Obviamente, en los años dorados, más o menos dorados, podíamos ... descuidara— algo más. Podíamos estudiar, trabajar, ir de acá...

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Ser más políticos que nunca
Obviamente, en los años dorados, más o menos dorados, podíamos descuidarnos —quien se
descuidara— algo más. Podíamos estudiar, trabajar, ir de acá para allá, ver televisión
—internet no estaba en los hogares—, salir con los amigos desenfadadamente, saltar, bailar,
proyectar cosas, reír y solazarnos con todas esas cosas que la vida nos pone al alcance; la
mayoría éramos afortunados y los infortunios sólo venían, pues eso, de la mala fortuna
personal, de los accidentes desagradables; o todo lo bueno se interrumpía con la interrupción
de la vida misma. Casi bastaba con ser políticos unos cuantos días antes de la visita a la
mesa electoral.
Pero, ahora, las cosas han cambiado en cuestión de pocos años. La verdad es que los que
estudiábamos filosofía, por ejemplo, lo veíamos venir: eran muchos los estudiosos que
defendían que el capitalismo deshumanizaba, al preocuparse más por el ´tener´ que por el
´ser´, que estaba devorando conciencias y aun al mismo planeta. Estas cosas no se podían
decir en cualquier momento, porque entonces el filósofo pasaba a ser un cuervo, un
aguafiestas. Sin embargo, hete aquí que la fiesta se ha aguado: y no la ha aguado el filósofo
precisamente, sino aquellos que han estirado al máximo las posibilidades del capital.
Claro, y cuando no es fácil trabajar, ni divertirse mucho, por lo menos bastantes ya; cuando la
risa ya no es gesto fácil para bastantes... entonces es necesario pensar, se piensa casi sin
remedio y se ha de ser político a la fuerza; no unos días antes de ir a la mesa electoral, sino
cada día. Se ha de volver la mirada hacia la polis, más allá de las cuatro paredes y del círculo
donde uno se solaza, para preguntarse: ¡qué narices (bien se entiende que no cito otro órgano
por decoro) pasa para que todo no siga igual que antes! Y entonces se ha de tomar
conciencia, por aquello de si uno puede hacer algo por volver a vivir en condiciones
favorables, o incluso en algunos casos bien dramáticos, hacer algo por seguir comiendo, sí,
comiendo.
Claro que hay que volver a ser políticos, como esos ciudadanos de hace veinticinco siglos en
la misma Grecia que hoy está tan denostada; volver a salir al ágora, a la plaza pública y
manifestarse, y hablar entre todos, hacerse oír y aun decidir: bendito 15M que nos ha
enseñado que todavía el ciudadano, el político más genuino, puede hacerse oír.
Yo preguntaría: hasta cuando la ciudadanía no consciente va a seguir colgada de la tele o
incluso de Internet (que ahora sí está prácticamente en todos los hogares); hasta cuando
Internet va a seguir siendo boba distracción de chascarrillos y pornografía barata y se va a
generalizar como herramienta de pensamiento libre, que permita que alcemos todos un clamor
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Ser más políticos que nunca
insoslayable, contra los que, ciegos, miran sólo a su ombligo y su bolsillo intentando negar la
evidencia de que hay que parar y repensar las cosas, y ponerse decididamente a la tarea de
construir un orden nuevamente humano. Ya sabemos que la felicidad, y más tomada
colectivamente, es algo que sólo puede venderse en claves míticas -vaya, que parece no ser
de este mundo-, pero al menos un orden más justo, como lo intentaba ser en los 80 por
ejemplo y casi se conseguía.
Por supuesto, seamos políticos y tomando buena conciencia, no enajenados; y vayamos a las
urnas con los deberes hechos; y salgamos a la calle, cada vez más personas: que se enteren,
que no lo tienen tan fácil.
Creo que eso va a suceder. No lo creo por mera cuestión de fe, sino porque está empezando a
ocurrir y porque parece fácil deducir que si las cosas siguen por el camino que todos vemos
terminaremos despertando todos. Claro, que más vale ir despertando espontáneamente que a
trompicones. No un despertar más o menos violento; porque lo que se anhela no es incordiar,
sino justicia: algo tan evidente como que unos cuantos no tengan —o, a lo peor, tengamos—
en un puño a toda la humanidad.
¿Me equivoco? En más de un momento de este discurso, afortunadamente la tarea de pensar
no está sólo a mi cargo: hemos de desarrollarla todos: los que deseamos que este mundo sea
justo y sea habitable para sus 7.000 millones de habitantes; en definitiva, parafraseando a
aquellos pensadores de los años 60, que podamos ´ser´ los 7.000 millones de habitantes:
aunque ´tengamos´ menos: el planeta nos lo va a agradecer.
Y si para tal hacen falta unas cuantas ´cumbres´ hechas absolutamente en serio y no como
algunas del pasado en que todo acababa en anécdota e incluso apresamiento de ciudadanos
preocupados por un mundo mejor, pues vengan esas, las que sean, cumbres; y si para que
tales cumbres se lleven a efecto es preciso que masas ingentes de genuinos políticos, nuevos
atenienses de las actuales ágoras, se hagan a la calle, pues por mi parte sea, y sé que en el
fondo de tu corazón por la tuya también.
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/07/30/politicos/340616.html
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