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EVANGELIZACION - MISIÓN - PASTORAL
Para comprender un poco mejor nuestra misión hoy en nuestra Iglesia particular de
Sonsón Rionegro, es necesario aclarar una vez más qué es lo que nos proponemos a la luz
de la Palabra de Dios, del magisterio eclesial y de nuestro plan diocesano de pastoral.
Empecemos por reconocer algunas situaciones:
EVANGELIZACIÓN.
¿Qué es evangelizar?
En la Sinagoga de Nazaret (Cf. Lucas 4,16-22) al comentar al profeta Isaías (Cf. 61,1-2),
Jesús expresa la plena naturaleza de su misión: Evangelizar. Lo mismo hace al responder a
los discípulos del Bautista (Cf. Lucas 7,18-23), y al terminar su misión en la tierra Jesús
convoca a sus apóstoles y a los que los sigan para enviarlos hasta los confines del mundo
para evangelizar como Él lo hizo (Cf. Mateo 28,18-20; Marcos 16,15; Juan 20,21-22 Hechos
1,8). Lo mismo sucede a los primeros discípulos y apóstoles: se sienten llamados y hasta
impulsados y movidos a evangelizar (Cf. Romanos, 15,16); I Corintios 10,17).
En la misión evangelizadora de Jesús existen aspectos que se complementan: Jesús nos
revela a su Dios que está presente en todo el mundo y en toda la historia, no como un
conocimiento teórico o temático, sino que más bien nos comunica su experiencia filial, Él
es el único revelador del Padre y Él quiere que todos los hombres y mujeres del mundo en
todas las épocas de la historia vivamos también la misma experiencia de Dios, de forma
semejante a la suya.
Evangelizar quiere decir entonces, anunciar, proclamar, gritar, testimoniar con todas
nuestras fuerzas que “en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado se
ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de
Dios” (E.N. 27)
¿A quienes se evangeliza?
Para comprender este punto es necesario que aclaremos:
1. Para los que sí. Existen comunidades creyentes comprometidas, que ha dado una
respuesta positiva al evangelio y se puede decir que son discípulos misioneros,
siempre en camino, pero ya con una base sólida en la fe. Para ellos se realiza la
acción pastoral.
2. Para los que sí, pero ya no. Todos sabemos de la cantidad de bautizados que no
han dado su adhesión personal a Jesucristo. Son cristianos de intemperie, que lo
son por cultura y tradición pero no por opción fundamental, sin ningún
compromiso eclesial y aun moral. Sus expresiones se reducen a la religiosidad
popular sea semanalmente en la celebración eucarística dominical o en ocasiones y
en fiestas especiales. Creen y esperan en Dios pidiendo y esperando favores y
viven de reliquias como especie de talismanes religiosos. Para ellos se realiza la
nueva evangelización.
3. Para los que no. Existe un gran número de personas que ya no creen, porque han
perdido su conciencia católica, o porque no han recibido todavía el anuncio
explícito del Evangelio. Viven en la indiferencia frente al auténtico sentido
religioso y no creen ni esperan en lo trascendente. Para ellos se realiza la misión
“ad gentes”.
Es bueno que distingamos muy bien la diferencia que existe entre acción pastoral,
nueva evangelización y misión ad gentes.
¿Cómo se evangeliza?
Simplemente tomamos, para recordar, la enseñanza del magisterio, especialmente en la
Evangelii Nuntiandi y en Aparecida. Es un proceso con seis pasos que no son
consecutivos, sino que deben permanecer todo el tiempo del ministerio evangelizador.
1. Testimonio “Radiante” El evangelizador es ante todo un testigo, es decir que sus
palabras y obras están llenas del “poder del Espíritu Santo”. Toda su vida es
atrayente y presenta con claridad la presencia del Señor Jesús hoy entre nosotros.
2. Anuncio “explícito” de Jesucristo. Es lo que conocemos con el nombre de
KERIGMA o anuncio primero y fundamental de la buena noticia de Jesús muerto y
resucitado que invita a conocerlo y amarlo más, a aceptarlo como único salvador y,
a reconocerlo como único Señor, a quien se le entrega toda la vida: tiempo, bienes
dinero, esfuerzos, trabajos… El kerigma está conformado por el anuncio gozoso
del Evangelio; la buena noticia de las intervenciones salvadoras de Dios en la
historia, coronadas por el misterio pascual de Cristo (Cf. Hechos 2,14 39).
3. Conversión. Fundamentalmente es el cambio y transformación de la situación
personal y social. Es una verdadera “renovación vital” que le da a la vida un nuevo
y maravillosos sentido. No es meramente un cambio de actitudes, como podría ser,
entre nosotros “la conversión pastoral”, como buscando novedades en nuestra
acción ministerial, sino la búsqueda de nuevos paradigmas que asuman la
confianza en el Señor, nuestra propia situación personal y comunitaria como
presbiterio y las realidades presentes del mundo actual que nos retan y desafían.
4. Catequesis. Es la explicación de los contenidos del kerigma que se transmiten, no
como un conjunto de verdades para que se conozcan o memoricen, sino que es un
nuevo estilo de explicar con alegría el mensaje de Jesús que llena de felicidad plena
y profunda y colma las aspiraciones del corazón humano.
5. Comunión. Todo el proceso evangelizador tiene que llegar a la formación de
pequeñas comunidades que tengan viva conciencia de la presencia del Espíritu,
que escuchan y celebran la Palabra, su centro es la oración en común y muestran
un vivo sentido de fraternidad en virtud de la cual practican una generosa
comunicación de sus bienes, Entre sus miembros está abolida cualquier barrera
social, económica o religiosa, están excluidas las relaciones de dominio y se sienten
distintas del resto de la sociedad aunque son muy conscientes de su pertenencia a
ella.
6. Misión. Toda comunidad cristiana está llamada a ser evangelizada y
evangelizadora; al recorrer el camino del discipulado se va tornando en misionera
para completar así el proceso evangelizador que se reconoce en una comunidad
formada por discípulos-misioneros, audaces y valientes que confían siempre en la
obra de Dios en ellos y en el mundo.
MISION CONTINENTAL
El proceso evangelizador busca revitalizar el encuentro con Cristo y fortalecer el sentido
de pertenencia eclesial para que todos los bautizados pasen de ser evangelizados a
evangelizadores por medio de su testimonio y acción evangelizadora.
Por esto, la misión continental no es un momento coyuntural de una comunidad
parroquial, ni una semana de intensa acción pastoral, como tampoco la simple búsqueda
de los nuevos métodos de evangelización y misión. La Misión continental es un proceso de
cambio y de conversión que dura toda la vida, tanto en los evangelizadores como en los
evangelizados y que nos invita a todos a compartir la Vida que nos transmite Cristo (Cf.
R. Ms.11).
Este permanente impulso misionero se podría resumir en estas cuatro consecuencias
prácticas:

Aprovechar con intensidad esta hora de gracia, de novedad, de impulso del
Espíritu.

Implorar y vivir un nuevo y perenne pentecostés en todas nuestras comunidades
cristianas.

Despertar la vocación misionera en nosotros y en toda la comunidad, alentando
todas las vocaciones y ministerios que el Espíritu regala a su Iglesia.

Salir con audacia al encuentro de personas, familias, instituciones y pueblos para
comunicarles y compartirles el don del encuentro con Cristo, que ha llenado
nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y esperanza (Cf. D.A. 248).
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