¿CÓMO FAVORECER EL DESARROLLO SEXUAL Y AFECTIVO DE NUESTROS HIJOS? INTRODUCCIÓN El tema de la sexualidad y el afecto, como otros tantos de gran importancia en la vida de cualquier ser humano, se han dejado al azar. Por tradición el sexo se veía como un instinto peligroso, se pensaba que no se debía ofrecer a los niños ni a los adolescentes los más elementales conocimientos y por su puesto era necesario impedir cualquier manifestación sexual por parte de ellos. Muchos padres consideraban que sus hijos serían heterosexuales y se iban a ajustar a la vida sexual de pareja de manera instintiva, de forma mágica, por ello no se les brindaba la oportunidad de aprender de la sexualidad y el afecto sino hasta después de casarse. Ellos presuponían que los seres humanos tenían un instinto poderoso que los conduciría a un adecuado comportamiento sexual y afectivo. Actualmente se reconocen la sexualidad y el afecto no como asuntos para evitar o reprimir sino como aspectos fundamentales de la vida, que necesitan ser aprendidos de forma coherente, hacia la búsqueda de personas con capacidad para construir relaciones afectivas y de pareja saludables. En la actualidad los padres de familia se ven enfrentados a un importante reto como lo es la educación sexual y afectiva de sus hijos. En la familia se estructuran los valores, actitudes y comportamientos fundamentales para que los hijos consigan crecer de forma sana y armónica a pesar de las actuales circunstancias. Quizás ahora, más que en otras épocas, los adultos necesitamos educar en estos aspectos lo más pronto posible. Los niños y adolescentes de hoy precisan recibir información de primera mano ojalá antes que los medios de comunicación y otras fuentes de información los avasallen con información distorsionada o perturbadora. Una educación sexual adecuada incluye la transmisión de los valores familiares, mediante información clara, transparente, libre de mitos y prejuicios nocivos, que se ajuste al nivel cognitivo del niño. Es en el hogar en donde se puede neutralizar la influencia que presentan los mensajes negativos o malsanos, muchos de los cuales trastornan la tranquilidad al joven y su desarrollo sexual o su futuro afectivo. Es en la familia en donde ellos pueden hacer de su sexualidad y afecto un nicho válido para alcanzar una existencia emocionalmente equilibrada. Quienes reciben educación sexual cuentan con mejores posibilidades de comprender los cambios que experimentarán en su cuerpo y en sus estados de ánimo a través de los años, así como mejores posibilidades para relacionarse adecuadamente con los demás. Contarán con mejores herramientas para tomar decisiones en el futuro, con respecto a su sexualidad en busca de alcanzar una vida sexual y afectiva más saludable. Reconocerán con mayor facilidad aquellas situaciones de riesgo que puedan atentar contra su integridad física o emocional.