IV Domingo del Tiempo Ordinario z AÑO A z Mt 5, 1-12a z Primera lectura z So 2, 3; 3, 12-13 z “Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde”. z Segunda lectura z 1Co 1, 26-31 z “Dios ha escogido lo débil del mundo”. z Salmo z 145 z “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. z Evangelio z Mt 5, 1-12a z “Bienaventurados los pobres en el espíritu”. A l ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán ellos llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justiacia, porque de ellos es el reino de Dios. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros». Para situar este evangelio En las bienaventuranzas tenemos un “símbolo” y un resumen de la enseñanza de Jesús. Mateo, que ha distribuido en varios bloques las enseñanzas de Jesús que ha podido recoger, pone las bienaventuranzas como introducción al primero bloque, denominado sermón de la montaña. En estas palabras tenemos que buscar el que dan: la buena noticia de la misericordia de Dios. encontramos pistas sobre “el Reino del cielo” y sobre quien es este Dios que nos hace “hijos y hijas”, al cual Jesús nos invitará a denominar “Padre” y a dirigirnos con “el padre nuestro”, invitación sita en el corazón del sermón de la montaña (Mt 6, 9-13). Hay dos versiones de las bienaventuranzas: las de Lucas llamadas “sermón del llano» (6, 17-49), llamado así para distinguirlo del «sermón del monte» (Mateo 5-7), que también comienza con las bienaventuranzas. Mateo sitúa esa larga predicación de Jesús en un monte, debido a su interés de releer la figura de Jesús a la luz de Moisés en el Sinaí, mientras que Lucas la pone en una llanura, pues su interés es situar a Jesús en la base, junto al pueblo, al lado del gentío. En las palabras introductorias a las bienaventuranzas resuena la Alianza de Dios en Israel. “La montaña” evoca el Sinaí, donde Moisés recibió la Ley (Ex 24, 12). Contexto de paso hacia la libertad. Pero, a diferencia de Moisés, Jesús no es intermediario sino que habla directamente, con su propia autoridad. Por esto “se sentó” y tomó “la palabra” -cómo hace un Maestro- con “los discípulos”. Y si la Ley era “para instruir los israelites” (Ex 24, 12), la palabra de este Jesús-Maestro es para todo el mundo. El evangelista nos lo recuerda diciendo que Jesús “sube a la montaña” motivado por “las multitudes” que ha visto. Y lo dice después’de haber situado la primera actividad de Jesús en tierras fronterizas, de mezcla (Mt 4, 12-25). Para fijarnos en el Evangelio El género literario de la bienaventuranza es clásico en la Biblia para expresar la felicidad que proviene de Dios. Jesús adopta este lenguaje y no el legislativo. Entre la antigua alianza y la nueva hay continuidad pero Jesús aporta una grande novedad: Él no da mandatos, como Moisès, sino que anuncia “el Reino del cielo” y señala quiénes la acogen como noticia que hace “feliz”: “los pobres”, “los humildes”, “los limpios de corazón”... Con el término “compasivo-misericordiosos” se habla de la ayuda a quienes están en apurosnecesitados (Mt 25, 31-46) y del perdón dado a quienes han cometido una ofensa (Mt 18, 21-34). “Los pobres en el espíritu” son quienes, lejos de las riquezas, ponen su confianza sólo en Dios con un corazón humilde. Dios da a los pobres su Reino: esta es la buena nueva (Mt 11, 5). “Los limpios de corazón” son aquellos a quienes canta el salmista (Sal 24, 3-4; 15, 2-3): quienes se comportan sinceramente serán admitidos a la presencia de Dios por siempre jamás. “El consuelo” de Dios había sido anunciado por el profeta (Is 61, 2). La expresión “quienes lloran” se refiere, probablemente, a quienes padecen la injusticia y la opresión. También la bienaventuranza sobre “quienes trabajan por la paz” encuentra un anuncio en los profetas (Mal 3, 23-24). A la acción pacificadora Dios corresponde con el amor de Padre. La acción a favor de la paz pasa por todos los campos de la vida personal y social. “La posesión de la tierra” por parte de los “humildes” la cantaban los judíos en los salmo (Sal 37, 11). “Los humildes” son quienes se inclinan delante de Dios y, en consecuencia, son pacientes, no se irritan, rehúyen toda violencia. Jesús mismo lo vive (Mt 12, 15-21). “La tierra” que poseerán es la tierra renovada por el don del Reino. “Hambre y sed de justicia”. Aquí la palabra “justicia” no se refiere a la justicia salvadora de Dios, ni tampoco a la justicia social. Es el deseo de hacer caso de la voluntad de Dios de manera auténtica y efectiva, y de serle fiel (Mt 3, 15). Pero no se ha de olvidar que la voluntad de Dios es liberar los oprimidos. “Perseguidos por causa de justicia” son quienes, como Jesús mismo, son rechazados por hacer la voluntad de Dios (1Pe 3, 14). “La recompensa” es la participación en el Reino celestial. Es un regalo que Dios da a quien lo quiere dar, más allá de cualquier exigencia o reclamación por parte nuestra (Mt 20, 13-16). z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor. z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. z Leo el texto. Después contemplo y subrayo. z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otras personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... ¿Qué descubro del Reino de los cielos y de Dios que nos lo da? z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿En qué hechos vividos esta semana he experimentado la “felicidad” del Reino? z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... NO Si dijese que sí, Señor, que todo está muy bien, que el mundo es justo y bueno, que la historia trae claridad, que nuestras leyes son tus leyes, que cada cual es