CUARESMA 2013 – Pequeñas Comunidades: Semana 5 1. Bienvenidos

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CUARESMA 2013 – Pequeñas Comunidades: Semana 5
(máximo 2 horas, pero puede ser menos)
1. Bienvenidos........ y comencemos
2. Tres minutes de silencio...... Permanezcamos en quietud.
3. Conversación: Hace ya un par de semanas que estamos haciendo nuestros ejercicios de contemplación….
¿Cómo estamos viviendo esto? ¿Cómo sintió cada uno la contemplación de la semana pasada? Si no haz hecho
el ejercicio, esta es la pregunta para usted: ¿Cómo has sentido la presencia del señor durante esta semana?
(Por favor sea breve)
4. Lectio Divina:
a) Jeremías 31; 31-34
b) Juan 12; 20-33 (si es necesario)
a. Releer la guía de la lectio Divina antes de leer el texto bíblico.
(Prefiero que cada uno use su propia
biblia en lugar de copias impresas de los textos. Esto inducirá a los católicos al acto de abrir el libro y leerlo…Imagínatelo?!!!) Pueden
usarse varias traducciones, esto permitiría una conversación más interesante).
b. Comenzar la Lectio Divina
5. Cuando la Lectio ha terminado, poner un interludio musical de algún CD inspirador, mientras la gente
piensa en su servicio o “actio”. ¿Podemos pensar en hacer algo juntos?
6. Tiempo de oración comunitaria. (Este es un momento de oración espontánea. Por turno … como lo
deseen. Se hace en dos partes)
a. Oración espontánea de gratitud, alabanza y bendiciones. (Por ejemplo : Te doy gracias, Señor, por…
Alabado seas Señor, por… Bendito seas Señor, por… )
b.
Oración de intercesión (Por ejemplo: Te pido Señor por… Te suplico Señor por …situación…)
7. Leer la meditación para la semana (no discutirla, sólo leerla)
8.
El encuentro ha terminado. Por favor consideren orar por los miembros del grupo durante esta
semana.
Contemplación:
Semana 5
Jesús es escupido, desnudado y crucificado
Humillación. Sufrir terriblemente en lo físico es una cosa, pero ser humillado públicamente hace el sufrimiento
infinitamente peor. La humillación es una terrible afrenta a nuestra dignidad. La odiamos. “Le damos una
pulida” y hacemos todo lo que podemos para evitar que ocurra. La elección de nuestra vestimenta, el modo
en que nos presentamos; todo habla de nuestro legítimo respeto a sí mismo. Nadie quiere que su vecino lo
mire con desdén.
La meditación de hoy nos invita a pensar en Jesús escupido, cuando sus ropas son arrancadas y es crucificado
desnudo. ¡Qué humillación tan tremenda! ¡Todo hecho en público!
A medida que la agonía continuaba la subida al Monte Gólgota, mucha gente, a diferencia de Simón y
Verónica, insultaban a Jesús. Lo apuntaban con el dedo como si fuera culpable. Lo hacían en voz alta, para
enmascarar el grito de sus propias conciencias que les recordaba sus propios pecados. Nosotros hacemos esto
con frecuencia. Cuan fácil es apuntar con dedo chueco al otro, contando sus pecados, y todo para ocultar
nuestra propia vergüenza. Jesús no había hecho nada malo. Ellos lo escupían. Si bien, universalmente, el
escupitajo sobre una persona es percibido como uno de los más grandes insultos. No depende de la cultura
como lo son como tirar un zapato a alguien o mostrarle el dedo mayor, que son de alguna manera, símbolos
insultantes dependientes de la cultura. [Escupir] es un signo del más profundo desprecio. Es un signo exterior
para mostrarse pisando el alma del otro.
Si esto no fuera suficiente, Jesús fue puesto al desnudo públicamente. Su cuerpo desnudo fue revelado a
todos. Nuestro cuerpo no es nada más la cáscara que cubre nuestro interior. Nuestro cuerpo es nuestro ser,
manifestado exteriormente. Es por eso que nos vestimos. Es por eso que tratamos al cuerpo con tanta
dignidad. Los esposos se tocan con ternura en la más profunda intimidad que implica la desnudez porque es el
modo como más cerca están uno del otro en el alma. La desnudez pública de Jesús fue una expresión de la
profunda humildad de nuestro Dios que “se hizo carne y habitó entre nosotros”. Su cuerpo desnudo, expuesto
ante todos, mostró la vulnerabilidad y cercanía de Dios. Dios expuso Su alma. Tocamos y vemos su ser gentil
en el cuerpo desnudo del Niño de Belén y en el mismo cuerpo maduro del Hijo en preparación a su muerte.
Con cuanta frecuencia vemos gente y miembros de la familia que cuando están muy enfermos o son ancianos
son expuestos en los modos más humillantes. A veces se desnudan a sí mismos en sus camas de hospital, en
su demencia. Su cuerpo desnudo y su vulnerabilidad humana están allí para que los veamos todos. Las togas
de hospital son ampliamente abiertas en las espalda para que todos vean. Así vemos la profundidad de
nuestra condición de creaturas de la que desesperadamente tratamos de huir y ocultarnos. Nuestros cuerpos
desnudos revelan, en una forma terriblemente humillante que somos criatura y no Dios.
Corremos a cubrir a ese miembro de la familia en su cama de hospital cuando se le sacan las ropas. Las
sábanas se corren y el pijama está colgado a un lado, entonces corremos a “cubrirlo”. ¡Que vista humillante!
Mientras miramos, recordemos que, el Padre en el cielo también está allí mirando con amor a Su pobre y
lastimada creatura. Él creo esta frágil corporalidad. Más aún Él nos ama y resucitará nuestros pequeños y
frágiles cuerpos mortales hacia su gloria.
Después Jesús fue crucificado. Sin contentarse con exponer el cuerpo frágil de Jesús para el desprecio público,
los soldados romanos lo fijaron a una pieza de madera. El cuerpo del hombre es asido a piezas de áspera
madera por medio de clavos oxidados y la agonía física se intensifica. La respiración es difícil. Las manos y pies
sufren un dolor acuciante y la fuerzas se van lentamente del cuerpo. El cuerpo desnudo del Niño de Belén es
ahora el cuerpo desnudo del Salvador de Galilea. Belén y el Gólgota se encuentran. Volvimos adonde una vez
hemos comenzado.
Meditación
Sostiene el crucifijo en una mano y una foto de alguien que amas en la otra. Meditemos en la humillación de
Cristo en ambas circunstancias. Cristo también nos contempla con amor en nuestra humillación. Jesús mira a
esa persona que tú conoces y que está en un hogar para enfermos o ancianos y que está al igual que Él
experimentando la humillación en su cuerpo. Tienen pañales como un bebé, gritan y tienen miedo. Nuestra
vulnerabilidad de creaturas está desenmascarada: el rico y el pobre, el que tiene educación superior y el
analfabeto, el grande y el pequeño. Todo es nos escandaliza. Quisiéramos salir a correr. No podemos correr
tan lejos. Corramos entonces a los brazos del Dios que nos ama profundamente, ese que contempla con amor
a Su creatura, su hij@. Imagina a Dios mirando a la persona en la que estás pensando e intenta imaginarte
cuánto Dios l@ ama. Dios nunca humilla, Él nos lleva en sus alas de águila.
Padrenuestro….
“Llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro
cuerpo” (II Cor. 4,10)
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