Num063 023

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Final de
o pocjía acabar bien el año
por razones obvias; sobre
los escenarios sólo aparece
lo que tenemos, que es
poco. Pero lo 5que nadie esperaba
es que la profesión reconociera
parte de ese malestar, mediante
una huelga que encabezaron los
actores el 12^ de "diciembre, la
primera desde ía emblemática
huelga de teatros de 1975. Huelga
la reciente confusa, cuyo libretq
parecía escrito por algún
anónimo autor con el objetivo de
sembrar más oscuridad sobre
problemas endémicos; porque, en
vez de analizar los errores de h
marcha que se sigue, la pro-fesíón ha vuelto su mano hacia el
Estado para, pedir el fácil dinero
público.
Confusa, además, porque nunca
estuvo muy claro contra quién iba
dirigida: mientras la Unión de
Actores parecía hacerla contra el
Ministerio, los ministeriales -es
decir, directores vinculados a teatros públicos- la hacían, según
sus palabras» para apoyar a Cultura; ^i a esto unimos que el titular
de !ese Ministerio, el señor Solé
Tura, apoyó la huelga mientras
Juan Francisco Marco, director
de su Instituto Nacional de Artes
Escénicas y de la Música
(INAEM), no quería hablar de solidarizarse con ella «porque, en
política, hay ique ser muy prudente», la confusión se trocaba en de-
magogía. Para colmo, Adolfo
Marsiliach mandaba «al diablo a
las subvenciones y a los ministerios», sin explicar que hace tres
años dirigía un teatro público y
que; hace menos todavía, era director del INAEM y, como taí,
dispensador de subvenciones; el 1
de enero de 1992 se ha hecho sargo además de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con algo
más de 500 millones de presupuesto estatal.
«Lo mejor del trimestre ha
sido «La verdad
sospechosa», que muestra
la calidad de un texto
sobrio, trenzado sobre un
argumento sencillo. At la
versión del texto que ha
hecho Claudio Rodríguez
hay que añadir la sobria
dirección de Pilar Miró.»
ientras esos |viso& de farsa reinaban en ía calle,
sobre los escenarios las
fiestas de finales d& año se han
cobrado las habituales piezas: en
el teatro Albéniz, el pasado Festival de Otoño había dejado una
parodiare Don Juan Tenorio di*
rígida por Ángel Fació; aunque el
público no ha acudido a verla, la
escena seguía ocupada, porque
uno de los problemas de los teatros públicos -en este caso de la
Comunidad de Madrid- es su
contratación cerrada, independíente de la taquilla. Y ha
aguantado las fiestas una comedia
de Miguel Mihura, La tetera, que,
dirigida por Díaz Merat, no
acertó a poner de relieve con
algún arte la gracia de ese gran
dramaturgo al que un reparto
muy secundario y algunos actores
inexpertos prestaban flaco servicio. Arníches también ha gozado
de uno de esos retortijones que se
propinan últimamente a 'logautóres desaparecidos; Amiches-92,
dirigido por Fernández Montesinos e*incluido dentro de la programación de la capitalidad europea <Je la cultura, levanta un pico
del pañuelo que nos oculta el teatro institucional de este año mirífico, según lo califica, con ironía,
Lázaro Carretee cuatro saínetes
de Arniches y García Alvarez, cosidos por un guión dé ningún ingenio, troceados y rematados por
apositos en forma de canciones
madriléñistas, han bastado para
el desaguisado rayano en el analfabetismo y la falta de respeto.
o mejor del trimestre ha sido un clásico, Juan Ruiz de
i Alarcón, en manos de Pilar
morir^Be su teatro mjbo una edi- ;
ció» qerisurajda en' Aguilat, hoy
su|)eragotada; -y que; habiia que
de una parte f fundamental <te sil
obra-y y* <ie sus ensayos -otra, ÍTH •
mjrtetii a pesar de su título, en \.
tres volftaaeiaes ~en~ lauras» ^ en "
1983; Pero todavía ekisté mucho
material medito-, y; lio recogido^
sobretodo artículos y «na icónsiderabk cojíespondeatía idfr pri*mera magnitud. ¿C¿mo conseguir
de tina.yez.ia edición cóippíeta de
íaíobra de ftedro Salinas, c;rucial
.parala CQnserVaeiÓBtyreompr§»-;
síón de las letras y la historia espáftQtes .dé, jioestré::sígloj ,&tac&i
toca 41 türníf de hablar del caso ;de;
puede repetir hasta la exáspera-
una edición
} " seria d§ 'las obras
e&mpléías de Pedro Salinas
; en su centenario: La
ticuna,
desafámién queümt&la
empresa privada como los
mostmndo hacia nuestro
legado literario es lo más
: parecido (i m genocidio
: ; cultural:»
ta y cinco años repletos de alegría,
serenidad y lucidez alerta, y que
estuvieron a punto de quebrarse
precisamente en un hospital ,de
Nueva York a causa demná neumonía bacilar, en los mismos momentos en los que le concedían el
preftiio. Era la primera vez en su,
vida, repleta de guerra y exilio y
de trabajo por IBspaña y casi toda
Américaf de sur a norte, que entraba, como paciente en un hospir
tal. Es todo un récord. Con una,
obra no muy larga, jpero densa,,
más prolongada como ensayista
qpe, cpnio narrador -pero, en, la^
que lo urU> complementa siempre
lo otro^y (jue^por muy completa
que parezca, siempre sípe,abierta a toda sorpresa, su nombre ha
siífo recibitto coa respeto y alegría
por todos; sus lectores al inscribir^
se en laíi^ta de^ riuestjro^ máxiinosi
«e
jiísticia;
-libros? Un.,.experiHien-4o; Aífe' del des¡iparficíd0..,Moj
ctía Col, en "Bestiii% qpe ;s
"l»«5ttder4 ^tó,pjede fascinar, "la
recopilación .-¿e los Cuentos corté
,^^s»^"Medarda ímile^ , en
Alianza ^-un reg«er4o al realismo
sado; Eífeatré completo, de Franisco Meva (Iurrta^CastiEa-Lá
Mancha), y una novedad pfesimístá yleriifelé, la de Bmademj'cdtó,
de Féíix¡ Teira, en MiicnjoafeA
yi~ Un ¡buen principio para uij
nuevo escritor. ' [ . • > * , / ¡ -
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