(Roma, 15 de abril de 2003) P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. Superior General de la Compañía de Jesús A todos los Superiores Mayores Querido Padre: La paz de Cristo! Con fecha 29 de junio del 2002 (2002/11) le comuniqué la decisión de crear una “Comisión de Hermanos” que ayudase en la ejecución de lo que se prescribe en el Decreto 7 de la Congregación General 34 y en los de las precedentes Congregaciones, sobre los hermanos en la Compañía. También le anuncié la composición de la misma, formada por diez hermanos pertenecientes a todas las Asistencias de la Compañía. Ahora deseo informarle de los resultados de la primera reunión de esta Comisión celebrada en Roma durante los pasados días 2 al 6 de marzo. El argumento del encuentro ha sido La promoción de la vocación de hermano en la Compañía y su formación. En un ambiente de serena esperanza y de gratitud al Señor por la vocación de hermano jesuita, hemos podido constatar que existen hermanos en todas las provincias y regiones de la Compañía pero el número decrece cada año. Así, de los 929 novicios que hay en este momento, sólo 38 son hermanos. La promoción explícita de esta vocación es, por lo general, muy escasa. Es cierto que, en nuestro tiempo, las dificultades para la acogida y el desarrollo de la vocación religiosa son comunes, pero algunas afectan más a la vocación de hermano. Con frecuencia los promotores vocacionales no saben cómo presentar esta vocación, o no les resulta fácil describir su identidad. Aunque en los últimos años ha crecido en todos sitios el aprecio y la integración de los hermanos en la vida comunitaria y en la misión apostólica de la Compañía, falta la definición de un modelo real y claro de identificación que pueda proponerse a los jóvenes que desean seguir al Señor en esta vocación. Son pocos los hermanos que forman parte de los equipos de promoción vocacional en las provincias o regiones. En general se puede hablar de que la vocación de hermano tiene escasa visibilidad. Reconociendo los impedimentos que para seguir la llamada del Señor existen en el ambiente cultural de nuestro tiempo, la Comisión ha hecho, sin embargo, algunas sugerencias en orden a promover la vocación de hermano. Desearía que las examinara y hiciera lo posible por llevarlas a la práctica en su Provincia o Región. Sería conveniente que, en el contexto de la corresponsabilidad de todos en el fomento de las vocaciones, como recomendó la CG 34 (D.10 n.2), los hermanos colaboren en la pastoral juvenil y vocacional, presentando explícitamente las características de su vocación en la Compañía; incluso formando parte del equipo de promotores de la provincia. Debe cuidarse de modo particular, la manera de presentar a los jóvenes la vocación a la Compañía, significando que no sólo el sacerdocio forma parte de ella, sino también la vocación del hermano; dando a conocer que los hermanos comparten la misma vocación y contribuyen a llevar a cabo la única misión de la Compañía (CG 34 D.7 n.3) y son llamados a realizar una vocación en sí misma “completa”. Es muy conveniente la presencia de algún hermano formado en las comunidades de formación y en las que acogen a quienes desean tener una experiencia de discernimiento vocacional. En los últimos años, siguiendo las orientaciones de las recientes Congregaciones Generales, ha crecido el interés por ofrecerles buenos programas formativos tanto en los aspectos humanos y pastorales, como teológicos y profesionales. Sin embargo, el número pequeño de hermanos, las diferencias de edad y formación con que llegan los candidatos, dificultan organizar un programa único; con frecuencia éste debe ser muy personalizado, con la riqueza de adaptación consiguiente, pero también con más facilidad para interrumpirlo. Es frecuente que los hermanos, al final de su noviciado, sean enviados a las comunidades y a las obras con demasiados encargos y responsabilidades, lo que les impide un estudio serio y sistemático, según el currículo de formación sugerido en el documento enviado a toda la Compañía Algunos aspectos de la formación: desde el Noviciado hasta el comienzo del Magisterio ( n.7) (28.12.1988) y en el Decreto 7 de la CG 34 ( nn. 14-19). Los hermanos necesitan unas condiciones favorables a fin de continuar su formación después del noviciado, de tal modo que puedan prepararse adecuadamente con programas que atiendan la dimensión humana, social, espiritual, teológica, pastoral y profesional (CG 34, D.7 n.17), asegurándoles además un buen acompañamiento espiritual. Sería de desear que aumentara el número de los hermanos que ya se han iniciado en la práctica de dar los ejercicios espirituales, de modo particular en la vida ordinaria; y, en general, que adquiriesen las habilidades propias para el trabajo pastoral, el lenguaje y la experiencia del discernimiento en orden al acompañamiento individual o de grupos. El citado Decreto (n. 17) sugería que durante estos años de formación vivan en las mismas comunidades de los escolares. Así se ayudará a su integración y se facilitará el disponer de los medios oportunos para su formación. Apoyado en las experiencias positivas que se vienen realizando en varias provincias y regiones, le ruego que, a fin de ponerlas en práctica, examine con atención estas recomendaciones, que repiten las ya hechas por la CG 34, como medios adecuados para expresar la unidad de vocación y misión del Cuerpo de la Compañía y, así, ayudar a los jóvenes a acoger los movimientos del Espíritu que los llama a seguir al Señor en la Compañía como hermano jesuita. En su momento le anunciaré la fecha de la nueva reunión de esta Comisión de Hermanos y el tema que será objeto de examen. Aprovecho esta oportunidad para desearle felices fiestas de Pascua. Con todo afecto en el Señor. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. Prepósito General Roma, 15 de abril de 2003