ANÁLISIS DEL RELIEVE EN LA LÍNEA MÉRIDA

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ANÁLISIS DEL RELIEVE EN LA LÍNEA MÉRIDA-ZARAGOZA
La línea Mérida-Zaragoza atraviesa las provincias de Badajoz, Cáceres, Toledo, Madrid,
Guadalajara, Soria y, finalmente, Zaragoza.
Esta línea arranca de la ciudad de Mérida, a orillas del Guadiana, por lo que nos
encontramos situados en la Submeseta sur, más concretamente en la zona occidental de terrenos
rígidos, duros y quebradizos, formados por materiales silíceos (granito, cuarcitas, pizarra), que se
formaron en la era primaria o paleozoica, dando lugar al Macizo Hespérico, posteriormente
arrasado, y que aflora en esta zona en forma de penillanura o meseta. Sufrió la orogenia alpina en la
era terciaria pero no tuvo, en esta zona, ni rejuvenecimiento a través de bloques levantados –horst-,
ni bloques hundidos –graben- formando cuencas. Esta penillanura extremeña, de formas
suavemente onduladas, puede estar accidentada por montes-isla o relieves residuales formados por
materiales más resistentes. Los ríos meseteños, al entrar en contacto con estos materiales duros,
pueden formar gargantas.
A renglón seguido, la línea toca la parte occidental de los Montes de Toledo (Sierra de
Guadalupe). Los Montes de Toledo dividen a la Submeseta sur en dos partes: la cuenca del Tajo y
la del Guadiana. Sus materiales de origen primario, duros y rígidos, son los pertenecientes a la
España silícea, y se levantaron y resquebrajaron en la orogenia alpina o cenozoica, creando una
estructura de fallas (horst), divididas y sin continuidad. No son montañas de mucha altitud (no se
suelen superar los 1500 m.), por lo que no se observan fenómenos de glaciarismo que hayan
retocado el relieve, pero sí hay manifestaciones volcánicas en el Campo de Calatrava. El granito
predominante puede generar todo tipo de formas como canchales, domos, berrocales, etc.
A continuación, la línea pasa por la Cuenca del Tajo, formada predominantemente por
terrenos arcillosos (arcillas, yesos, margas, etc), blandos y flexibles, cuyo origen es posterior a la
orogenia alpina, es decir, finales del terciario y cuaternario. Dicha cuenca es una estructura
deprimida del terreno –graben- que se hundió en la última orogenia, quedando encajada entre los
bloques que se levantaron (Montes de Toledo y Sistema Central). De esta forma, el relieve presenta
superficies horizontales que están siendo colmatadas por los materiales depositados en ellas. Aquí
las formas del relieve se deben a la erosión diferencial: los estratos blandos de la parte inferior
forman campiñas o llanuras suavemente onduladas atravesadas por ríos, mientras que en la parte
superior quedan los estratos duros (calizas) que forman páramos o superficies planas y elevadas
que, al erosionarse, forman mesas o cerros-testigo.
La siguiente unidad de relieve que atraviesa la línea es el Sistema Ibérico, reborde oriental
de la Meseta, que tiene una gran variedad litológica: silícea en las sierras interiores y cercanas a la
Meseta (Sierra de la Demanda, Picos de Urbión y Sierra de Albarracín), caliza en el resto del
sistema, excepto en la llamada fosa de Calatayud, de materiales arcillosos. Se trata de un sistema
montañoso formado durante la orogenia alpina, cuando se plegaron los materiales depositados en el
océano que invadía el este peninsular durante la era secundaria o mesozoica. Así pues, se trata de
cordilleras intermedias, plegadas pero, salvo algún pico, sin una excesiva altura. Aún así, los
fenómenos de glaciarismo están presentes (Laguna Negra en los Picos de Urbión), al igual que los
de naturaleza cárstica: gargantas, poljes, dolinas, etc, como los que encontramos en la Ciudad
Encantada de Cuenca.
Por último, la línea llega a la Depresión del Ebro, formada en la orogenia alpina de la era
terciaria, cuando el macizo del Ebro se hundió entre el Sistema Ibérico y los Pirineos. En un
principio se rellenó de materiales marinos, pero más tarde, cuando la depresión quedó cerrada al
mar, lo hizo con materiales de origen continental o terrestre; en cualquier caso, ambos
pertenecientes a la España arcillosa, es decir, materiales blandos y flexibles, que conforman
superficies horizontales y con una gran aptitud para la agricultura, pero que, al igual que en las
cuencas interiores, presenta formas debidas a la erosión diferencial: mesas, planas o muelas de
materiales más duros. En los bordes de la depresión, y al pie de los sistemas montañosos que la
rodean, se forman somontanos, que son superficies levemente inclinadas, y formadas por
conglomerados y materiales gruesos que, al erosionarse, pueden formar mallos. La aridez del
centro de la depresión también da lugar a los paisajes típicos de la erosión que el agua torrencial,
sin el freno de la cobertera vegetal, realiza en las arcillas, formando cárcavas y “badlands”.
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