cada cual, que todos tenemos lo que nos merecemos, que estos tiempos no dan para más... Si dijese que acaso las cosas son así porque sí, y ahí están y no les demos vueltas: si éste está arriba y ese otro abajo es por culpa de la vida; si algunos van de puerta en puerta con un saco de cenizas a cuestas es porque son unos estúpidos... Si dijese que sí, que todos tenemos igualdad de oportunidades, que el esfuerzo es lo que cuenta, que la revolución es una quimera, que los ricos también lloran, que el ser pobre tiene sus ventajas, que allá cada cual con su conciencia... Si dijese lo que a veces se dice: que el mundo no funciona con tus promesas, que de nada sirve maldecir a los de arriba y menos a los que triunfan, que es bueno que haya libertad cívica para todas las ofertas... Si dijese que tus bienaventuranzas son flores que encubren cadenas o palabras que tranquilizan a los que manejan los hilos de la historia... Conformidad, resignación, admiración, callar, callar, y mucha precaución. Si dijese que sí..., entonces sería el momento de hablar seriamente de los que anuncian paraísos en la tierra, de los que dicen que tu evangelio aliena, de nuestras cuentas secretas, de mi vida y sus apuestas... Pero no, Señor. Ulibarri, Fl. Si dijese que exageras, que tus bienaventuranzas no sirven para esta época, que la pobreza, el hambre y las lágrimas, son tierra baldía y yerma; si buscase la aprobación a mi status y nadie hablara mal de mi persona... Ver z Juzgar z Actuar “Mucha gen.”te pequeña.. VER E n una conversación sobre la situación actual, una persona manifestaba su pesimismo no sólo ante el presente sino ante el futuro, porque según decía “la gente cada vez es más egoísta y cada uno va a la suya”. Pero su interlocutor le respondió: “Si te paras a pensar, la sociedad no sólo se sostiene sino que avanza porque, aunque parezca que no, hay más gente haciendo el bien que gente haciendo el mal. Aunque lo malo es siempre lo que más se ve y se nota”. Recordé unas frases de la Campaña de Cáritas para este año: “Mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo. Otro estilo de vivir es posible”. JUZGAR L a Palabra de Dios en este domingo nos invita a reflexionar acerca del valor que para Dios tiene “lo pequeño”, lo humilde, así como la importancia y necesidad que “lo pequeño” tiene para la sociedad. En la 1ª lectura hemos escuchado que Dios, para llevar adelante su plan de salvación, cuenta con «un pueblo pobre y humilde que confiará en el nom- bre del Señor». Dios no va a buscar un pueblo fuerte y poderoso al estilo de los poderes de este mundo, sino que opta por «el resto de Israel, que no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera». Porque así quedará más patente la acción de la fuerza salvadora de Dios, y la confianza en el nombre del Señor será la que evite las maldades y los abusos que, de otro modo, se cometerían. Y ese “resto” desde esa confianza convertida en acción, mostrará que “otro estilo de vivir es posible”. Esa predilección de Dios por los pequeños y sencillos ha sido una constante a lo largo de la Historia de la Salvación y de la Iglesia. Y en Jesús y en su anuncio del Reino Dios manifestó clara y definitivamente su opción, como hemos escuchado en las Bienaventuranzas: «los pobres en el espíritu, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por ser justos...». Éste será el distintivo de quienes formen el pueblo de Dios, éste es el estilo de Jesús y éste debe ser el estilo de quienes nos llamamos sus seguidores. Y si lo hacemos así, estaremos formando esa masa de gente anónima que, callada, discreta y humildemente, aportan mucho positivo a la sociedad, de tantos santos anónimos. Y si al hacerlo nos sentimos dichosos, estaremos mostrando que “otro estilo de vivir es posible”, porque aunque nos «insulten», y nos «persigan», y nos «calumnien de cualquier modo» por causa de Jesús, mantendremos la alegría y la esperanza porque sabemos que nuestra «recompensa será grande en el cielo». Por eso en la 2ª lectura san Pablo decía a los Corintios y nos recuerda a nosotros: «Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario... ha escogido... lo que no cuenta para anular a lo que cuenta». Confiar en el Señor, seguir el estilo de vida de Jesús es lo que nos va a hacer capaces de anular el mal que encontramos en el mundo, porque se cumplirá que “mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo”. ACTUAR A veces, en la Iglesia, nos fijamos mucho en los números, en cuántos somos o dejamos de ser: ¿Tengo presente que Dios confía en un “resto pobre y humilde pero que sea fiel”, o sigo creyendo que la cantidad es lo importante? Y desde la conciencia de que debemos ser ese “resto de Dios”, ¿cómo me autoevaluaría respecto a las Bienaventuranzas? ¿Manifiesto que “otro estilo de vivir es posible”? ¿En cuál o cuáles de las Bienaventuranzas debería crecer? Como san Pablo, fijémonos en nuestra asamblea... Sociológicamente somos “gente corriente”, pero el Señor cuenta con nosotros para que vivamos y anunciemos su Reino, para que aportemos a la sociedad todo lo positivo que contiene el Evangelio. Él mismo se pone a nuestro lado con su Palabra y con su Cuerpo y Sangre, para que “fuertes con la fuerza de la eucaristía” podamos hacer vida las Bienaventuranzas y nos sintamos alegres y contentos por formar ese “resto” pobre y humilde, esa “gente pequeña que, haciendo muchas cosas pequeñas en muchos lugares pequeños, pueden cambiar el mundo” y que se haga realidad el plan de salvación de Dios. Acción Católica General Alfonso XI, 4 5º 28014 - Madrid www.accioncatolicageneral.es