Tema 8. Creo en Jesucristo, Hijo de Dios

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TEMA 8.- CREO EN JESUCRISTO, EL HIJO DE DIOS
1.- Nuestra experiencia
1.1.
NUESTRAS PREGUNTAS
Mirando el mundo y escuchando las noticias,
conociendo la debilidad de la humanidad, parece que todas las
personas debieran esperar una salvación, alguien que curara
todos los males. ¿Quién no desea encontrar una respuesta, un
al dolor, ”algo” que nos indique el camino de la verdadera
felicidad? La esperanza del hombre y la búsqueda de algo que
nos trascienda son inagotables y está presente desde los primeros signos de
civilización hasta nuestros días.
Sin embargo, la sociedad parece vivir como si Dios no existiera. Nosotros
mismos podemos pasar los días sin tener necesidad de mirar más allá de nuestra vida
ordinaria. ¿Realmente esperamos, necesitamos un Salvador?
1.2.
EL TESTIMONIO DE LA PALABRA Y DE LA IGLESIA
“Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Contestó Pedro: Tú eres
el Mesías, el Hijo de Dios vivo” Mt 16, 15-16
“Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre
como Hijo Único, lleno de gracia y de verdad” Jn 1, 14
2.- La propuesta de la Fe
2.1. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS
La Buena Noticia es el anuncio de Jesucristo, «el Hijo de
Dios vivo» (Mt 16, 16), muerto y resucitado. En tiempos del rey
Herodes y del emperador César Augusto, Dios cumplió las
promesas hechas a Abraham y a su descendencia, enviando «a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los
que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación
adoptiva» (Ga 4, 4-5). (Compendio nº 79)
Cristo es el momento cumbre de la historia. Dios interviene de
forma definitiva en nuestras vidas. Es la diferencia radical entre el
cristianismo y otras religiones: Dios viene en busca del hombre, se
hace uno de nosotros, toma nuestra carne, nuestra naturaleza. Y con ese acto de amor,
por pura voluntad suya, sin que nada mereciéramos, nos hace hijos suyos, partícipes
del Amor de Dios.
La Iglesia llama «Encarnación» al misterio de la unión admirable de la
naturaleza divina y la naturaleza humana de Jesús en la única Persona divina del
Verbo. Para llevar a cabo nuestra salvación, el Hijo de Dios se ha hecho «carne» (Jn
1, 14), haciéndose verdaderamente hombre. La fe en la Encarnación es signo
distintivo de la fe cristiana. (Compendio nº 86)
Dios se encarna en María, y con ello se hace a la vez verdadero hombre siendo
verdadero Dios. Al tomar esta “condición de esclavo” como leemos en la Escritura,
vive como nosotros toda la debilidad humana. Es igual a
nosotros, excepto en el pecado.
Su corazón ama como el nuestro, llora la muerte, se
alegra con los que le corresponden; su alma duda, sufre
tentaciones, soporta el hambre y la sed, le duelen las críticas y
los abandonos de los hombres… Pero su voluntad humana
sigue su voluntad divina, y busca siempre hacer lo que su
Padre quiere. Su unión con el Padre es continua, y nos muestra
con su vida cómo la nuestra puede hacerse siguiendo lo que
Dios quiere para nosotros, y amar como Dios nos ama. “Yo
soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por
mí” (Jn 14,6)
En la unidad de su Persona divina, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero
hombre, de manera indivisible. Él, Hijo de Dios, «engendrado, no creado, de la misma
naturaleza del Padre», se ha hecho verdaderamente hombre, hermano nuestro, sin
dejar con ello de ser Dios, nuestro Señor. (Compendio nº 87)
2.2. LOS NOMBRES DE CRISTO
Los distintos nombres que los Evangelios dan a Jesús nos enseñan quién es Él.
Principalmente lo conocemos por cuatro nombres: Jesús, Cristo, Hijo de Dios y Señor.
El Nombre de Jesús etimológicamente significa «Yahvé salva» y le fue
impuesto por voluntad expresa de Dios como se manifiesta en el anuncio
del ángel a San José y a la Virgen: «Le pondrás por nombre Jesús, porque
Él salvará al pueblo de los pecados» (Mt 1,20)
El nombre de Cristo en griego, y Mesías en hebreo,
significa "Ungido", "Mesías". Jesús es el Cristo porque "Dios
lo ungió con el Espíritu Santo y con el poder" (Hechos 10,38).
