du Paul GJ, Stoner G, Tilly WD, Putnam D. Interventions for attention problems. In Stoner G, Shinn M, Walker HM, eds. Interventions for achievement and behavior problems. Silver Spring, MD: NASP; 1991. 4. 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