16 07 2011 aguer

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16–Julio-2011
REFLEXIÓN TELEVISIVA DE Mons. HECTOR AGUER
“EL CRISTIANO ANTE LAS ELECCIONES”
“En este año electoral algunos se preguntan cómo se orienta un cristiano
ante el hecho de las elecciones. Un cristiano o cualquier persona de buena
voluntad”
“Se me ocurre que podemos encontrar inspiración en un pasaje de la
Encíclica “Centesimus Annus”, de Juan Pablo II”.
“Dice así: “la Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en
que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y
garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios
gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto
mismo no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que por
intereses particulares o por motivos ideológicos usurpan el poder del estado”...
“Una auténtica democracia es posible solamente en un estado de derecho y
sobre la base de una recta concepción de la persona humana”.
Mucha gente vota de acuerdo a una tradición ideológica o partidaria que
ha heredado de su familia, aunque creo que cada vez son menos los ciudadanos
que deciden de esta manera en su opción electoral. Otros se dejan abrumar
quizás por la propaganda, que finalmente los convence: el que puede hacer más
propaganda y una propaganda que invada todos los medios posibles de
comunicación tiene alguna ventaja, porque siempre hay gente que se deja
convencer”.
“Me parece que la mayoría de la gente calcula si está un poco mejor o un
poco peor; finalmente, la cuestión se reduce a la situación económica personal y
familiar. No se especula demasiado, porque no se pueden estudiar las
estadísticas para establecer si el país ha progresado efectivamente, si además
de crecimiento económico se ha avanzado también en el orden de un desarrollo
integral. Actualmente se discute si hay más o menos pobres; desgraciadamente
la pobreza se ha convertido en una realidad crónica en la Argentina que parece
difícil de superar. Evidentemente influyen todas estas razones”.
“También hay algunos temas que, en un momento determinado, son o
pueden llegar a ser decisivos. Por ejemplo, desde hace varios años, la
inseguridad, o para decirlo mejor: la insoportable proliferación del delito. Se ha
dicho que la inseguridad es una sensación; muy bien, si la gente siente
fuertemente que el Estado no es capaz de custodiar vida y bienes de la
población, trata de producir un cambio valiéndose del voto”.
“Asimismo, una persona informada o que observa con interés la realidad
educativa nacional, advierte que el sistema educativo es un descalabro desde
hace años y que las sucesivas reformas lo han empeorado; es lógico que aspire
a revertir esa situación y examine qué fuerza política propone un proyecto
razonable y no más ideología”.
“Todas esas causales pueden ser tenidas en cuenta. Sin embargo, en el
texto que he citado, el Papa nos ofrece una visión más profunda. Dice que “una
auténtica democracia es posible solamente en un estado de derecho y sobre la
base de una verdadera concepción de la persona humana”.
“Podemos ver en estas palabras una invitación a no fijarnos sólo y
primeramente en el bolsillo, en la sensación de inseguridad o en otros temas que
son sin duda importantes, sino también en cosas que son, quizás, menos clara o
inmediatamente perceptibles pero que, a la larga, resultan decisivas en la
configuración del carácter nacional”.
“Se refiere en primer lugar al estado de derecho. Es un llamado de
atención sobre la importancia del bien común político, ahora bien, forman parte
de este bien común político las instituciones de la República. El estado de
derecho supone la división de poderes. Si en un contexto determinado el Poder
Ejecutivo avasalla al Poder Judicial, el cual no puede gozar de una auténtica
independencia, o si el Congreso se convierte simplemente en un eco de las
decisiones del Ejecutivo, no se puede decir que estamos en un verdadero estado
de derecho. Lo mismo se puede afirmar si cualquiera de los poderes del estado
manosea la Constitución o si falta la necesaria seguridad jurídica. El bien común
político es algo importante que debe ser tutelado, y su conservación y
mejoramiento debería ser una aspiración que influya en la elección de los
ciudadanos”.
“Luego el Papa habla de una recta concepción de la persona humana
como base de una verdadera democracia. Este dato tiene que ver con la
problemática cultural que se va imponiendo. La frase que he leído de la
“Centesimus Annus” procede del capítulo de la encíclica en que el Papa habla de
la relación del estado con la cultura”.
“Muchas veces, desde esta columna, yo he alertado sobre un proceso de
transformación casi inadvertida de los paradigmas culturales, del modo de pensar
y de sentir de la gente, que es provocado por la acción transversal de varias
fuerzas políticas pero que se ha hecho sistemático en los últimos años y que va
cristalizando en leyes contrarias al orden natural”.
“Lo que ha ocurrido el año pasado con la sanción de la ley del mal
llamado matrimonio igualitario es un ejemplo que debe alertar. Ahora amenaza
también, como un peligro inminente la legalización del aborto y los ideólogos
encaramados en posiciones de poder aspiran a mucho más. Esta transformación
inadvertida funciona de tal modo que la mayor parte de la sociedad se entera
luego de que ha ocurrido tal o cual cosa que no responde a sus convicciones más
profundas. Esto es algo que debe preocupar en el momento de emitir el voto”“Cualquiera de ustedes me podría argüir: ¿cómo nos enteramos de lo que
piensan los candidatos? En las listas para diputados, por ejemplo, tanto para el
Congreso nacional como para las legislaturas provinciales uno tiene que votar a
gente que no conoce. ¿Y qué piensa esa gente? Los partidos políticos antes se
preocupaban mucho por exponer sus plataformas, pero me parece que hoy día
ya no ocurre así. Es éste un problema muy serio, una grave deformación de la
democracia; la ausencia de un debate claro favorece que los ciudadanos sean
solicitados como clientes a ciegas de un mercado electoral”.
“Mi intención al evocar la enseñanza de Juan Pablo II ha sido sugerir que
no hemos de guiarnos sólo por aquellas “sensaciones” más inmediatas y
perceptibles, sino que debemos fijarnos también en las “sensaciones” espirituales
fundantes de las cuales depende el futuro de la sociedad argentina”
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