La radiactividad medida en el agua y la leche supera... permitidos a unos cuarenta kilómetros de la central. Y ...

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¿Nucleares? No, gracias (La Opinión, 8/04/11)
La radiactividad medida en el agua y la leche supera en más de tres veces los niveles
permitidos a unos cuarenta kilómetros de la central. Y las verduras presentan concentraciones
radiactivas de unas treinta veces las permitidas. Por si todo esto fuera poco, se ha detectado
contaminación radiactiva en cinco purificadoras de agua en Tokio y existe ya preocupación en
Corea y China de que la nube lleve cantidades no desdeñables de radiactividad a estos
países. Estamos otra vez ante una catástrofe ecológica y social ya inevitable. ¿Es necesario el
uso de la energía nuclear? ¿debemos asumir este altísimo coste?
Fukushima se produce en pleno auge del discurso de los sectores más pro-nucleares, que
apoyados en la necesidad de reducir la emisiones de CO2, presentan a la nuclear como una
opción eficaz para luchar contra el cambio climático. España no se ha mantenido al margen de
esta ofensiva pro-nuclear que ha llevado al Gobierno a matizar sus posiciones iniciales en
esta materia, e incluso a prolongar la vida de la central de Santa María de Garoña, una
instalación gemela a la de Fukushima I.
Sin embargo, los principales problemas de la energía nuclear, la residuos y la seguridad de las
centrales, siguen todavía sin tener solución. Y son su gran talón de Aquiles. En España
actualmente hay unas 3.500 toneladas de residuos de alta actividad, que podrían llegar hasta
las 7.000 toneladas. Se trata de sustancias que serán tóxicas durante cientos de miles de
años, y para las que no se ha encontrado solución satisfactoria en ningún lugar del mundo.
Una sociedad sostenible no puede ser compatible con formas de producción de energía
eléctrica que pongan en jaque a las generaciones presentes y futuras. Y la nuclear lo hace a
través del legado que deja durante miles de años en forma de residuos radiactivos.
En cuanto a la seguridad de las centrales, y a pesar del discurso tecnócrata de que todo es
controlable, no se puede garantizar el riesgo cero. Y es que una cosa es que la probabilidad
de que algo ocurra sea pequeña, y otra que no vaya a ocurrir. Fukushima es un buen ejemplo
de esto. Al final, situaciones improbables, producidas por catástrofes naturales o por fallos
humanos, ocurren. Y la diferencia, con respecto a cualquier otra tecnología de generación
eléctrica, es que la magnitud y alcance de las consecuencias de un eventual accidente es
infinitamente mayor y más grave en una central nuclear.
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¿Nucleares? No, gracias (La Opinión, 8/04/11)
Y la energía nuclear no puede ser la solución contra el calentamiento global. Se dispone de
medios mucho más efectivos y baratos para luchar contra el cambio climático y garantizar la
seguridad energética desde una perspectiva de responsabilidad y sostenibilidad: reducción del
consumo y apuesta decidida por las renovables.
Paradójicamente la nuclear en España hasta ahora lo que está haciendo es servir de freno al
desarrollo de las energías renovables, que sí contribuyen eficazmente a reducir emisiones de
gases de efecto invernadero. En varias ocasiones se han desconectado parques eólicos por
sobreproducción en la red, ante la imposibilidad de desconectar las centrales nucleares. Y esto
sin olvidar que la energía nuclear produce grandes cantidades de CO2 en la construcción del
reactor y en la extracción y transformación del uranio.
Nuevamente una catástrofe nuclear nos pone delante los múltiples riesgos asociados a la
energía nuclear y sus temibles consecuencias. Lo sucesos de Japón deben marcar un punto
de inflexión. Y los Gobiernos, y en particular el de España, debe extraer conclusiones de lo
ocurrido.
Es necesario el cierre progresivo de las centrales nucleares operativas en nuestro país, y es
necesario también retomar el apoyo institucional a las energías renovables. Vivir sin nucleares
es posible y deseable.
José A. Herrera Sánchez es Ingeniero Industrial. Miembro de Ecologistas en Acción.
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/04/09/nucleares-gracias/315039.html
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