Calidad, ética e integridad

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Calidad, ética e integridad
Atrapados por la competencia y los constantes aumentos de precios, las empresas no
consiguen muchos caminos que tomar para aumentar los beneficios y continuar
creciendo. Por eso es necesario que se gestione la Calidad de forma eficaz. Las
empresas no sólo son organizaciones con sistemas y procedimientos, están formadas por
personas y su existencia y éxito son gracias a ellas. De ahí la importancia del factor
humano para la eficacia de la gestión de calidad.
En estos tiempos de cambio, los recursos humanos necesitan tener no sólo un buen
conocimiento en la profesión, sino también una buena predisposición frente a las
necesidades del cliente y un comportamiento ético que le permitan servirles con
integridad y cumplir con sus requisitos. Detrás de cualquier decisión, cualquier
error o descuido, están seres de carne y hueso. Y son ellos quienes van a vivir las
glorias y fracasos de la organización.
Las organizaciones buscan que el profesional que trabaje en sus filas posea las
competencias necesarias, se desarrolle y asuma para sí la responsabilidad de
Poseer el nivel de conocimientos necesarios para llevar a cabo de forma eficaz y
eficiente sus actividades y mantenerse continuamente actualizado. Además
buscan que el profesional pueda dominar los procedimientos, normas y
estándares internos de la organización. También se espera del profesional ciertas
habilidades y actitudes personales como la responsabilidad, la flexibilidad, la
iniciativa, el compromiso, la participación la creatividad y la iniciativa.
En este contexto, todo profesional con aspiraciones se preocupa por conocerse
para saber cuales son sus características, para así fortalecer sus virtudes y
trabajar sus defectos en el campo profesional, pero nunca deberían dejar de lado
la ética.
Ser ético es una característica fundamental de cualquier profesional de la
Calidad. Cada día son más las organizaciones que buscan profesionales éticos, que
tengan entusiasmo, iniciativa, responsabilidad, buen humor, la competencia en lo
que deben realizar y también, lograr una buena relación interpersonal en el lugar de
trabajo.
Cualquier acción o decisión de un profesional es ética cuando está respaldada
por un conjunto de valores fundamentales. Entre ellos: ser honesto en cualquier
situación, tener el coraje para tomar decisiones, ser tolerante y flexible, educado,
fiel, humilde y prudente. También, son valoradas dentro de las organizaciones
actitudes éticas tales como
la integridad, la confidencialidad, la discreción, el
respeto, la cortesía, y poder discernir entre las cuestiones profesionales y personales
dentro de su trabajo.
Los profesionales éticos simplemente actúan con integridad, de acuerdo con los
valores morales que imperan en la Sociedad a la que pertenecen, proceden bien, sin
perjudicar a otros. Pueden dormir tranquilos con la confianza de que su palabra
cuenta y que son respetados dondequiera que vayan. También asumen sus errores,
respetan a sus colegas y sus superiores. Además, no dañan a la empresa, valoran su
horario de trabajo como un tiempo que la compañía está pagando para eso, y por lo
tanto son conscientes de que se debe utilizar para cuestiones profesionales. Por
último, y no menos importante, el profesional ético trabaja con calidad. Hace las
cosas bien hechas, realiza sus actividades de manera completa, precisa y con
criterio, cumpliendo los estándares de calidad esperados por los clientes y por la
Alta Dirección de la organización.
En nuestros días, actuar correctamente no es sólo una cuestión de conciencia. Es uno de
los requisitos fundamentales para aquellos que quieran una carrera larga y respetada.
La actitud de cualquier profesional sobre las cuestiones éticas puede ser la
diferencia entre su éxito y su fracaso. Quien tenga un expediente limpio, siempre
tendrá las puertas abiertas en las mejores organizaciones, mientras que sólo un
desliz, un resbalón, y listo. La imagen del profesional se verá manchada por la
desconfianza y el precio a pagar es realmente caro.
La Ética genera cuestiones extremadamente delicadas y, en muchos casos, de
carácter íntimo. No existe una receta universal, ya lista y plenamente eficaz para
resolver estas cuestiones. La decisión siempre varía de persona a persona, de
conciencia a conciencia. Actuar éticamente siempre ha sido y será una decisión
personal, pero nunca debemos olvidar que esto suele ser un callejón sin salida
para bien o para mal.
La integridad es lo que nos lleva a hacer lo correcto, en lugar del facilismo que nos
lleva a hacer aquello que sabemos no lo es, con la excusa de que así
lo hace la mayoría. Por eso, ser y seguir siendo un profesional ético
no es fácil de gestionar. Socialmente aprendemos que mejor es hacer
las cosas bien, según los límites impuestos por nuestras creencias y
por las leyes de la Sociedad en que vivimos. Sin embargo, todos los
días estamos sometidos a fuerzas externas que nos impulsan a que
rompamos las reglas para obtener algo que queremos.
Errar es humano, pero siempre hay que tener presente que las faltas a
la Ética destruyen carreras y organizaciones. Por esa razón, cuanto
más una organización se destaque en el mercado, más debería
preocuparse por los valores éticos de su personal.
La integridad es la semilla que asegura la continuidad del éxito
porque se sirve al cliente con honestidad y sinceridad. La honestidad
es una excelente manera de conducir nuestros negocios y nuestro
trabajo. La honestidad debería ser la regla principal de todo negocio,
pues es la manera más segura de lograr la prosperidad de forma
continua.
Integridad significa que la persona es capaz de poner su alma y
corazón en lo que hace. Al hacerlo de esta manera, la gente a nuestro
alrededor, clientes, proveedores, jefes y compañeros de trabajo,
valoran y premian nuestros esfuerzos. Sin embargo, cuando se pierde la
integridad hacia estos valores, actuando con poca conciencia y se hace
lo incorrecto a sabiendas, se afecta nuestra credibilidad, y con ello
la confianza del mercado.
“Nuestra única esperanza de éxito es la de ganar los corazones y las
mentes de aquellos a quiénes servimos. Para ello, es necesario
servirles con
Nightingale)
integridad
al
ayudarles a
mejorar
sus vidas”.
(Earl
La Calidad, la Ética y la Integridad, forman una triada de singular importancia para el
factor humano. Aún teniendo las competencias necesarias, los valores imperantes en la
Sociedad y la integridad de las personas hacia esos valores constituyen la base sólida
para que los profesionales le presten un servicio valioso a la sociedad y así puedan
obtener las recompensas que ofrece un desempeño eficaz y eficiente de la Organización.

“La integridad es esencial en toda esfera de trabajo. La
Integridad es la búsqueda de la mejor manera de hacer las cosas,
de escuchar a quienes nos rodean, y juzgar por nosotros mismos,
conscientes de que toda labor siempre se puede mejorar. Esta
búsqueda es lo que nos dará la cosecha abundante todos los días
de nuestras vidas. La alegría mayor es la que nos viene como
resultado de nuestros logros. En ese pequeño terreno que es tu
vida, usa tu mente, tus habilidades y talentos inexplorados, y
tu tiempo, e inviértelos, úsalos, nunca es tarde para comenzar”.
(Earl Nightingale)
José Manuel Sarmiento M.
Octubre 2010
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