ACTITUDES EN EL SERVICIO A LOS POBRES

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Nuestras actitudes en el servicio a los pobres.
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Sor Alicia Margarita
Cortés Cázares
Motivación: El servir a los pobres sigue teniendo hoy sentido. Pero el alma
vicenciana tiene que preguntarse: ¿qué sentido tiene hoy servir a los pobres?
¿Cuáles son las exigencias de ese servicio para quien se deja inspirar por San
Vicente de Paúl?1
1. Introducción
Sin duda alguna que hay muchas maneras de tratar este tema que me han pedido
comparta con ustedes. Yo lo hago con gusto y mi enfoque será el vicentino.
Quiero pues desde la doctrina de San Vicente y desde mi experiencia de servicio
a los pobres en la sierra de Guerrero (México), ofrecerles algunas reflexiones que
puedan ayudarles en su valioso servicio a los pobres, y en su tarea
evangelizadora a las familias que realizan a través de la visita de la Virgen a los
hogares de sus comunidades.
Entre las muchas recomendaciones de San Vicente a las Señoras de las
Caridades, a los Misioneros y a las primeras Hijas de la Caridad, está la de
preguntarse con frecuencia ¿Qué haría Jesucristo en mi lugar? Sin duda las
técnicas de comunicación podrían sugerir un buen número de estrategias que
favorezcan la empatía con los demás. En nuestro caso como seguidores de
Jesucristo queremos preguntarle a Él también ¿Cómo harías Señor este servicio?
¿Cómo dirías este mensaje?
No basta ir a los pobres, hoy son muchas las personas que las atienden en
distintas oficinas gubernamentales y no gubernamentales, distintos grupos
religiosos se ocupan de las necesidades de los pobres. Lamentablemente toda esa
acción aún no es suficiente por la cantidad y variedad de situaciones en que viven
o sobreviven los pobres.
Ahora queremos fijarnos en lo que hace de nuestra presencia en el mundo de los
pobres algo especial, distintivo, propio. Empecemos por eso que llamamos
actitud, ésta es una disposición interna ante una situación determinada, aquello
que sin decir palabra alguna logramos transmitir con nuestros gestos, posturas e
incluso silencios; mucho más con nuestras acciones.
En el Evangelio vemos a Jesucristo enseñando de palabra y de obra, podemos
decir también que con sus actitudes personales y las que expresa en sus
parábolas. Miremos el relato del buen samaritano, la dracma perdida, las
curaciones, los diálogos con la samaritana y Nicodemo…En ellos encontramos la
1
CORERA Jaime, Servir a los pobres es ir a Dios, Ed. La Milagrosa, Madrid 1999, pág. 93
clave para aprender las actitudes típicas de nuestra vocación cristiana, como lo
hicieron la Virgen María y San Vicente.
2. Haciendo memoria
Para San Vicente los pobres son su razón de ser, no conforme con eso encontró la
manera de que quienes compartieron con él esta misma razón la descubrieran y
les impulsara hasta el final. Dejemos que esas palabras resuenen en nuestras
mentes y corazones. Se trata de la conferencia del 16 de marzo de 1642 a las
Hijas de la Caridad sobre el servicio a los pobres enfermos.
“El primer motivo, dijo una hermana, es que los pobres tienen el honor de
representar a los miembros de Jesucristo, que considera los servicios que se les
hacen como hechos a él mismo, El segundo, que las almas de los pobres tienen
en sí la imagen de Dios, y por consiguiente tenemos que honrar en ellos a la
Santísima Trinidad. El tercero es la recomendación que el Hijo de Dios nos ha
hecho con sus palabras y ejemplos; para demostrarles a los discípulos de san
Juan que era el Mesías, les dijo que los pobres eran evangelizados y los
enfermos eran curados. El cuarto es que ayudar a que se salve un alma, es
cooperar en el cumplimiento perfecto de los planes de Dios en la muerte de
Jesucristo”.
Los motivos son la semilla de las actitudes, de ahí que necesitemos poner mucha
atención en ellos. Servir a los pobres implica desarrollar actitudes integradoras,
incluyentes y globales. Actitudes de discernimiento, de gratuidad y desinterés.
Permítanme decir una palabra sobre cada una de ellas:
Actitud integradora
Manifestar que servimos a los pobres corporal y espiritualmente es aceptar el
compromiso de que buscamos que toda su persona sea colmada de bien, no
separamos las realidades humanas como si alguna fuera más importante que la
otra, acudimos a las necesidades que los pobres manifiestan.
Actitud incluyente y global
A toda clase de pobres y en cualquier lugar, no hay frontera cuando se trata de la
caridad, del amor de Dios y por el amor de Dios.
Hoy como en otros tiempos la humanidad se mueve entre dos posturas, la
defensa de lo particular y la inercia de la masa, lo verdaderamente humano es
aquello que nos humaniza poniéndonos en armonía con nosotros mismos, con el
mundo y con los demás.
“…si hay algunos que crean que están para evangelizar a los pobres y no para
cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les
diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras,
nosotros y los demás, si queremos oír esas agradables palabras del soberano
Juez de vivos y de muertos: «Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que os
está preparado, porque tuve hambre y me disteis de comer; estaba desnudo y me
vestisteis; enfermo y me cuidasteis» Hacer esto es evangelizar de palabra y de
obra; es lo más perfecto; y es lo que nuestro Señor practicó”2.
Actitud de discernimiento
Las situaciones y contextos que rodean el quehacer de quienes sirven a los pobres
son numerosos, quien acepta la llamada para emplearse en el servicio de los
pobres necesita ejercitarse constantemente en distinguir la voluntad de Dios, san
Vicente lo expresa cuando señala no adelantarse a la Providencia ni perderla de
vista.
