La actual ley de Concursos y Quiebras nº 24522, nació en un

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CUARTAS JORNADAS DE SINDICATURA CONCURSAL
CONSEJO PROFESIONAL DE CIENCIAS ECONOMICAS DE CORDOBA
COMISION DE SINDICATURA CONCURSAL
Esp. Rubén Alberto OLMEDO
Delegación Río Cuarto
Córdoba, 18 y 19 de noviembre de 2004
LA JUDICIALIZACION DEL PROCESO CONCURSAL:
CONSECUENCIAS
¿Qué es la justicia?
En primer lugar, una característica posible mas no necesaria del orden social.
Recién segundo término constituye una virtud del individuo pues un hombre es justo
cuando su obrar concuerda con el orden considerado justo.
Mas, ¿cuándo es justo un orden social determinado?.
Lo es cuando regla la conducta de los hombres de modo tal que da satisfacción a
todos y a todos les permite lograr la felicidad.
Aspirar a la justicia es el aspirar eterno a la felicidad de los seres humanos: al no
encontrarla como individuo aislado., el hombre busca la felicidad en lo societario.
La justicia configura la felicidad social, es la felicidad que el orden social garantiza.
Es en este sentido que Platón identifica justicia con felicidad cuando afirma que sólo
el justo es feliz y desdichado el injusto.
HANS KELSEN
filósofo checo (1881-1973
INTRODUCCIÓN
La actual ley de Concursos y Quiebras nº 24522, nació en un
momento de la azarosa historia de nuestro país que seguramente dará que hablar a los
historiadores por muchos años o siglos, y dejará consecuencias y secuelas deseables y
de las otras considerando las transformaciones que se produjeron en la década del
noventa, positivas o negativas, el tiempo y la realidad lo dirá o ya lo está diciendo; pero
no es del caso analizar en este pequeño trabajo.
Como decía la ley 24522, surge como una sentida necesidad de
modernizar la 19551 no por su antigüedad, sino que a raíz de la coyuntura ya había
adquirido vetustez.
La realidad de ese momento imponía la incorporación de nuevos
institutos como la reestructuración empresaria a través del “cramdown”, el pronto pago
laboral, y otros más
Lo que pretendo en este ensayo es mostrar en base a la experiencia
personal en el ejercicio profesional como síndico, asesor de algún Colega que
amablemente me lo ha solicitado, como docente del Posgrado de Especialización en
Sindicatura Concursal y como asesor de alguna empresa en crisis que ha analizado la
necesidad de recurrir al remedio concursal y he ayudado profesionalmente a sus
directivos a desistir de la idea y encaminar la solución por otra vía; o los he acompañado
en esta aventura.
Obviamente, que en un trabajo de esta naturaleza y alcance lograré
solo plasmar algunas reflexiones, pero el objetivo central es aportar como elemento de
debate, la desnaturalización de lo que se pretendió y como en algunos casos la misma
magistratura desvirtúa el espíritu civilista, ágil, efectivo, eficaz y eficiente que el
legislador entiendo se propuso al sancionar esta ley.
DESARROLLO
Partiendo de lo que determina la ley 24522 en el art. 273, inc. 3), en
forma taxativa y con absoluta y meridiana claridad: LAS RESOLUCIONES SON
INAPELABLES, no hay dudas que lo que se quiso es crear un sistema ágil que no se
convirtiera en una maraña judicial que llevara años su finalización.
En el art. 90º introduce la novedosa posibilidad de que una quiebra
pueda ser convertida en concurso, con el único objeto de salvar a la explotación con
posibilidades, para que sea saneada y pueda seguir dentro del proceso productivo.
El principio de la agilidad se condice con lo que establece el art. 203
en cuanto a que la realización de los bienes en los casos de quiebra debe comenzar de
inmediato; para aquellos casos en los cuáles sea inviable la continuidad de la
explotación.
Esto se concatena con lo que establece el art. 217º que fija que la
realización de los bienes se debe efectuar dentro de los cuatro meses de decretada la
quiebra, y va más allá considerando al incumplimiento de este plazo como falta grave.
Estimo con estos ejemplo que está demostrado cuáles son las
pretensiones o intenciones que tuvo el legislador: la preservación de aquellas empresas
en crisis para su saneamiento y continuación de la explotación dentro del alicaído
circuito económico nacional o la liquidación inmediata ante la imposibilidad manifiesta
de su continuidad.