El nombre de Hijo de Dios significa la relación única y
eterna de Jesucristo con Dios su Padre. Este nombre fue muy
bien entendido por el pueblo de Israel, conocedor de la
Escritura, y le valió la condena a muerte: Él es el Hijo único
del Padre (cf. Juan 1,14.18; 3,16.18) y por tanto, Él mismo es Dios (cf. Juan 1,1).
El nombre de Señor significa la soberanía divina. Confesar o invocar a Jesús
como Señor es creer en su divinidad. "Nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ sino por
influjo del Espíritu Santo" (1 Corintios 12,3).
2.3. LO QUE NOS ENSEÑA LA VIDA DE CRISTO
Desde la encarnación de Cristo, toda su vida y a partir de entonces, será
siempre “Dios-con-nosotros”. Además, a lo largo de su vida hay momentos en los
que Dios se hace especialmente presente. A estos momentos los conocemos como los
Misterios de la vida de Cristo.
Toda la vida de Cristo es acontecimiento de revelación: lo que es visible en la
vida terrena de Jesús conduce a su Misterio invisible, sobre todo al Misterio de su
filiación divina: «quien me ve a mí ve al Padre» (Jn 14, 9). Asimismo, aunque la
salvación nos viene plenamente con la Cruz y la Resurrección, la vida entera de
Cristo es misterio de salvación, porque todo lo que Jesús ha hecho, dicho y sufrido
tenía como fin salvar al hombre caído y restablecerlo en su vocación de hijo de Dios.
(Compendio nº 101)
El Compendio se centra especialmente en seis momentos: El
Nacimiento, donde la gloria de Dios se manifiesta en la debilidad
de un niño. La vida oculta, Dios presente en los momentos más
ordinarios de la vida. El Bautismo, donde pasando por un pecador
más, hace presente la Trinidad y es manifestado “Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo”. Las tentaciones, donde
Jesús, el nuevo Adán, sigue la voluntad del Padre y anuncia la
victoria sobre la muerte. La transfiguración, manifestación de su
gloria en el Padre y de la Trinidad. La entrada en Jerusalén,
aclamado como Mesías por todo el pueblo.
Además, el Compendio hablará del principal Misterio, el Misterio Pascual, que es su
Muerte y su Resurrección.
Toda la vida de Cristo es Salvación. Cristo nos da la
Buena Noticia, nos invita a construir el Reino y lo manifiesta
ya presente entre nosotros. Nos llama a vivir la nueva vida que
Él trajo. Eligió a los Apóstoles y los envió, como nos elige hoy
a nosotros para que continuemos la predicación y la vida del
Reino de Dios”.
3- Reflexión y Diálogo
 ¿Qué supone para tu vida que Dios se haya hecho hombre?
 ¿Cuál es tu imagen de Cristo, qué nombre predomina en tu fe: Señor, Hijo de
Dios, Mesías, Dios-con-nosotros…?
 Dios se presenta con especial relevancia en los Misterios de la vida de Cristo.
¿Qué momentos de tu vida han sido reveladores de Dios?
4.- Desde la Fe respondemos
4.1. PROFESAR LA FE
Leemos juntos Jn 1, 1-14
4.2. HACER VIDA NUESTRA FE
 Concretamos un punto, un momento de nuestro día, en el que mostremos
que Jesús es Señor de nuestras vidas
 Cristo se hizo uno de nosotros, tomó nuestra condición humana.
Busquemos un momento en el que nos hagamos uno como los demás, en
actitud de servicio.
4.3. CELEBRAR LA FE
Repasamos y rezamos regularmente el Ángelus en comunión con toda la Iglesia.
4.4. ORAR CON LA FE
Padre de bondad,
Te bendigo y te alabo y te doy gracias
porque por tu amor nos diste a tu hijo Jesús.
Gracias Padre porque a la luz del Espíritu
comprendemos que Él es la luz, la verdad y el buen pastor
que ha venido para que tengamos vida
y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar
delante de ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre
pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Te doy gracias Espíritu Santo por la fe,
gracias por el amor que has puesto en mi corazón,
¡qué grande eres Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor.
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