El criterio que rige este discernimiento es la prioridad del servicio a los pobres,
afectiva y efectivamente, ante la gama de compromisos que matizan la vida
personal, familiar, grupal y de Asociación. El esfuerzo es por lo tanto a todos los
niveles y en espíritu de comunión.
Actitud gratuita y desinteresada
La filantropía es un nivel de caridad, amor a los hombres, amor a la humanidad.
Nosotros buscamos ciertamente amar a la humanidad, en sus miembros más
sufrientes porque creemos que en ellos está presente nuestro Señor Jesucristo,
queremos amar y servir a los pobres como signo de que el Reino de Dios
proclamado por Jesús de Nazareth sigue en marcha; para ello la gratuidad y el
desinterés han de marcar profundamente las acciones que emprendemos a favor
de y con los pobres porque de ello se trata el año de gracia que se extiende
mientas vivimos en este mundo compartido.
3. Servir a los pobres es relacionarse con ellos
Servir a los pobres es un don, es una tarea; hemos de cuidarlo y protegerlo de las
ocasiones que amenazan reducirlo a moda o estrategia política, porque están de
por medio los hijos y las hijas muy queridos de nuestro Padre Dios.
El encuentro directo y personal con que acudimos a los pobres es el sello de
calidad. Conocemos su nombre, su historia, su contexto; esto es nos interesamos
por cuanto les sucede y para ello procuramos o al menos hemos de esforzarnos
por ir a su encuentro preparándonos humana y profesionalmente.
“Ved, hermanos míos, cómo lo principal para nuestro Señor era trabajar por los
pobres. Cuando se dirigía a los otros, lo hacía como de pasada. ¡Pobres de
nosotros si somos remisos en cumplir con la obligación”3.
Se necesita una cierta competencia profesional
2
3
SVP ES XI, pág. 393
SVP ES XI, pág. 56
Servir a los pobres efectivamente implica desarrollar las aptitudes que nos
pongan en condición de ofrecerles respuestas a sus problemas, no se trata
únicamente de buenas intenciones y deseos de hacer el bien. Los pobres también
tienen derecho a recibir lo mejor de todos y especialmente de quienes ostentamos
indignamente ser vicentinos.
Recordemos algunas recomendaciones de San Vicente referentes a la preparación
académica:
1.° Estudiar sobriamente, queriendo saber sólo las cosas que nos conciernen
según nuestra condición.
2.° Estudiar humildemente, esto es, sin querer que se sepa ni que se diga que
somos sabios; no querer estar por encima de los demás, sino ceder a todo el
mundo. ¡Ay, padres! nos dijo , ¡quién nos diera esa humildad, que es la que nos
sostendrá!
3.° Hay que estudiar de forma que el amor corresponda con el conocimiento4
Saber escuchar
La escucha es la virtud que nos permite acoger al otro tal como él es. San Vicente
fue un maestro de la escucha, porque puso en primer lugar la humildad, que
considera a los demás como un regalo e instrumentos de la salvación de Dios
para sí mismo.
Las necesidades de los pobres, sus sufrimientos aunados a nuestros grandes
deseos de ayudarlos, han de afinar nuestro oído, nuestra escucha. Se trata de
servir efectivamente y esto no significa hacer cosas buenas, sino responder con
fidelidad y respeto a lo que ellos solicitan. Se trata de realizar para todos y en
cada uno la voluntad de Dios, es eso lo que está en juego, en ella está nuestra
felicidad verdadera.
Nuestra época esta marcada por el ruido que genera la prisa, la urgencia de las
llamadas, la lentitud de los procesos, el bombardeo de la mercadotecnia que a
veces dificulta darnos tiempo de escuchar y atender serenamente. Necesitamos
aprender a vencer esos obstáculos pues de ello dependerá nuestra fidelidad a
Jesucristo. La oración y los exámenes particular y general favorecen
indudablemente esta actitud ante Dios, ante nosotros mismos y ante los pobres.
Mantener la discreción y despojo
El sufrimiento de los pobres es sacramento de la pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. La delicadeza en el uso que hacemos de lo que nos confían llega las
más de las veces, a trasformarse en prueba de confianza, en señal de que
verdaderamente somos testigos del amor de Dios para ellos.
4
SVP ES XI, pág. 50-51
En el libro del Éxodo leemos las palabras que le dirige el Señor a Moisés cuando
éste quiere acercarse a la zarza que arde y no se consume “…quítate las
sandalias porque el lugar que pisas es sagrado” (Ex 3, 5)
Servir desde la comunión
Vicente de Paúl se distinguió por su habilidad, su arte para unir fuerzas y
corazones a favor de los pobres, hoy a eso le llamamos articulación, trabajo en
red. Es impensable ofrecer a los pobres un servicio que tiene tras de sí envidias,
rivalidades, en una palabra desunión. En el evangelio según san Juan nuestro
Señor pide al Padre que sus discípulos vivan unidos, esta unidad
comprendámosla en tres dimensiones: con nosotros mismos, entre nosotros y
Dios. Esa es la señal para que el mundo crea en Jesucristo, lo conozca y lo ame
(Cfr Jn 17, 21)
Lee, reflexiona y comparte
¿Deseamos servir a los pobres? ¿Por qué?
¿Cuál de las actitudes mencionadas representa un serio desafío para nosotros?
¿Qué haremos para vivir más “vicentinamente” nuestro servicio a los pobres?
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