Esto guarda coherencia con la necesidad de que el síndico sea un
profesional preparado en materia de análisis económico, financiero, productivo, de
mercado, de costos, etc., como lo somos los Contadores Públicos, salvo excepciones, la
doctrina reconoce que es el profesional indicado para desempeñar la función.
Y es por esto que en la nueva ley se le otorgó mayor participación,
especialmente en el proceso de verificación de créditos tempestiva en cuanto a las
observaciones, por cuanto ahora los acreedores no las efectúan al informe del Síndico,
sino que a la pretensión de los acreedores; esto puede resultar “a priori” no muy
significativo, pero es de una sutileza superlativa, ya que el síndico al emitir su informe
individual sobre la pretensión verificatoria ha escuchado las dos campanas (acreedor y
deudor).
Ahora bien, hasta acá la palabra la lleva el síndico, quien puede
desplegar toda su sapiencia, basada en leal saber y entender, en normas técnicas que
emite nuestro Consejo Profesional, los organismos tributarios, etc..
Pero qué ocurre de acá en más, el Juez (abogado al fin), emite su
informe resolviendo cuáles créditos admite a que se sienten a la mesa de los deudores, y
cuáles no.
Obviamente, habrá algunos acreedores satisfechos (los verificados
y/o declarados admisibles), siempre y cuando se haya hecho lugar a su pretensión y
otros no; los que ven disminuida su pretensión o los que directamente quedaron afuera.
Y aquí comienza lo que doy en llamar el proceso de judicialización,
pues, no nos olvidemos que junto a cada acreedor pueda y en los hechos es asì haber un
abogado, y para poder presentar su solicitud de apertura del proceso concursal y la
declaración de la quiebra, el deudor necesariamente debió hacerlo con el patrocinio de
un abogado.
A esos profesionales del derecho le debemos agregar el/la
Secretario/a del Juzgado y el/la Juez/a que es el/la directora/a natural del proceso.
Y por qué se judicializa el proceso, si nos remitimos al art. 278
encontramos la respuesta: se aplicarán las normas procesales locales; esto rompe con el
principio del art. 273 sobre la inapelabilidad de las resoluciones.
Analicemos la cantidad de recursos que se pueden plantear:
Recursos Ordinarios:
De reposición;
De aclaratoria;
De apelación;
De nulidad;
Recursos Extraordinarios:
De inconstitucionalidad en el orden provincial;
De inconstitucionalidad en el orden nacional;
De casación;
De inaplicabilidad de la ley o de defecto legal;
De inconstitucionalidad por Nulidad;
Cada uno posee intrínsecamente un procedimiento propio, con plazos
diferentes, no tramitan por ante el mismo Juzgado en unos casos lo hacen por ante la
Cámara de Apelaciones, en otro por ante el Superior Tribunal de Justicia, y por último
por ante la Corte Suprema de Justicia.
Indudablemente que son institutos que garantizan la defensa en
juicio; pero que por otro lado desvirtúan aquel espíritu que planteé al inicio sobre el
proceso universal.
No escapara al criterio de quien lea este pequeño trabajo que la
irrupción en el proceso universal de todos estos recursos, generan una alargamiento del
concurso y/o la quiebra en el tiempo que va a contramano de la rapidez que la ley le
pretende imprimir.
Por otro lado, inciden las consecuencias de la actuación de los
propios Juzgados, ya que en algunos casos los mismos Magistrados dictan prórrogas, o
la Alzada, con lo que se rompe el principio de la fatalidad de los plazos; medidas de este
tipo, que no son esporádicas, sino que algunos casos ya son costumbre, generan que se
deban publicar nuevos edictos a raíz del corrimiento de los plazos, entorpece la labor
del síndico, demora la solución para el deudor, y ni qué decir del acreedor que está
esperando ver satisfecho su crédito.
A todo esto los contadores públicos debemos prepararnos más allá de
lo que correspondería, aunque el saber no ocupe lugar y en algunos casos deberíamos
profundizar más nuestra especialización, lo cual nos implica un esfuerzo adicional, que
no se ve compensado en la retribución de nuestro trabajo, pues las normas arancelarias,
indudablemente que benefician en grado sumo al letrado patrocinante de ambas partes
litigantes, a quien en cada Incidente o Recurso se le regulan honorarios adicionales, y
por otro lado los Jueces (abogados al fin como lo tengo dicho) en la mayoría de los
casos, salvo honrosas excepciones, estiman que con la regulación final de honorarios al
Síndico (en la cual también participa el abogado del deudor) se cubre su participación
indudablemente necesaria en todas esas intervenciones adicionales generadas en
muchos casos por causas estrictamente jurídicas que no hacen al proceso universal.
