EL FUTURO DE LA PROVINCIA DE HUELVA Y SU CAPITAL INTELECTUAL Alfonso Vargas Sánchez Catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Huelva Soy de la opinión de acercar lo más posible a la sociedad lo que se hace en el seno de la Universidad, y los medios de comunicación escrita son, quizás, el mejor medio para hacerlo cuando no se logra, aunque a fe que se intenta, el acercamiento a las aulas de algunos agentes sociales implicados en el tema. Del 20 al 24 de este mes de agosto ha tenido lugar en la sede rabideña de la Universidad Internacional de Andalucía (con escaso reflejo en los medios locales pero con mucho rigor y a plena satisfacción de los asistentes al mismo) un curso titulado “La dirección de empresas en la economía del conocimiento: nuevas orientaciones”, que se ha desarrollado con la participación de académicos y profesionales de gran nivel (que, dicho sea de paso, ha llamado la atención de algún medio de ámbito nacional). Los ponentes han dejado meridianamente claro que en este mundo en que nos ha tocado vivir la clave del éxito empresarial está en la capacidad de gestionar el conocimiento acumulado en la organización, para crear nuevo conocimiento. La mejora continua, el aprendizaje permanente, la creatividad, la innovación son referentes de la moderna administración empresarial, no ya para satisfacer al cliente, sino para sorprenderlo, entusiasmarlo, ilusionarlo, apasionarlo, hacerlo feliz. En la sociedad de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, en unos mercados globalizados, la única fuente de ventajas competitivas sostenibles se encuentra en los activos intangibles de la empresa, en esa parte invisible de la misma que ni siquiera aparece en sus estados contables: capital humano (aptitudes, habilidades, actitudes y valores de los individuos; su experiencia, talento, saber hacer), capital estructural (métodos y procesos de trabajo, cultura organizacional, capacidad de innovación y cambio) y capital relacional (imagen, prestigio, reputación de la empresa, relaciones con los agentes de frontera que inciden en su actividad, alianzas). Los tradicionales activos tangibles (materiales y financieros) no dejan de ser importantes, pero son sólo una condición necesaria, pero ni mucho menos suficiente, porque son fácilmente replicables por la competencia; la verdadera diferencia la aportan los intangibles, que son los que marcan la capacidad de la empresa para generar valor en el futuro. Como dijo Leif Edvinsson, primer director de capital intelectual del mundo en la empresa sueca Skandia, en un símil muy gráfico: “Una corporación es como un árbol. Hay una parte que es visible (las frutas) y una parte que es oculta (las raíces). Si solamente te preocupas por las frutas, el árbol puede morir. Para que el árbol crezca y continúe dando frutos, será necesario que las raíces estén sanas y nutridas. Esto es válido para las empresas: si sólo nos concentramos en los frutos (los resultados financieros) e ignoramos los valores escondidos (el capital intelectual), la compañía no subsistirá en el largo plazo”. 1 No es el objetivo de este artículo entrar en detalles acerca del modelo de empresa (muy diferente al que suele existir todavía en la realidad) que exige este nuevo paradigma de la gestión del capital intelectual, aunque ha sido ampliamente expuesto y debatido durante el curso, sino de hacer una referencia y lanzar un desafío en la traslación de estas ideas a la construcción de un país, de una región o de una provincia como la nuestra, pues también fue objeto de tratamiento y comentario. Los cursos de verano, por el ambiente más relajado en el que se desarrollan, son un espacio muy propicio para la reflexión colectiva, que se hace mucho más provechosa cuando se combina con el rigor de quienes en él intervienen y con la idoneidad de un paraje como el de La Rábida. En este marco, se han dado a conocer experiencias como la del Parque Científico de Madrid, con la constitución de un Foro del Conocimiento dentro del Centro de Investigación sobre la Sociedad del Conocimiento, y la del Cluster del Conocimiento del País Vasco, por quienes están al frente de las mismas; además, se nos han expuesto las potencialidades de los Centros de Intercambio y Benchmarking Empresarial (CIBEs), impulsados desde la Unión Europea como potentes instrumentos de aprendizaje y mejora. Y todo