Educación en “La República”

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Educación en “La República”
La educación tiene un papel fundamental en el funcionamiento de la
ciudad. Toda la estructura del estado descansa en la educación. Gracias a la
educación los ciudadanos van a poder ejercer la virtud, o sea, extraer de sus
almas, de su naturaleza, lo mejor. El hombre perfecto solo puede formarse
en un estado perfecto y viceversa.
“Sí como el individuo sólo llega mediante la educación a ser justo y a vivir una vida
moralmente buena, a gobernar las tendencias concupiscible e irascible con la razón, del
mismo modo sólo mediante la educación puede formarse una sociedad justa,
moralmente buena. Rigiéndose según la justicia, según la idea de bien (idea suprema en
la concepción platónica), la sociedad alcanza su máxima posibilidad, tornándose
perfecta y dichosa.”
Recordemos, que al contrario de los sofistas, Platón piensa que no se puede
enseñar cualquier cosa a cualquier alma. Su concepción de la educación no
se puede desligar del resto de su filosofía, de su metafísica, de su teoría del
conocimiento, de su antropología, de la ética, de la política. Para empezar,
educar es algo más que enseñar unos contenidos, es sacar del alma lo mejor
de cada uno y, lo debemos entender en varios sentidos. Por un lado, en
cuanto al nivel de conocimiento sobre la realidad que cada uno puede
adquirir y, por otro, en cuanto al gobierno de su alma y el dirigir a esta
hacia la virtud.
No todos somos iguales (diferentes clases de alma, mito de los metales) y
tanto el nivel de conocimiento que un individuo pueda adquirir como las
virtudes que pueda desarrollar van a ser distintos.
Cada uno tiene unas potencialidades (algo innato, tanto en cuanto al
conocimiento, como a las tendencias de carácter) y la educación va a
dirigirse a desarrollar estas.
En cuanto al conocimiento, si el conocimiento es recuerdo, la educación va
a facilitar el camino del recuerdo, pero, de ningún modo, va a ser posible
que el individuo recuerde aquello que nunca vio.
En cuanto al comportamiento, si las tendencias innatas de las almas son
diferentes, la educación va a facilitar desarrollar lo mejor de uno mismo, la
virtud o la excelencia, pero difícilmente podrá desarrollar aquello que, por
nacimiento, no se tiene.
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En “La República” vemos que la educación tiene un papel fundamental en
el diseño de esa sociedad ideal. Es en ese Estado donde los individuos vana
poder desarrollar lo mejor de sí mismos, descubierto y mejorado mediante
la educación. La educación, a su vez, permitirá descubrir e identificar la
calidad del alma de cada uno de los niños para, posteriormente, poderlos
dedicar a la función más adecuada para ellos.
Tanto la educación, como la singular y austera forma de vida, van a servir
para que aquellos que tienen por naturaleza las cualidades necesarias para
ejercer el poder, lo utilicen para el bien de la comunidad y no en un interés
propio y mal entendido. La corrupción de las almas no ha de ser posible
(para esta clase aparte) en esta organización política.
“La función que cumple la educación en una sociedad justa es la de formar, en primer
lugar, a los futuros gobernantes, educándolos en el amor a la verdad y al bien y en el
dominio de las pasiones. Como el alma individual debe guiarse por la razón, el cuerpo
social ha de dejarse guiar por aquellos en quienes prima la razón, los filósofos, y éstos
han de ser educados de modo tal que sepan armonizar las fuerzas que componen la
sociedad de acuerdo con los preceptos de la justicia. Además, debe educarse a los
guardianes o soldados, en quienes el alma irascible se destaca, y que siendo necesarios
para la subsistencia del Estado pueden poner a éste en peligro de no ser sumisos a los
dictados de los filósofos, hundiendo a la polis en una guerra intestina permanente. El
Estado, por tanto, encuentra en la educación el medio más idóneo para alcanzar su fin:
la justicia. De ella depende que logre o no su ideal.”
“La educación en la República correrá a cargo del Estado, en ningún caso a cargo de las
familias, para evitar las influencias negativas que suponen las narraciones que las
madres y las nodrizas cuentan a los niños pequeños. Los niños deben comenzar su
proceso educativo a través de actividades lúdicas, para lo cual los educadores de la
ciudad ideal elegirán aquellos juegos que consideren adecuados para desarrollar en los
niños la comprensión de las normas de los juegos y, con ello, un primer acercamiento al
valor y sentido de la ley. Las primeras enseñanzas que recibirán se centrarán en torno a
la poesía y la música.(…)
A lo largo de este proceso educativo algunos niños tendrán tendencia a abandonar sus
estudios, que les resultarán difíciles y aún odiosos, mientras que otros irán desarrollando
un entusiasmo cada vez mayor en torno al conocimiento. Los primeros pasarán a formar
parte de la clase de los artesanos, habiendo mostrado una mayor inclinación hacia el
contacto con lo material; los que persistan en sus estudios pasarán a formar parte de la
clase de los guardianes o auxiliares.
La perseverancia en el estudio, entre los que pertenecen a la clase de los guardianes,
pone de manifiesto que en el individuo predomina el alma racional, por lo que serán
éstos los elegidos para formar la clase de los gobernantes, quienes serán sometidos a un
proceso educativo que comenzará con el estudio de las matemáticas y terminará con el
estudio de la dialéctica, con el conocimiento de las Ideas. En el caso de que alguien
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perteneciente a la clase los gobernantes perdiera posteriormente ese interés por el
estudio y por el conocimiento, pasaría a formar parte de la clase inferior, la de los
auxiliares o guardianes. Lo mismo ocurriría con quien, perteneciendo la clase de los
guardianes, mostrara una mayor inclinación hacia el disfrute de los bienes materiales,
que pasaría a formar parte entonces de la clase de los artesanos.”1
Platón prescribe un modelo de educación para guardianes y
gobernantes.
