Relaciones familia - centro educativo. La familia constituye por su propia naturaleza el principal y primer núcleo de educación de los hijos. A ella le corresponde un importante papel educativo aunque tenga que delegar parte de sus tareas y haya de compartir la responsabilidad de la educación y el crecimiento de los hijos con otras instituciones, como son los centros educativos. La sociedad actual exige de sus nuevos miembros un tal cúmulo de conocimientos y preparación que difícilmente una familia es capaz de atenderlos sólo con sus recursos. Es por ello por lo que los padres delegan parte de sus funciones educativas en la escuela, los institutos y la universidad. Por supuesto, tampoco, la escuela por si sola puede cubrir todas las necesidades educativas. Es absolutamente imprescindible, por tanto, que entre la familia y la escuela haya un alto grado de comunicación y cooperación en las tareas educativas. En las primeras etapas educativas la colaboración entre los padres y la escuela suele ser más alta que en etapas posteriores, si bien esto tiene una clara explicación dada: la mayor complejidad de los estudios de secundaria, las mismas exigencias de los hijos, que no quieren verse acompañados por los padres, y, por último, la multiplicidad de profesores que imparten las diferentes. Pero a pesar de todo ello sigue siendo muy aconsejable que, también, en la secundaria los padres colaboren y se interesen por la educación de sus hijos. Razones de tipo biológico, psicológico y social, así como de formación de la personalidad y el carácter de los hijos justifican la importancia y la necesidad de la función educadora de la familia. Pero además la familia aporta un proyecto vital común donde hay un fuerte compromiso emocional y una red de apoyos, que permite a la familia aparecer como el mejor lugar para acompañar a la persona en la superación de los cambios y dificultades de su vida. Los verdaderos valores humanos y sociales se aprenden en familia. Se aprenden día a día, minuto a minuto. Los valores del trabajo, del esfuerzo, la capacidad de ser responsables, los deseos de estudiar encuentran en el ambiente familiar el primer y más esencial de los lugares para su desarrollo. La difícil tarea, que a ambos nos atañe: la educación de los hijos, nos será más provechosa y satisfactoria si partimos de una predisposición a la colaboración y apoyo mutuo. Esa relación de colaboración que debe existir entre el centro educativo y familia, exige una fuerte coordinación, un intenso intercambio de información y apoyos continuados. La participación de los padres constituye un elemento esencial para el éxito en la educación. De hecho son los primeros y principales agentes de la educación de su hijo, son las personas que disponen de más oportunidades para influir en el comportamiento del niño y favorecer así su desarrollo, además es en el seno familiar donde los niños y jóvenes adquieren valores, normas de conducta y hábitos de trabajo y convivencia. La participación de los padres en el proceso educativo de sus hijos, además de repercutir de forma beneficiosa sobre el niño, tiene grandes ventajas para los propios padres, pues, además de hacerles conocer y comprender mejor a su hijo, les hace sentirse útiles ante él al ser capaces de ayudarles a afrontar sus problemas, y esta es probablemente una de las mejores maneras de sentirse realizados como padres. En todos los estudios sobre calidad educativa o sobre las razones del éxito en los estudios de los jóvenes se destaca como elemento esencial el criterio de la intensidad y eficacia de las relaciones familia – centro educativo. Está demostrado que a mayor calidad en estas relaciones más garantías de éxito en los estudios por parte de los alumnos. Para crear un ambiente de colaboración que ayude a conseguir ese deseado éxito académico debe contar con una relación que no sea, únicamente, una participación esporádica y con objetivos escasamente compartidos, sino que cuente con una participación continuada, con objetivos conjuntos y con un compromiso de colaboración mantenido durante el curso, en la que las familias no sean meros espectadores del proceso de aprendizaje de sus hijos sino más bien buscando una participación en el apoyo y refuerzo educativo de las tareas de aprendizaje del hijo o la hija. ¿Qué formas tenemos de colaborar los profesores y los padres en el proceso educativo de los chicos y chicas, desde nuestro centro proponemos las siguientes: ¿Con quién o con qué? ¿Para qué? Con el tutor y por supuesto con el resto del profesorado. Intercambio de información. Seguimiento del proceso educativo. Colaboración para la mejora del rendimiento. Corrección de malos hábitos de estudio o aprendizajes no alcanzados. ¿Cómo? Con el trabajo en casa. Con las actividades complementarias Control del horario de estudio diario. Facilitación de las condiciones deseables de estudio. Seguimiento de las tareas de estudio. Revisión de sus cuadernos y de su agenda. Facilitación de oportunidades de enriquecimiento cultural y formativo fuera del centro. Seguimiento y control de las mismas. Con el resto de la familia. Con una actitud de asesoramiento y apoyo permanente. Responsabilizándoles en las tareas de casa. Realizando visitas periódicas al tutor, o llamándole por teléfono. Tomando con el tutor o el profesor acuerdos de trabajo a realizar por el alumno y realizando su seguimiento. Revisando todos los días su horario de clase, preguntándole por lo realizado y por lo que le queda por hacer. Contactando con frecuencia con el profesorado para conocer las dificultades y necesidades de estudio del hijo. Apuntándole a asociaciones o clubs (deportivos y culturales). Aprovechando las ocasiones de visita a exposiciones y actos culturales. Estableciendo con el alumno un diálogo continuado sobre sus preocupaciones y deseos. Obligándole a responsabilizarse de colaborar en alguna tarea de la casa.