Sumado a todo esto en nuestra provincia en donde a través de la ley
arancelaria de abogados, 8226, se derogaron los artículos pertinentes de nuestra ley
arancelaria 7226; es decir que los contadores públicos hemos quedado sometidos a la
voluntad regulatoria de los Jueces, quienes en definitiva son abogados; y convengamos
que la venda de la señora justicia en la realidad hace tiempo que se ha caído.
OTRAS CUESTIONES QUE DISTORSIONAN EL PROCESO:
Resulta de imposible cumplimiento la agilidad y rapidez que el
legislador pretendió imponerle al proceso, ya que entran en juego otros actores, como el
Registro General de la Propiedad, que en nuestra provincia de Córdoba ha instaurado a
través de la ley 5059 la obligatoriedad de utilizar formularios que poseen mayor peso
que el oficio de un Juez. El Registro Nacional de la Propiedad del Automotor lo mismo
con su formulario 2-E. La Administración Federal de Ingresos Públicos que ejerciendo
una suerte de irritante privilegio, pues, debería enterarse de la apertura de los procesos
universales como el resto de los mortales, a través de los edictos, nos obliga a los
contador públicos sopena de iniciarnos sumarios, a través de la Resolución General 745
la presentación del form. 735; y lo mismo ocurre con nuestra Dirección General de
Rentas que Código Tributario vigente Ley 6006 t.o. 1988 y modificatorias en sus arts.
43 y 132 bis que también nos impone a los síndicos la comunicación en igual sentido.
CONCLUSIÓN:
Los contadores públicos para poder desarrollar adecuada y
decorosamente nuestra profesión en el campo judicial debemos efectuar un estudio
previo y profundo de derecho procesal, aunque nos resulte ajeno a nuestra formación
original; con esto quiero significar que nos debemos convertir en verdaderos
especialistas, pero especialistas de verdad; no como ocurre en la estructura judicial en la
que se han creado los juzgados especialistas en concursos y quiebras, y no son más
que juzgados civiles y comerciales que atienden únicamente concursos y quiebras, lo
que no quiere decir que quienes lo conforman desde el Juez hasta los auxiliares
administrativos sean especialistas en la materia, en el sentido lato del término tal como
lo expresa el diccionario de nuestra rica lengua madre: “Dícese del que cultiva una
especialidad en una profesión o actividad” (sic).
Debemos ser custodios de las espaldas de la Administración Federal
de Ingresos Públicos y de la Dirección General de Rentas de la Provincia, que poseen
inmensas y pesadas estructuras burocráticas, financiadas con los dineros públicos; para
hacerles conocer la existencia de los procesos universales. Todo bajo apercibimiento de
ser sumariados y/o multados.
Seguramente que en algún momento, debamos recurrir a los servicios
de un abogado para poder llevar adelante el proceso cuando se ingresa en los fárragos
jurídicos; pero eso sí a nuestra costa.
REFLEXION FINAL:
No quiero que este trabajo suene como una letanía quejosa, porque si
no me dedicaría a otra cosa, simplemente he pretendido reflejar la realidad en la cual
nos desenvolvemos los síndicos, de una manera somera porque obviamente hay muchos
matices y/o aspectos que me han quedado en el tintero; pero sí soy convencido que no
es posible ejercer la “telesindicatura” como erróneamente algunos Colegas quizás
llevados porque el mercado se ha achicado, cada vez somos más los profesionales que
entramos al ruedo, o por falta de visión en la búsqueda de nuevos nichos laborales que
se presentan y en cantidad (pero que exigen incorporarse a nuevos campos campos, lo
que en administración se preconiza: la innovación, renovación, y preparación).
Debemos ejercer la sindicatura como una especialización y ello
conlleva, indudablemente el prepararnos permanentemente, actualizarnos con lectura
especializada, aplicar la creatividad pero con conocimiento de causa, en fin, un
verdadero esfuerzo de actualización y estudio permanente.
Estoy seguro y así debe ser porque el debate es lo más saludable que
nos puede ocurrir, que alguno de mis Colegas que tengan la “peregrina idea y
paciencia” de leer este “oscuro libelo” (por usar una medieval expresión que les encanta
a nuestros amigos abogados, muchas veces sin conocer su significado y origen) no estén
de acuerdo con algunos de los conceptos que he vertido, pero tengan la seguridad que lo
hago con conocimiento de causa y con total honestidad, y en definitiva como bien dice
el refrán español: “al que le quepa el sayo que se lo ponga”.-
Esp. Rubén Alberto OLMEDO
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