Death to All en el Circo Volador. Por Miguel A. Cuéllar. La noche del

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Death to All en el Circo Volador.
Por Miguel A. Cuéllar.
La noche del sábado 20 de septiembre en el Loby del Circo Volador, se presentó Death to All, banda
que intenta mantener viva la leyenda del legendario grupo Death, cuyo fundador y líder fue el
guitarrista y vocalista Chuck Schuldiner, quien murió a causa de un cáncer cerebral en el año 2001.
Con este concierto en el D.F., DTA cerró una gira que tuvo como propósito recabar fondos para la
Sweet Relief Musicians Fund, una fundación que brinda apoyo a músicos con problemas de salud o en
edad de jubilarse.
Death fue una de las bandas creadoras y más influyentes del sonido Death Metal, quizás el género de
metal que más se ha expandido y que, aún después de veinticinco años de haber tenido su auge,
mantiene su influencia sobre innumerables bandas de las nuevas generaciones.
En esta ocasión, Death to All presentó entre sus integrantes a Steve Digiorgio, para muchos el mejor
y más virtuoso bajista que ha habido en el metal, y a Gene Hoglan, el baterista de metal más importante
en este momento, quien ha tocado con Anthrax, Dark Angel, Opeth, Testament, Fear Factory,
Mechanism, Strapping Young Lad y con el propio Death. Teniendo en cuenta tanto la enorme
trascendencia que Death ha tenido dentro del metal como la talla de estos músicos, resulta difícil
entender por qué el número de asistentes ni siquiera alcanzó para abarrotar el loby del Circo Volador.
Quienes no asistieron se perdieron de uno de los conciertos de metal más impresionantes –sino es que
el más impresionante— que haya habido en México. Desafortunadamente, esta vez se cumplió la ley de
que lo mejor está reservado sólo para unos pocos.
Magnotauro fue la banda mexicana que cumplió con la enorme misión de calentar los oídos de un
público que venía buscando la intrincada perfección característica del viejo Death; y lo hicieron muy
bien, tocando bastante amarrados unas rolas de riffs simples, pero que lograron enganchar la cabeza de
muchos de los asistentes. Sin embargo, la máquina aplastante con la que DTA se presentó después de
Magnotauro seguramente habrá borrado a esta banda de la memoria de aquel público.
Comenzaron las últimas pruebas técnicas para alistar la presentación de DTA y con ellas minutos de
expectación en los que las expresiones de júbilo y los chiflidos fueron en aumento constante, hasta que
estallaron en un estridente alarido cuando el escenario fue iluminado por una tenue luz roja y se
escuchó en las bocinas un ruido parecido al que haría un terrible huracán al pasar por una enorme gruta;
era el sonido de la muerte, que se prolongo por más de cinco minutos, exitando aún más las almas
expectantes de aquella legión de seguidores del sonido de muerte. Entonces aparecieron los DTA con
los riffs solemnes y pesados de la intro de Out of Touch ligada con The Philosopher, dos rolas del disco
Simbolic. Bastó con escuchar los primeros tañidos de cuerdas y tambores para percibir una precisión y
poder impresionantes que eran magnificados con el extraordinario trabajo del ingeniero de audio.
Así, con un sonido demoledor y magistral interpretaron rolas de todos los discos de Death, desde
Scream Bloody Gore hasta Sound of Perseverance; aunque interpretaron en mayor número rolas de
Human, Individual Thought Patterns y Simbolic, discos que durante algunos años, y aun hoy en día,
han sido para el metal un modelo de composición compleja y virtuosismo. Con rolas como In Human
Form, Overactive Imagination, Flattening of Emotions o Zero Tolerance, Digirogio y Hoglan,
acompañados de los guitarristas Max Phelps y Bobby Koelble, dieron una cátedra de ejecución musical
propia de los mejores músicos del mundo y que dejó fascinados a los asistentes.
Durante todo el concierto, Digiorgio fue el encargado de establecer la comunicación con el público,
señalándolo, levantando los brazos para pedir ovaciones y hasta hablando en español. En nuestra
lengua explicó que el concierto era un tributo para recordar a su amigo Chuck Schuldiner y que éste se
había rodeado siempre de los mejores músicos; fue en este momento cuando presentó a cada uno de sus
compañeros. El concierto terminó con la rola que inició una era y marcó en buena medida la dirección
que tomaría el Death Metal en los años siguientes: Pull the Plug, rola con la que el slam, que hasta
entonces había sido intermitente y tímido, estalló en una verdadera batalla campal de cuerpo contra
cuerpo. Al final, todos los integrantes de DTA se plantaron al frente del escenario y durante varios
minutos mostraron su agradecimiento a un público mexicano que no dejaba de aclamarlos.
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