La educación de los guardianes por parte del estado es una innovación
revolucionaria (Jaeger), que se va a defender posteriormente en la edad
moderna (la ilustración). Según el testimonio de Aristóteles, fuera de
Esparta, no existía en ningún lado una educación organizada por el Estado.
La educación de los guardianes debe cultivar el desarrollo de las cuatro
virtudes cardinales: la piedad, valentía, el dominio de sí mismo y la
justicia.
Recoge de los elementos básicos de la paideia (educación) griega: la salud
del cuerpo (gimnasia) y del alma (música). Ambos conceptos entendidos
en un sentido más amplio que en la actualidad. La descripción de la
educación de las clases superiores le sirve para evaluar la paideia griega.
Música, que quiere decir “el reino de las musas”, incluye un concepto casi
tan amplio como lo que hoy llamamos cultura. Incluye las artes literarias,
visuales y musicales. Desde los cuentos, los mitos, la literatura, poesía, el
arte dramático, hasta los cantos y las melodías. Pero Platón impone una
severa censura desde los primeros años sobre la literatura y la música
accesible para los jóvenes. Los jóvenes hasta cierta edad no deben ver nada
feo, ni vicioso. Rechaza todo relato que no tenga un contenido moral
adecuado. La educación debe cultivar la seriedad, el decoro, el valor y el
amor hacia la verdad. Cuentos y mitos, así dramas y obras teatrales contien
e una visión distorsionada de la realidad, más mentiras (meras apariencias)
que verdades. En ellos se estimula la mentira, el fraude, la injusticia y la
frivolidad; no pueden ser un buen ejemplo.
Así mismo se prohíben determinadas melodías consideradas decadentes.
Primero la formación espiritual y luego la física. La educación física
entendida como cuidado del cuerpo ha de ser austera. Los guardianes
deberán seguir una vida austera, pero no unas reglas tan severas como las
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que siguen los atletas en los entrenamientos. A estos se les somete en
excesivo a su dieta volviéndoles demasiado sensibles; los guardianes deben
adaptarse con facilidad a los cambios de comida, bebida y clima.
La finalidad de la gimnasia, por la que deben medirse todos los ejercicios
físicos, no es alcanzar la fuerza de un atleta, sino desarrollar el ánimo del
guerrero.
Así pues, música y gimnasia forman una unidad inseparable en la
educación: educación del alma y del cuerpo entendida como algo
complementario.
La educación del filósofo-gobernante
La educación no termina con la educación de los guardianes.
Los regentes del estado solo pueden salir de la clase de los guardianes.
Mediante una observación cuidadosa llevada a cabo desde la infancia, se
comprueba cuáles son los guardianes que poseen mejores cualidades y
mayores talentos. Se les pone a prueba con tentaciones de todas clases y
sólo quien durante décadas supera estas pruebas constata que tiene un
carácter fuerte e incorruptible esta destinado para la tarea de gobernar. El
gobierno de los mejores exige tanto las mejores aptitudes, o la mejor
naturaleza, como la mejor educación.
“Platón se representa al filósofo como un hombre de gran memoria, de
rápida percepción y afanoso de saber. Este hombre desprecia todo lo
pequeño, su mirada se remonta siempre al aspecto de conjunto de las cosas
y abarca desde una atalaya muy alta la existencia y el tiempo. (..) Es amigo
y pariente de la verdad, de la justicia, de la valentía y del dominio de sí
mismo. Platón cree en la posibilidad de llegar a realizar este tipo de hombre
por medio de una selección temprana e ininterrumpida, por obra de una
educación ideal y por la madurez de los años. (...) Platón hace hincapié en
la armonía de espíritu y de carácter.. (...) Las almas mejor dotadas
degeneran más que las vulgares cuando una mala pedagogía las corrompe.”
(Jaeger, pag. 666)
El filósofo es quien tiene el conocimiento del Bien, pero su destino final no
es la vida contemplativa; en la ciudad el filósofo está destinado a gobernar.
Mientras que la educación de los guardianes tiene como finalidad el
adquirir ciertos hábitos y costumbre, ciertas virtudes, o sea, se les educa en
el bien y la justicia; la educación del regente tiene como finalidad el
conocimiento mismo de la justicia y del bien. “Es la meta de su formación
especial, que debe ser, por tanto, una formación filosófica”.
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La educación de los filósofos va a consistir en una larga formación
espiritual, consistente fundamentalmente en el estudio de las matemáticas
como propaideia (“el preludio de la melodía que hay que aprender”) y
finalmente, la dialéctica (ver texto en moodle)
El futuro regente recibirá formación en la dialéctica desde los 15-20 hasta
los 35 años. Durante este periodo entrenará su inteligencia con la finalidad
de abarcar la realidad en una visión de conjunto, de llegar al Bien en sí.
Pero su formación no acaba aquí; pues seguirá otro periodo de estudios de
15 años (desde los 35 a los 50) en que el regente, ya formado
espiritualmente debe adquirir la experiencia necesaria en las cuestiones
prácticas de su cargo.
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