Estimado Roberto González; Te mando estas letras debido a que estoy muy preocupado por los últimos acontecimientos alarmantes conocidos sobre la pérdida de compañeros que se deciden poner fin en este mundo, sea por unas circunstancias u otras. Estos últimos meses, es alarmante la cantidad de sucesos semejantes producidos. En menos de un año tres compañeros destinados en Madrid, han decidido poner fin a su vida de forma brutal y en silencio. Uno de ellos con el que he coincido trabajando, ha decidido poner fin a su vida desde su casa, otro en de ellos, un compañero recién jurado y con hijos, en los vestuarios de la Comisaría de San Blas, y este último suceso conocido en Alcalá de Henares; pero podría nombrarte muchos más casos conocidos repartidos por toda España Las dificultades para prevenir un suicidio cuando está a punto de consumarse claro está que son prácticamente nulas. Sin embargo, la labor de prevención previa, se hace fundamental. Es necesario un trabajo exhaustivo por parte de los sindicatos y la D.G.P. El agente policial, como cualquier otra persona, no es de acero y siente y padece y quizás mucho más que cualquier otro ciudadano por los reiterados sucesos que debe vivir por su condición de Policía. Un policía es, si cabe, más vulnerable emocionalmente: suele encontrarse habitualmente en el ojo del huracán de todos los medios y de sus superiores, no se siente lo suficientemente reconocido en su trabajo, se debe enfrentar con demasiada frecuencia a situaciones traumáticas y/o estresantes, la reconciliación familiar cada vez se hace más complejo, puesto que cada vez hay más impedimentos para ir destinados a sus casa junto a sus familiares, por lo que conlleva problemas en el entorno familiar con discusiones más frecuentes, la disponibilidad de armas de fuego, ...creo que son aspectos suficientes como para pensar que es necesario un equipo psicológico amplio que les asista y les atienda sin que se sienta discriminado o diferente . Del mismo modo, entre el mismo colectivo policial es necesario un reconocimiento de la existencia del problema. Esconder las vulnerabilidades no aplaca el problema, al contrario, aumenta el riesgo. El primer paso para una reducción en dicha problemática se centra en el apoyo del mismo colectivo policial hacia aquellos compañeros que necesiten ayuda en un momento concreto. Naturalizar la situación como algo propio del trabajo del agente, pero que a la vez debe recibir un tratamiento. Por eso insto desde aquí a que el SUP, haga un estudio de estos hechos y lo hagan público a través de los medios de comunicación para que la D.G.P se lo tomen en serio y promuevan de una vez por todas diferentes directrices para atajar de una vez el problema y puedan reducir al mínimo exponente estos continuos episodios que últimamente parece ser normales. Estos sucesos no pueden quedar enterrados en un zulo oscuro y con una tapia porque somos un colectivo de más de 90.000 agentes con familia y amigos y eso sin añadir los demás miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Así mismo, os invito hacer un plan pionero en los sindicatos, como podría ser la creación de un Gabinete Psicológico compuesto por aquellos afiliados que de forma voluntaria pueda colaborar y trabajar codo con codo con un psicólogo especializado para todos aquellos afiliados estimen oportuno poder acudir para ser escuchados, ¿Qué mejor que un compañero de trabajo que entiende las inquietudes profesionales y personales de cada uno, puesto que más o menos todos los han sufrido?. El gabinete que dispone la Policía no es suficiente para un colectivo tan numeroso como el nuestro, a parte que no estudian el problema afondo, lo único que hacen es quitarte el arma reglamentaria y a apresurarte a que cojas el alta de nuevo. Es más creo que se debería poner en marcha juntos a los colectivos de la G.Civil una iniciativa para ayudar a los agentes con problemas psicológicos, la gran mayoría derivados de nuestro trabajo diario. De hecho la G. Civil es otro de los grandes colectivo afectados en el que conscientes de la alta incidencia de suicidios y tentativas en el Cuerpo, en dónde la Dirección General de la Guardia Civil puso en marcha en 2004 un sistema de alerta denominado Plan de Prevención de Conductas Suicidas. Mediante este plan se formó a un equipo de especialistas