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CIRCULAR MARZO (II) / 10
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CAUSAS DE RESOLUCIÓN DEL CONTRATO DE DISTRIBUCIÓN Y
AGENCIA E INDEMNIZACIONES
El empresario principal -sea fabricante, importador o mayorista- necesita comercializar sus
productos, y puede hacerlo directamente, por sus propios medios, o a través de distribuidores,
agentes o concesionarios.
Los distribuidores operan revendiendo mercancías adquiridas previamente, por cuenta y en
nombre propio, siendo su ganancia el margen o beneficio comercial. El agente, por el contrario,
actúa siempre por cuenta ajena, consistiendo su ganancia, por regla general, en una comisión.
El agente percibe su retribución directamente del empresario principal; el distribuidor, en
cambio, deriva su ganancia de los clientes a quienes revende, asumiendo el riesgo y ventura de
las operaciones.
Por su parte el concesionario, como una modalidad de distribuidor, además de comprar y
revender los productos, presta servicios de asistencia técnica a los clientes.
El desistimiento unilateral en los contratos de duración indefinida
La Jurisprudencia establece que no se puede asignar carácter de perpetuidad a los contratos de
distribución o agencia, y que por ello, en estos casos, debe reconocerse a cualquier de las partes,
la facultad de desistir del contrato en cualquier momento (denuncia o desistimiento at nutum),
sin que esto en sí mismo comporte abuso de derecho.
El ejercicio de esta facultad está sometida al principio de la buena fe, que, según la
Jurisprudencia, impone la necesidad de respetar un plazo de preaviso, que, a falta de pacto,
deberá ser el que marquen los usos o será el adecuado, según las circunstancias. A título de
ejemplo, en el art. 25 de la Ley sobre Contrato de Agencia se establece un mes para cada año de
vigencia del contrato, con un máximo de seis meses.
Algunas sentencias del Tribunal Supremo, hacen referencia a que concurra una justa causa o
motivo para el desistimiento. No cabe entender por tal un incumplimiento o una actuación
desleal de la otra parte, porque realmente no estaríamos ante la figura del desistimiento, sino
ante la facultad de resolución por incumplimiento prevista en el art. 1124 del Código Civil. Otra
interpretación sería sostener que justa causa se refiere a que la decisión de desistir no sea
caprichosa o arbitraria (que no sea abusiva), en definitiva que existan unos motivos para hacerlo
y que estos sean legítimos y no puedan calificarse de maliciosos. Así, a título de ejemplo, el art.
25 de la Ley sobre Contratos de Agencia establece que cualquiera de las partes puede extinguir
el contrato indefinido de forma unilateral, exigiendo únicamente que medie un preaviso por
escrito, y sin exigir en cambio que el desistimiento obedezca a una justa causa o motivo.
La resolución del contrato por incumplimiento de una parte
El desistimiento únicamente opera en los contratos de duración indefinida y su razón de ser es
evitar la perpetuación en el tiempo de dicha clase de contratos. Por el contrario, la facultad de
resolución es la acción que se concede a las partes para poder poner fin al contrato ante el
incumplimiento del mismo por la otra, ya sea contrato de duración definida o indefinida (se
exige como presupuesto que nos hallemos ante un verdadero y grave incumplimiento del
contrato –una acentuada bajada en las ventas, efectuar ventas fuera de la zona geográfica
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pactada, contratar subdistribuidores sin consentimiento del principal…-, y que la parte que lo
invoque haya cumplido con sus obligaciones, y acredite la existencia del incumplimiento).
Cumplidos los requisitos mencionados, se podrá ejercitar con efectos inmediatos sin necesidad
de que medie preaviso de clase alguna. Así, el art. 26 Ley sobre Contrato de Agencia establece
que se podrá dar por finalizado el contrato en cualquier momento, sin necesidad de preaviso,
cuando la otra parte hubiere incumplido, total o parcialmente, las obligaciones legal o
contractualmente establecidas.
La resolución por incumplimiento conlleva la extinción del contrato y la falta de legitimación
para reclamar indemnizaciones por clientela y por daños y perjuicios (el art. 30 de la LCA lo
establece expresamente).
La indemnización al agente o distribuidor
Cuando no existe justa causa para la resolución de un contrato de distribución o agencia, o se
hace con un manifiesto abuso de derechos, o, en ciertos casos, sin mediar el preaviso necesario,
el empresario principal puede ser obligado judicialmente al pago de una serie de
indemnizaciones al agente-distribuidor, principalmente las denominadas indemnización por
perdida de clientela, por falta de preaviso y por inversiones no amortizadas.
La Jurisprudencia del Tribunal Supremo ha considerado que el agente-distribuidor tiene
derecho a percibir una indemnización por pérdida de clientela, en ciertos casos incluso con
independencia de las causas de resolución del contrato, siempre y cuando su actividad haya
reportado ventajas económicas sustanciales al empresario principal y le haya aportado clientela
con la suficiente entidad como para justificar esta indemnización. (El art. 28 de la Ley sobre
Contratos de Agencia establece que “la indemnización no podrá exceder en ningún caso, del
importe medio anual de las remuneraciones percibidas por el agente durante los últimos cinco
años o, durante todo el periodo del contrato, si este fuese inferior”).
En caso de que estemos ante un contrato de duración indefinida y se quiera poner fin al mismo,
ejercitando la facultad legal, pactada o implícita de desistimiento, el principal, deberá desistir
preavisando con la suficiente antelación, como ya se expuso, ya que en otro caso el agente o
distribuidor tendrá derecho a pedir la consiguiente indemnización por daños y perjuicios (art.
1.101, 1.124 y 1.902 del Código Civil), que en la practica se ceñirá a las comisiones o
remuneraciones que se hubiesen percibido en el caso de respetarse el preaviso.
Y por último, con relación a la indemnización por inversiones no amortizadas, el empresario
principal deberá responder de los daños y perjuicios que la extinción anticipada provoque en el
agente –distribuidor, al imposibilitarle la amortización de las inversiones realizadas para la
ejecución del contrato, y tanto para la doctrina como para la Jurisprudencia, estas inversiones se
refieren a los bienes de inmovilizado susceptible de amortización, tales como instalaciones,
maquinaria, etc., que han sido soportados por el agente para llevar a cabo su actividad.
Como en todos los casos, los daños y perjuicios no se presumen, tienen que ser probados por
quien los solicite, en este caso por el agente o distribuidor.
Circular redactada por Ignacio de la IglesiaCaruncho Abogado. Hispajuris
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