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El motivo, 1994.
PAISAJES DE LA TIERRA: PENSAR, HABITAR, CONSUMIR.
GUIÓN DE LA CONFERENCIA:
Tonia Raquejo Grado
Julio 2009
Generalmente está muy extendida la idea de que el Land Art (traducido por el arte
de la tierra) está intrínsecamente vinculado con la naturaleza, en tanto que los
artistas actúan fuera de la galería en el espacio abierto, muchas veces en territorios
inhóspitos (como desiertos o cadenas de montañas) y lugares remotos. Pero esta
vinculación con la naturaleza resulta ser más compleja, ya que trasciende con mucho
la idea de ubicar la obra en un escenario natural, entendido este como un espacio o
territorio abierto. El término de Land Art no es, por otra parte aceptado por los
propios artífices de las obras, a quienes los críticos e historiadores nos empeñamos
en clasificar. El termino más aceptado por los artistas es el de Earth Works, y sobre
esta acepción construyo el título de mi intervención. Por Paisajes de la Tierra
entendiendo los paisajes del propio planeta Tierra (The Earth), y no solo el material
inorgánico-mineral con el que cubre su manto. De la misma manera, me gustaría
llamar la atención sobre el término de Land, que en inglés podría remitirnos además
al verbo aterrizar. Con ello pretendo aclarar que lo que conocemos como el
movimiento de Land Art bien podríamos entenderlo como “el arte que aterriza en la
planeta Tierra”, no ya solo en la naturaleza, y bajo esta óptica se abordará la
primera parte de este seminario.
1
Dibbets perspective correction, 1968
A finales de la década de los 60 del siglo pasado, la humanidad estuvo muy atenta a
lo que ocurría a miles de Km. de distancia de la Tierra. Con la exploración del
espacio exterior -cuyo punto culminante se constituyó con lo que se llamo “La
conquista de la Luna” en 1969-, la especie humana pudo por primera vez, ver su
planeta desde el afuera, esto es desde un punto de vista que le permitía observar a
la Tierra como un planeta más del Sistema Solar. Ese salto de escala tanto físico (la
inmensidad del espacio y del universo) y conceptual (el desafío que supone al
conocimiento), colocó a la especie humana
en una situación similar a la que el
hombre primitivo. Pero lo que el homo sapiens prehistórico abordó con un asombro
asociado al miedo y a la magia y religión, para el homo sapiens del siglo XX el
asombro iba (y va en la actualidad) unido a sus ansias de control y conocimiento.
El medio y el entorno han crecido. La ciencia no se ocupa sólo de
contextos
ambientales (hemisferios, climas, floras…): el medio físico del planeta ya ha cobrado
una dimensión más compleja en relación a la dinámica de los conocimientos del
universo. En este contexto nace una visón sintética totalizadora (hipótesis de Gaia,
2
de Atlan, Lovelock y Margulis, 1987: “un modelo planetario de dinámica celular”)
bajo la que se entienden los procesos dinámicos de la naturaleza como un conjunto
de relaciones complejas completamente interconectadas. La tranquilizadora versión
que explicaba los fenómenos mediante la causa-efecto, se complica en una teoría
que se rinde al control y escapa de la predicción: La totalidad es más que la suma de
las partes. El análisis pormenorizado de las partes (por mucho que podamos llegar a
reconstruirlos) no garantiza la comprensión de los fenómenos naturales, sobre todo
vitales. El conocimiento tiene que vérselas con lo no controlable, lo no visible, lo no
predecible.
Esta situación de una consciencia nueva, coincidió con la proliferación de
observatorios en el ámbito del Land Art ¿Qué se pretendía con ellos? 1.- Reconstruir o
más bien re-señalizar el tiempo, atendiendo al devenir cíclico (recorrido del planeta
alrededor del sol), un cuestionamiento del curso de tiempo vectorial que no solo
afectaba a la visión “moderna-vanguardista” del arte, sino al concepto mismo del
tiempo ¿existe el tiempo? o lo construimos? 2.- Ver el mundo, nuestro mundo, como
un observatorio no ya desde donde observar el espacio exterior, sino las relaciones
que establecemos con el entorno. Artísticamente interesa indagar en los procesos
perceptivos y preceptivos con los que abordamos nuestro entorno. Estos artistas
piensan el paisaje, yendo más allá de lo meramente visual y cuestionan más que
aspectos estéticos, aspectos epistemológicos que
afectan a las bases del
pensamiento de nuestra civilización. A través de sus obras, nos proponen, por tanto,
una lectura del entorno que sea capaz de provocarnos una experiencia holística o
totalizadora, habitando de otra forma el planeta y obligándonos a abandonar
esquemas y predeterminaciones (Gestalt) que lejos de formar parte de aquello que
vemos, lo imponemos sobre lo que vemos, buscando un sentido, dando, por tanto,
con un razonamiento en cierta manera prefijado.
Para el desarrollo de estas cuestiones propongo abordarlas a través de 3 tipos de
situaciones: cómo pensamos el paisaje, cómo lo habitamos y cómo lo consumimos.
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