VIVIR EN ALTURA (segunda publicación) En los últimos años, hemos sido testigos en nuestra ciudad de Neuquén, de un fenómeno de crecimiento de la construcción, y particularmente de la construcción en altura, de una fuerza e importancia nunca antes vista. Basta con recorrer la ciudad, para encontrarse todos los días con un nuevo “emprendimiento vertical”, siendo estos en su mayoría para el destino de vivienda y oficinas. Este nuevo crecimiento en altura, que toma lugar fundamentalmente en los barrios céntricos de la ciudad, eclipsa a nivel visual y por sus características particulares, al crecimiento y movimiento en horizontal que ha predominado sobre la ciudad desde sus inicios, y que quizás hoy también este en su apogeo, con los nuevos barrios y los nuevos “barrios cerrados”, que se divisan cada vez en más número en la periferia de la ciudad. Los edificios en altura, se han transformado en un destino propicio para la inversión privada y los negocios inmobiliarios de un cierto sector con cierto poder adquisitivo de la sociedad. Esto se debe a una suma de factores tales, como las condiciones financieras y económicas internas e internacionales, que favorecen a la construcción en general; y a otros de gran importancia, como la falta de confianza en los sistemas tradicionales de ahorro, la gran demanda de vivienda existente en la ciudad, el aumento de los precios de los terrenos, o el aumento incesante de la inseguridad, por mencionar algunos. Esta aparición de una gran cantidad de edificios de varios pisos de alto en los barrios céntricos, que albergan una gran cantidad de viviendas, pone a la luz la existencia de un proceso de densificación en el área centro de la ciudad, que como tal, trae aparejados muchos cambios para la misma. La ciudad, no solo gana metros en altura, modificando su “skyline” o perfil, sino que además, modifica su dinámica y sus características de funcionamiento. Por ende, las relaciones interpersonales de sus habitantes, y de estos con el ambiente que los rodea, se ven también modificadas, con lo que el cambio es perceptible más allá de lo visual y lo netamente financiero y económico. Como arquitecto, me parece un fenómeno fantástico, y un momento muy particular e importante para el futuro de nuestra ciudad. Es debido a esto, que me veo plenamente motivado a tratar algunas de las temáticas y problemáticas que nos incumben como personas que participamos en el proceso de construcción de nuestra ciudad, y como habitantes de la misma. Las ventajas de una ciudad más compacta, o de mayor densidad, son numerosas, frente a una disgregada como la que tenemos, y que a pesar del fenómeno en cuestión, seguimos construyendo. En términos económicos, una ciudad más compacta o más densa, brinda ciertas oportunidades que se traducen en ventajas, tanto para el inversor en particular, como para la ciudad y sus habitantes en su conjunto. Para el inversor y/o constructor, los costos de construcción por m2 disminuyen al apilar viviendas por razones obvias de distribución de la incidencia de las estructuras, las instalaciones, de la infraestructura, del valor del terreno, etc; en mayor cantidad de unidades funcionales. Por otro lado, los costos también disminuyen para las instituciones, organismos o entes a cargo del suministro de servicios como el agua, la luz, el gas, el alumbrado, el pavimento, etc; debido a la presencia de más consumidores agrupados en menor espacio físico. Esto se traduce en mayor simplicidad y eficiencia en la provisión, no solo de servicios, sino también de otras prestaciones a cargo del estado, tales como la educación, la seguridad y la salud, ya que son aprovechadas con mayor eficiencia. Esto, debiera ser de gran importancia, tanto para los mencionados prestadores de servicios, como para los habitantes que costearán y harán uso de los mismos, sobre todo en un país en vías de desarrollo. Es paradigmático, que en un país donde los índices de pobreza asustan, y los recursos aparentan escasear, sea moneda corriente el crecimiento en “horizontal” de las ciudades, a pesar de su alto costo de ejecución y mantenimiento. Por otro lado, la presencia de zonas densamente pobladas cercanas al centro de la ciudad, por lo general, trae aparejado una disminución de la movilidad de los habitantes, traduciéndose esto, en ahorros de tiempo y combustible, así como también en una reducción de la contaminación del aire, auditiva y visual. Simultáneamente, los ecosistemas adyacentes a las ciudades, sufren menos pérdidas de tierra, y por ende, se disminuye el impacto por la presencia del hombre sobre todos estos ecosistemas y los recursos naturales allí presentes, tales como el agua, que valga la pena mencionar, poseen un valor incalculable. Resumiendo, en una ciudad que tiende hacia la compacidad, tanto los recursos económicos, como naturales y los humanos, son aprovechados con mayor eficiencia que en una ciudad mas bien disgregada, por lo que en Neuquén estamos presenciando una etapa de crecimiento, que posee ventajas y beneficios para la ciudad y sus habitantes. No obstante de esto, no podemos dejar de mencionar ciertos factores negativos que pueden acompañar a este crecimiento “vertical”, y más