S. JUAN DE ORTEGA-BURGOS

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Mi Camino (de Santiago)
S. Juan de Ortega - Burgos
D. José Mª. y su hermana despiden a los peregrinos y les obsequian con un café que a esas horas
sabe a gloria. Gracias eternas.
La mañana está fría pero el día se presenta despejado y hasta Burgos aún queda un buen tramo así
que conviene tomárselo con calma.
Después de un corto tramo de asfalto comienza
una suave subida por una zona de monte y pastos
con abundante ganado vacuno; tras un suave
descenso se pasa por Agés que parece que está en
fiestas y la charanga aún no se ha retirado ó ha
madrugado más que los peregrinos.
Una partida de cazadores que bate un campo cercano a la carretera pone al peregrino con el corazón en un puño por aquello de que las carga el
diablo y nunca se sabe.
Superado este tramo y con el corazón ya en su sitio se llega a Atapuerca que tambien está en fiestas.
Muchos de los peregrinos que el día anterior no se
quedaron en S. Juan de Ortega con la intención de
hacer una visita a los yacimientos arqueológicos y
pasar la noche aquí han tenido que dormir, como
era previsible, bajo las estrellas.
Pasado Atapuerca comienza una zona en pendiente, aproximadamente un kilómetro, con zonas de
sombra y otras a pleno sol pero al llegar arriba el
premio es una bella vista de la llanura castellana
con Burgos en la lejanía; hay que detenerse y
tomarse un descanso porque el paisaje lo merece.
Aún quedan casi cuatro horas para llegar a la cabeza de Castilla.
El primer pueblo que se encuentra es Villalval
para, a partir de aquí, seguir por carretera hasta
Villafría pasando por Cardeñuela y Orbaneja. Se
trata de una zona residencial con una circulación
rodada muy escasa.
A partir de Villafría el peregrino va a tener que
caminar por las aceras con la incomodidad que
ello supone para él mismo y para el resto de los
peatones así que decide tomar un autobús para,
ante la estatua del Cid, echar pie a tierra y,
pasando por el Espolón, continuar por la margen
derecha del Arlanzón para tras cruzarlo llegar al
albergue, situado en el Parral, que ocupa varias
edificaciones prefabricadas diseminadas por una
amplia zona.
Las instalaciones son cómodas y con buenos servicios pero su dispersión supone algún problema
de seguridad por lo que el peregrino debe estar
atento ya que se han dado algunos casos de hurtos.
Tras las imprescindibles labores de cada día, el
peregrino se dispone a visitar la ciudad no sin
antes reponer fuerzas.
En las piscinas de S. Amaro, cercanas al albergue,
le permiten el acceso para tomar el menú del día,
con buena relación calidad-precio; aún llega a
tiempo para alegrarse con el triunfo, en
Hungaroring, de Fernando Alonso que, aunque
sea de Oviedo, no por eso deja de ser paisano del
peregrino.
Tras el almuerzo, el peregrino se instala en una
terraza del Espolón a ver pasar la vida y disfrutar
de una copita que aún queda mucha tarde por
delante.
Resulta obligado comenzar la visita por la
catedral, máxima expresión del gótico en España;
el peregrino sella la credencial y se lleva la
agradable sorpresa de que por ser domingo la
visita es gratuita; como buena madre ¡qué
generosa es la Iglesia!.
La catedral se va restaurando, poco a poco, con el
dinero de todos y algo, poco, de algunas entidades
privadas pero, eso sí, para ver el resultado a pagar.
Dejando lo anterior al margen merece la pena la
visita para contemplar la riqueza allí acumulada
con el esfuerzo de tantas generaciones y pasear
por aquellas grandiosas naves. Allí se rezó, se rió,
se lloró y tambien, más de una vez, entre murmullos, se conspiró y se decidió el poder en Castilla.
El peregrino se ha tomado su tiempo para la visita
pero aún le queda Sta. Agueda, la antigua Sta.
Gadea do juran los fijosdalgo allí toma juramento
el Cid al rey castellano ... ; leyenda ó verdad, al
peregrino siempre le impresionó, desde sus años
de bachillerato, esa actitud de un súbdito ante el
poder.
En esa visita el pensamiento surge de inmediato
¿Queda alguien en España capaz de mantener, de
esa manera, sus principios ante el poder consciente de las consecuencias que de esa actitud se
van a derivar?.
Ha sido una bonita jornada para el peregrino: una
mañana muy agradable para caminar; el triunfo de
un paisano por tierras del Danubio y la visita por
la ciudad del Condestable.
Sólo queda reponer fuerzas y a dormir.
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