ello pasa por trabajar colectivamente, por sustituir la mentalidad del “yo gano tu pierdes” por la más positiva del “ganamos los dos”. Los esfuerzos individuales, por muy generosos y valiosos que sean, ya no son suficientes. Una concepto esencial en un entorno marcado por la aceleración del cambio y de la complejidad, por la incertidumbre, es el de la conectividad; más que las partes del sistema, lo que importa es la conexión entre ellas. Tenemos que vertebrar las partes del sistema llamado “provincia de Huelva”, o llamado “sector turístico”, o llamado “sector fresero”, o llamado... El futuro no se espera, sino que se apuesta por él, y eso ha de hacerse colectivamente. Me pregunto (nos hemos preguntado durante el curso): -¿Pueden nuestras pymes cooperar unas con otras, aprender unas de otras, mejorar colectivamente a través del “yo te doy, tu me das” (conocimiento)? Esto es, básicamente, lo que se hace en los CIBEs, aplicar las metodologías que posibiliten el aprovechamiento de un interés común en beneficio de todos los participantes. Siempre se arguye que somos muy individualistas, que la competencia lo impide, o incluso que no hay tiempo para hacerlo. Pero, ¿por qué lo hacen otros y nosotros no? Si no aprendemos a hacerlo nos quedaremos aún más atrás. Me atrevo a sugerir la creación de foros permanentes de aprendizaje y generación de conocimiento, entre nuestras empresas e incluso, dadas las relaciones de cooperación cada vez más intensas con Portugal, con la participación de empresas de las regiones limítrofes del país vecino, con la intervención, también, de las Universidades. -¿Cuándo pondremos a trabajar conjuntamente a empresas, administraciones públicas, grupos de investigación universitarios, consultoras y cualquier otro agente que tenga algo que aportar en la cadena de creación-adaptación-difusión-aplicación del conocimiento? Insisto en el concepto de conectividad. Cada uno de estos elementos del sistema no pueden seguir trabajando separadamente. Esta es la idea central de los llamados “cluster”. Nos encontramos en un momento crucial del desarrollo económico provincial. Las bases de su nueva estructura económica están claras, pero nuestra ventaja competitiva no puede mantenerse sólo a base de recursos naturales y costes bajos. El secreto estará en la capacidad que tengamos para añadir valor a nuestros productos agroalimentarios y turísticos, para diferenciarlos, y eso depende, sobre todo, 2 de aplicar inteligencia, de generar nuevo conocimiento y ponerlo en acción, y ello exige, a su vez, ponernos a trabajar como un equipo, sumando y coordinando los esfuerzos. ¿Qué tal si creamos un cluster del fresón, o de los cítricos, o del turismo o del medio ambiente o de la inmigración? ¿Qué tal, si en cada uno de ellos, nos planteamos los retos de futuro que es preciso afrontar y buscamos soluciones entre todos? ¿No estamos todos interesados en afrontarlos de la mejor manera posible? ¿No nos beneficiaría a todos? Pues cooperemos, dando los pasos necesarios desde la definición del futuro que queremos hasta el presente (y no al revés). ¿Por qué no ocurre en Huelva con el fresón (nuestro producto estrella) lo mismo que en Jaén con el aceite de oliva (su producto estelar)? Fijémonos en lo que están haciendo y consiguiendo allí, por poner un ejemplo de lo más cercano. En definitiva, tenemos que aprender de lo que han sabido hacer, y están haciendo, en otros lugares. No vamos a inventar nada en este campo, pero podemos adaptar lo que ya han hecho otros a nuestras necesidades y ponernos en marcha, con la ventaja de poder evitar algunos errores y problemas que tuvieron quienes implementaron antes estas metodologías. El desafío ha quedado planteado en el curso de verano, que como director del mismo me he sentido en la obligación de trasladarlo más allá de las aulas, en la que hemos contado, afortunadamente, con personas que tienen algo que decir desde ciertas administraciones públicas, desde la consultoría de empresas y desde la Universidad de Huelva. Aunque faltaban los empresarios, y hay que comprender que es un período vacacional, el éxito del curso, desde el punto de vista docente, ha sido muy notable. A partir de ahora veremos si podemos llevar estas ideas a la práctica, poco a poco, sin prisas pero sin pausas. Lo peor sería no hacer nada y perder el tren del conocimiento, del futuro. 3