08.02.14

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«Hay que enseñar al agresor a
adoptar conductas de respeto»
Una de las autoras del estudio afirma que «no es acoso todo lo que
parece» y destaca que la mayor parte de las relaciones escolares se viven con
tolerancia
V. M. V. VALLADOLID
Inés Monjas, profesora de Psico-logía de la Universidad de Valla-dolid
y una de las firmantes del estudio, asegura que no existen especiales
diferencias entre los institutos de la ciudad. «Puede camhiar el estilo
de las intimida-ciones. -más físicas o psicológi-cas-, pero, las cifras
son muy simi-lares, por ejemplo, entre centros públicos y privados p
concertados. Y lo mismo ocurre con las zonas, no hay privilegios en
temas como este, aunque no llegamos a la situación que viven
grandes ciu-dades como Madrid o Barcelona». -^Es preocupante que
muchos escolares reconozcan que no inter-vienen ante una
agresión?
-Mucho. Y lo preocupante es que aprendan a vivir con este tipo de
situaclones, que lo vean como algo normaL Son lo que llamo los~ tas
emocionales'. Los testigos de las agresiones pueden ser de dos tipos.
Primero están los observa-dores antisociales. Son aquellos que
apoyan, que ríen, que jalean al agresor. Y muchas veces lo hacen por
miedo, para no con-vertirse ellos en víctima, porque piensan que mientras haya otros, ellos estarán libres.
-^Y los segundos?
-Son los observadores prosocia-les, aquellos que recriminan el comportamiento al agresor con un 'ya te vale', que consuelan a las
victimas. Lo peor qué puede hacer un chaval es convertirse en mero espectador. Debe ayudar a la víc-tima, no solo consolándole,
sino tomando medidas para acabar con
la situación, contándoselo al pro-fesor, mediando para que no se repita.
-^Qué pueden hacer las víctimas ante esta situación?
-Debe defender sus derechos. No tienen que callarse y han de enfrentarse a su agresor, no des-de la violencia, pero sí plantando
cara. Y el papel del grupo en este tipo de situaciones es fundamen-tal. La víctima no puede estar sola y el agresor no puede
actuar impu-nemente. Lo más importante para este último es enseñarle a desa-rrollar conductas de convivencia y de respeto a los
demás. Si no se hace así, esos niños y jóvenes ten-drán un desarrollo moral altera-do y su conducta agresiva conti-nuará en el
futuro.
=^Qué puede hacer la familia>
-Creo que hay una importante dejación de funciones en las fami-lias. Muchas tiran la toalla con sus niños, con los adolescentes.
La función socializadora de la familia está en un momento difí-cil. Hemos pasado de 1a represión estricta a una laxitud exagerada,
a ver que tu hijo rompe una pape-lera y no le puedes decir nada. Las familias deberían inculcar más el respeto al otro.
-En las últimas semanas cada vez
aparecen más casos de acoso esco-lar en los medios de comunicación -Sí, pero porque son más visibles, no creo que porque
haya mucha más violencia. A los medios de comunicación llegan los casos alarmantes, tremendistas. Pero hay un alto, un altísimo
porcen-taje de alumnos y de profesores que están estupendamente y satis-fechos. Se carga la tinta en lo negativo y lo escabroso
y el por-centaje de problemas es pequeño. Aunque no por ello hay que res-tarle la importancia que tiene. Y de todos modos, no es
'bullying' o acoso todo lo que parece. -Explíquese.
-En los colegios hay peleas. Siem-pre las ha habido, el intercambio de golpes en el recreo. Es algo gra-ve, porque se ha llegado a
la vio-lencia para resolver un problema pero, con todo lo grave que es, en ocasiones puede ser algo positivo para la relación.
Pensemos en los dos amigos de toda la vida que dis-cuten, se pegan y luego -y aquí viene un punto importante- reco-nocen su
error y se piden perdón. Eso incluso puede fortalecer su amistad. Otra cosa muy distinta es el `bullying'-^Y qué es?
-Es el acoso, la violencia inter-personal pura y dura. II pegar por pegar, de forma grave, aprove-chando una supuesta superioridad y que convierte, de forma cla-ra, a una persona en víctima y a otra en agresor. No es un conflic-to entre compañeros, sino que
es una relación violenta entre una persona que ejerce el dominio y otra que está sumisa.
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