en conductas suicidas para auxiliar y diseñar estrategias de prevención, detección precoz de situaciones de riesgo y apoyo a familiares y compañeros. Mi pregunta es ¿Desde la D.G.P que Plan de Prevención se ha llevado a cabo?. Ninguno, porque empiezo a pensar que los agentes de la D.G.P somos simple números para sus superiores. Las conclusiones, según la AUGC, son “alarmantes”. El 57% de los cerca de 2.000 guardias civiles que han contestado a una encuesta, elaborada por el Comité de Altos Responsables de la Inspección de Trabajo, cree que el material que se les proporciona es escaso y poco seguro. Además, refleja que el 49% de los que han contestado considera que en el trabajo "no se discuten las tareas, los objetivos y cómo lograrlos, de forma satisfactoria", o que el 43% de los encuestados contesta que no recibe de su jefe "la ayuda y el apoyo que pueda necesitar” Los Policías y G. Civiles vivimos situaciones conflictivas que no todo ser humano es capaz de llevar con normalidad. A todos nos pasan cosas que pueden afectarnos emocionalmente, unas veces las llevamos bien y otras veces no tanto. Pero en ocasiones, además, hay que pasear por la vida con otro saco a cuestas, con cargas derivadas de la labor profesional. ¿Ser policía incluye que en una manifestación aguantar insultos, gritos, amenazas, sin poder moverte del sitio, saber disparar dando en el blanco desde 20m de distancia, desalojar un poblado gitano sin inmutarse ante los gritos desgañitados de sus habitantes, ser psicólogos para media en un suicidio y evitarlo, ser médicos y para salvar una vida ante un infarto en la calle? ¿Ser policía incluye estar lejos de tu familia y amigos durante años dependiendo donde estés destinado? Nosotros estamos ayudando siempre al ciudadano que nos necesita, mediando en las discusiones familiares, haciendo de psicólogos ante llamadas suicidios de ciudadanos, rescatando a gente de incendios, de accidentes de tráfico o de las vías del tren. Realizamos primeros auxilios en la calle ante una parada cardiorrespiratoria. Rescatamos gente secuestrada, evitamos la propagación de droga, de estafas, de robos, y un largo etcétera. Y la pregunta es, ¿quien nos ayuda a nosotros? Puede ocurrir que algunos policías intenten convivir con este estrés diario, liberándose de él en parte y atenuando sus reacciones. Pero poco a poco acaban por convertirse en personas indiferentes y despreocupadas, agotadas físicamente y deprimidas. Este hace referencia al endurecimiento emocional que llegan a desarrollar y que no es beneficioso para el trabajo ni para la vida familiar. Crean un escudo de protección contra tanto ataque que termina siendo perjudicial. Lo que crea que los policías más ilusionados y comprometidos con su profesión son los que están expuestos con mayor intensidad al “síndrome del quemado”. La decepción y la frustración por un trabajo realizado y no recompensado por parte de la sociedad, de los mandos superiores, problemas con los ascensos, las continuas bajadas de sueldos y de derechos, los honores y medallas mal repartidas sin escrúpulos, viendo como siempre se llevan las medallas los de siempre y el nulo reconocimiento de los jefes, pueden desembocar en la apatía y en la idea de que nuestro trabajo no nos aporta nada y que no sirve para nada, pueden llegar incluso a la sensación vacía y hueca de que somos seres casi que inútiles e incompetentes. Se puede llegar a una fatiga física y emocional que atrapa al policía en una percepción negativa de si mismo y actitudes negativas frente al trabajo y a los ciudadanos usuarios del servicio por lo que conlleva en tomas decisiones extremas. Por todo ello querido Roberto, invito a insto a que desde el SUP se haga conocer a los medios de comunicación esta problemática para que de una vez por todas, los máximos dirigentes se tomen en serio de que no somos simples número s y que según nosotros estamos siempre ayudando , los compañeros también necesita ayuda. Creo que desde los sindicatos se puede hacer algo más para evitar esta lacra que últimamente están acabando con las vidas de tantos compañeros, se puede solicitar colaboración de los demás colectivos policiales implicados en el asunto así como de compañeros que de forma altruista quieran colaborar. Te invito a que hagas llegar a todos esta problemática. Un cordial saludo.