específicamente, a la “vida en altura”. La perdida de privacidad, la aparición de ruidos y olores molestos, la falta de espacios verdes y de esparcimiento, la pérdida de asoleamiento y buenas visuales, la ausencia de estacionamiento, etc; son entre otros, los factores que pueden hacer que los habitantes sigan prefiriendo la “casa” como lugar “ideal” para vivir, aunque esta se encuentre a muchos de kilómetros de su lugar de trabajo o de sus demás actividades diarias, en lugar de un departamento en el centro de la ciudad. Son muchísimos los ejemplos de ciudades en donde la densificación excesiva, sin control ni planificación; ha derivado en una pérdida sustancial de calidad de habitabilidad de sus centros. Allí, las malas decisiones urbanas, acompañadas por las obras de profesionales y personas cómplices de un mercado inmobiliario salvaje, que maneja el precio y el plazo de obra como variantes únicas y fundamentales, terminan atentando contra las ventajas de la vida en el centro de la ciudad, y la “vida en altura”. Las ciudades terminan por zonificarse, haciendo que las zonas residenciales con cierto confort y de esparcimiento, se alejen todo el tiempo un poco más del centro, quedando este relegado solo como lugar de trabajo durante el día impregnándose del frenesí de la actividad financiera y comercial característico de esas actividades; y quedando desierto por las noches, para volverse en una zona ideal para la afloración de actividades relacionadas con la “noche” y muchas veces con la ilegalidad. Las consecuencias de este fenómeno son devastadoras para la ciudad y sus habitantes. El aumento incesante del tráfico, que va y viene, termina por colapsar las calles y los estacionamientos. La gran cantidad de vehículos y ruidos hacen que el trafico peatonal sea incómodo, y que cada vez sea más difícil vivir, no solo en zonas céntricas, sino en zonas aledañas al mismo, lo que acelera y retroalimenta el proceso de degradación de las ciudades y sus centros. Muy pocas veces, la degradación se traduce en un descenso significativo del valor de las propiedades en las zonas céntricas, y termina por volverlas nuevamente en oportunidades para el mercado inmobiliario relacionado con la vivienda, pudiendo revertirse el flujo de capitales y la habitabilidad. Zonas antiguas y degradadas, pero bien ubicadas, se reciclan y renacen de entre el olvido, para transformarse en nuevos lugares para vivir. Sin embargo, son fenómenos puntuales y ocasionales que aparecen una vez que la degradación ya se ha hecho presente, y que si bien pueden poseer una fuerza relevante, no alcanzan nunca a revertir un proceso que contempla a la ciudad en su totalidad. Contando con tanta experiencia sobre lo que implica un proceso de densificación para una ciudad, y en lo que este puede desembocar, es que veo imprescindible empezar a tratar muchos de los temas y problemáticas que derivan de estos procesos. A mi entender, se puede hacer algo para potenciar y mejorar el fenómeno de la densificación de la ciudad, desde nuestra posición, como constructores de la misma. Una manera de contribuir con esto, en mi opinión, es buscar plantear y diseñar edificios donde al nuevo habitante del edificio en altura, se le brinde similares comodidades a las que tendría en una casa, es decir, tratar de generar edificaciones en altura donde la “calidad de vida” para los que vayan a vivir allí, sea una premisa rectora del proyecto. Lugares de esparcimiento comunes y privados, tales como jardines, quinchos, balcones amplios, piletas de natación; combinado con el uso correcto de los elementos de diseño como la iluminación y la ventilación, o el aumento de superficies de servicios por unidad, etc; son algunas de las tantas maneras que tenemos los diseñadores de brindar “confort” a partir de nuestras ideas y propuestas. El desafío entonces estará en como acoplar la rentabilidad con el confort, y es allí donde debemos utilizar nuestra imaginación y potencial creativo. La búsqueda de edificios en altura, que contemplen al hombre con sus costumbres y necesidades, y que haga de la vida en ellos y en el centro de la ciudad, una opción de vida con un alto grado de confort, es un camino posible. De esta manera, quizás podamos contribuir, desde nuestra posición, a que en un futuro no muy lejano, podamos gozar de las innumerables ventajas que ofrece este proceso de “densificación”, y no volvernos unas víctimas del mismo. En síntesis, creo que desde cualquiera lugar se puede contribuir a que el proceso de densificación de nuestra ciudad, sea un proceso lo más constructivo y ameno posible. Como se menciona con anterioridad, es determinante en este fenómeno, el papel que juegan los arquitectos, ingenieros, maestros mayores de obra, etc; con los nuevos edificios que diseñan y construyen. Por todo esto, creo que es vital, plantear y debatir temáticas relacionadas a este proceso urbanístico que nos toca vivir. Es a partir de esto, entre otras cosas, que podremos vislumbrar y construir un horizonte colectivo que nos permita accionar con la mayor profesionalidad posible, y poder estar así, a la altura de las circunstancias que nos plantea nuestra ciudad.- Arq. Lucas M. Schroeder Mat. C.A.N.Nº:1076