Por: VIDA Günter Grass nació en 1927 en Danzig, hoy Gdansk. Hijo de un tendedero alemán y madre polaca de una minoría eslava. A los quince años llevó por primera vez el uniforme de la Luftwaffe, pero, la percepción del desmoronamiento moral del nazismo le produjo una cicatriz que, según ha dicho en numerosas ocasiones aún no ha cauterizado. El joven soldado fue herido y apartado del frente en 1945. Cayó prisionero de los americanos. Tras la guerra trabajó en una mina de potasa, fue albañil e incluso formó parte de una banda de Dixieland− percutía con dedales una tabla de lavar ropa− que llegó a tocar con Luis Armstrong, hasta que pudo recuperar los estudios y acabar en la academia de artes en Berlín. Discípulo de Karl Hartung, se enroló en el grupo del 47, donde coincidió con Böll, Bachmann, Celan, Ezensberg y Hindke, donde llegó a ser aclamado como su líder natural. Grass Günter se ha manifestado siempre partidario de la nación cultural. Para muchos por su postura en contra de la reunificación alemana, ha sido un traidor a la patria y un apologeta del terrorismo. Ha obtenido el premio Príncipe de Asturias de las letras 1999. Hombre político y siempre comprometido por cualquier causa justa, Grass ha sido objeto de muchos ataques. Lo que nadie discute es su talla de escritor, muchas veces propuesto y − por razones inexplicables− pospuesto para el Nobel. Pero al fin la academia sueca aporta el galardón al escritor más crítico con la reunificación alemana, tras premiar el pasado año al comunista José Saramago y anteriormente a Seamus Heaney y a Darío Fo. La trayectoria de este galardón parece haber iniciado un nuevo itinerario de reencuentro directo con la literatura. Y cabe esperar por otra parte que este imprevisto maridaje entre el Nobel y Grass contribuya por un lado a una reconciliación del escritor con algunos lectores de su país, y por otro a un mayor entendimiento entre los alemanes del Oeste y del Este. Siempre he pintado y siempre he escrito, pero no puedo describir sólo a partir de imágenes, ha reconocido. OBRAS Las primeras obras que escribió fueron unas piezas dramáticas; Tío, tío, y los malos cocineros que no tuvieron tan buena acogida como las novelas que las siguieron. Su primera novela, El tambor de Hojalata (1959) obtuvo un enorme éxito, y más tarde fue llevada al cine por Volker Schlöndorff. Después escribió otras novelas: El gato y el ratón (1961), Años de perro (1963), El rodaballo (1977), Partos Mentales (1980). En sus novelas se mezclan de una forma nada convencional el realismo, lo macabro, la fantasía y el simbolismo, todo al servicio del tema de la culpabilidad colectiva. Sus obras presentan habitualmente la lucha de un hombre, a menudo él mismo grotesco en su morfología o en sus percepciones, por preservar su individualidad en medio de lo que Grass concibe como la pesadilla materialista de la vida contemporánea. 1 Político comprometido, Grass ha ofrecido algunas veces su apoyo al Partido Socialdemócrata. Sus escritos políticos están recogidos en varios libros como Alemania, una unificación insensata (1989), Malos presagios (1992) y Discurso de la pérdida: sobre el declinar de la cultura en la Alemania unida (1993). CRÍTICAS La decisión de premiar al autor de El tambor de hojalata desencadenó una reacción casi unánime de satisfacción entre sus colegas españoles. FRANCISCO UMBRAL. El escritor y periodista subrayó que el galardonado tiene una gran voluntad moral y ha hecho mucho por la democracia en Alemania, además de elogiar su gran estilo literario. ANA MARÍA MATUTE. La autora formó parte del jurado que en junio otorgó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras al ahora Nobel. Le voté con entusiasmo porque es una persona preocupada por su tiempo. JUAN GOYTISOLO. El autor barcelonés sentenció: es el mejor Nobel que se ha dado en los últimos 20 años. Goytisolo aprecia su gran audacia compositiva que entronca con la mejor tradición alemana. GUSTAVO MARTÍN GARZO. El último premio Nadal manifestó que el autor alemán representa una figura que había caído en desuso, la del escritor comprometido políticamente con su tiempo. GUILLERMO CABRERA INFANTE. El escritor cubano afincado en Londres confesó que no ha leído nada de Günter Grass y que tampoco piensa hacerlo. desconfío de un premio que nunca se le dio a Joyce, Proust o Jorge Luis Borges. 2