4) IGLESIA-ESTADO Dentro del panorama de la Laicidad, la separación de Iglesia-Estado, es un tema muy complicado y difícil. Solamente vamos a tratar de asomarnos un poco al problema que existe en estos momentos. El Estado español tiene establecido con la Jerarquía de la Iglesia Católica unos Acuerdos que datan del 3 de Enero de 1979 y que sustituyen al Concordato de 1953. Estos Acuerdos tienen carácter internacional, dado que se tramitan entre dos Estados soberanos. Muchos juristas consideran estos cuatro Acuerdos presididos en un mismo bloque o sistema por el Acuerdo de 1976, de indudable carácter preconstitucional. Los Acuerdos limitan negativamente la soberanía del Estado español, pues a veces se encuentra obligado a tomar decisiones de la Iglesia que pueden ir hasta en contra de los derechos de la ciudadanía. El texto está inspirado en que la mayoría de la sociedad española es católica. Es necesario que queden sin efecto los Acuerdos Iglesia-Estado, porque queremos un Estado que sea de verdad laico con todas sus consecuencias y una Iglesia libre de privilegios y ventajas, desligada del Estado. Las relaciones del Estado con las diferentes confesiones religiosas deben ser en todo caso respetuosas con la libertad de creencias y de conciencia, con el pluralismo religioso y con el principio de igualdad y no discriminación, Hay que tener en cuenta el carácter constitucionalmente laico, por a-confesional, del Estado español. Por tanto, en la defensa de un Estado laico, el laicismo, es decir, su aconfesionalidad y neutralidad ante todo tipo de religiones y creencias, no tiene nada de antirreligioso Si el Estado fuera coherente con su laicismo, no debería aceptar una presencia católica en actos de Estado, como bodas, funerales, etc. Que el catolicismo tradicional ha perdido peso en la sociedad española no se puede adjudicar cómoda y engañosamente al Estado ni a su laicismo. En la sociedad coincidimos y trabajamos todas las personas, independientemente de nuestra ideología y religión. Allí concurrimos personas con criterios eminentemente laicos sobre las creencias y las ideologías, porque lo laico no proviene solamente del Estado sino también de la ciudadanía. Que el Estado sea aconfesional no quiere decir que no tenga moral. La dignidad de la persona, los derechos humanos fundamentales y los valores superiores del artículo 1 de la Constitución, forman parte de ese cuerpo ético del Estado. Y, por ejemplo, el matrimonio de las personas homosexuales no hace sino desplegar, hacer más amplios, estos principios y derechos, por mucho que la Iglesia católica critique que no se atienen a su particular moralidad. Lo que ocurre, pues, es que ni el Estado español es religioso, ni católico, ni la sociedad tampoco, por mucho que se hable de mayoría católica o de las religiones de notorio arraigo. Denunciamos fundamentalmente tres aspectos de estos Acuerdos: 1º) La Financiación de la Iglesia por el Estado: El sistema español revisado en 2006 suprime la ayuda directa que el Estado completaba a lo recaudado por la asignación tributaria a la Jerarquía Católica, pero aumenta esta última (cuando se marca la casilla correspondiente) del 0,52% al 0,7% Se mantiene por tanto la mentalidad de que la Jerarquía de la Iglesia está lejos de autofinanciarse y sigue pidiendo al Estado que le ayude a su mantenimiento. Y lo que es más grave, al detraer ese porcentaje de los impuestos (IRPF), todos los españoles, católicos o no se ven afectados por esa disminución de ingresos en las arcas públicas. En otros países (Alemania, por ejemplo), los católicos o los luteranos pagan un impuesto extra y el Estado actúa como mero recaudador. Hay también una anulación de la exención del pago del IVA, por regulación europea pero se mantienen todavía las cuestiones relativas a las transmisiones patrimoniales. 2º) Atención religiosa a las Fuerzas Armadas: La asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas, es en todo caso contraria a un Estado aconfesional y constitucionalmente neutral. Por Ley de 12 de julio de 1940, después de la Guerra Civil, se creó el Cuerpo Eclesiástico Castrense. Y mantiene su vigencia bajo el amparo de un Vicariato especial. Una vez más la regulación existente obliga a que se garantice el derecho a la libertad religiosa de los militares, no sólo de los militares católicos. Pero además, la contínua y reiterada simbología, ritualidad y referencias católicas en el ejército español se configura como un grave atentado a la libertad de creencias individual de sus miembros. La presencia del ejército en varios actos religiosos católicos pone en tela de juicio gravemente la neutralidad estatal. 3º) La enseñanza religiosa: Este tema no lo vamos a desarrollar aquí porque se va a tratar en una exposición aparte. Resumiendo: Podemos decir que, por una parte, el Estado es a-confesional y se rige por un sistema democrático. No tiene ninguna religión oficial. No confiesa ningún credo religioso. Y la Iglesia, que no es democrática sino jerárquica, tiene que mantener relaciones sociales y políticas con el Estado. Y este es el conflicto: parece que la Jerarquía de la Iglesia aún no ha aprendido a mantener unas relaciones democráticas con el Estado. Pretende que le esté sometido en criterios políticos y morales. La Iglesia no puede imponer al Estado su particular concepción del matrimonio, de la homosexualidad y de las parejas de homosexuales, del divorcio, del aborto, de la enseñanza, de la economía, de la ciencia, etc. Son temas que pertenecen al ámbito político: el Estado legisla sobre ellos sin depender de criterios de la moral católica. El Estado legisla al margen de la Iglesia, como figura independiente de las doctrinas religiosas. Por otra parte, es difícil compaginar la falta de democracia interna en la Iglesia con una defensa externa de sus valores. La Iglesia no tiene autoridad para imponer nada al Estado. El Estado laico es el que defiende la independencia de la sociedad de toda influencia eclesiástica o religiosa. No es la Iglesia la que es incompatible con la democracia, sino unas instituciones jurídicas y económicas que pretenden ejercer en una sociedad plural y laica el monopolio de la verdad. Preguntas: 1.- Qué ventajas tiene para los ciudadanos y ciudadanas que exista una real separación entre Iglesia y Estado. 2.- Por qué no es propio de un Estado laico la presencia religiosa en actos públicos del Estado. 3.- Por qué no es aceptable que de los fondos públicos del Estado, recaudados por los impuestos de la ciudadanía, se detraiga una cantidad para financiar a la jerarquía de la Iglesia católica? ¿Cómo debería financiarse la jerarquía?