LEON-S. MARTIN DEL CAMINO

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Mi Camino (de Santiago)
León- S. Martín del Camino
De León sale el peregrino entre luces en una mañana nublada y fresca.
Hasta la Virgen del Camino va a transitar por
zona urbana siendo lo único digno de reseñar las
cuevas situadas a la salida de Trobajo del Camino.
Bien podría haberse ahorrado esta caminata tomando el autobús urbano y nada podría reprochársele.
A la llegada y a la salida de León, además del
riesgo de los tramos de asfalto, hay que añadir la
incomodidad que supone caminar por zona urbana
con una mochila.
En la Virgen del Camino el peregrino tiene que
optar por seguir carretera adelante ó tomar el desvío hacia Villar de Matarife, el camino sin humos
ni ruidos según ellos. Las pintadas en el suelo
recomendando una ú otra opción se repiten durante unos centenares de metros.
El peregrino lleva tomada la decisión de pernoctar
en S. Martín del Camino así que sigue carretera
adelante. Desde León a Astorga este pueblo está
aproximadamente a la mitad del trayecto por lo
que resultan dos etapas de la misma longitud pero
no ocurre lo mismo desde Villar de Matarife. Bien
es verdad que caminar por el arcén de una carretera, aunque sea a ratos, no resulta agradable ni
seguro pero vaya lo uno por lo otro.
En S. Miguel del Camino el peregrino se detiene
un momento delante de la casa de Agapito, otro
más de los personajes del Camino, que en unas
cajas ofrece galletas y frutos secos al caminante y
aprovecha para mostrar unos recortes de periódico
en los que se le menciona. Toda persona tiene derecho a su minuto de gloria. Agapito no iba a ser
la excepción.
Cumpliendo el pronóstico meteorológico las nubes dejan paso al sol y la temperatura va subiendo
con rapidez. En Villadangos el peregrino aprovecha para reponer fuerzas en la zona de descanso
situada al lado del albergue y tener un rato de
charla con otros peregrinos que hacen lo mismo ó
están esperando la llegada del hospitalero para
alojarse.
De nuevo a caminar por el páramo leonés para
completar el último tramo de la etapa hasta S.
Martín del Camino.
El andadero lleva ahora a la izquierda la carretera
y a la derecha los campos de maíz y nada más
salir de Villadangos ya se divisa S. Martín, inconfundible por su depósito de agua de forma troncocónica, pero todavía queda una hora de caminata.
habrá dado la misma disculpa a los peregrinos. En
resumen, ducha de agua fría.
En S. Martín casi no hay servicios para el peregrino; había teléfono público pero ya no hay, en los
dos bares no sirven comidas ni tan siquiera preparan un bocadillo por lo que al peregrino no le
queda más remedio que acudir a la tienda del pueblo y abastecerse de lo que pueda.
Alrededor del albergue hay una amplia zona verde
pública que algunos peregrinos aprovechan para
tomar el sol mientras descansan y otros para formar las habituales tertulias que para todo da de sí
la tarde.
Al atardecer aún queda tiempo para un paseo por
el pueblo antes de ir a la cama. El dormitorio es
amplio, sesenta literas, a pesar de lo cual antes de
las diez de la noche el silencio es total y comienzan a oírse los primeros ronquidos. Buena señal.
El albergue está ubicado en el edificio del antiguo
tele-club (otro invento de Fraga aunque menos
rentable que el Xacobeo) y puede considerarse
como oportunista, esto es, búsqueda de beneficio
económico con la disculpa de ayudar al peregrino.
Los servicios higiénicos son impresentables con
los lavabos y los urinarios situados de tal manera
que si dos personas utilizan ambos a la vez la posición de quien está en el lavabo puede resultar
equívoca.
El peregrino es sometido a algo peor que una ducha escocesa: la ducha intermitente. Agua caliente
a ratitos y agua fría el resto del tiempo. Ni a los
chinos se les ocurrió semejante suplicio. Solamente la búsqueda desmedida del beneficio económico ha podido encontrar un tormento tan refinado.
Para justificarlo, vaya cara, la hospitalera utiliza
la disculpa peregrina, nunca mejor dicho, de que
hay demasiados grifos abiertos a la vez. Lo que se
habrá ahorrado en energía porque todos los días
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