Acidez ¿Un síntoma o una enfermedad?

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Acidez ¿Un síntoma o una enfermedad?
Generalidades:
Con el término acidismo se designa un síndrome (conjunto de síntomas y signos) que,
siendo de observación frecuente en clínica, está integrado por sensación de ardor
epigástrico (en la región conocida popularmente como “la boca del estómago”), pirosis
(sensación de agrura o quemazón retroesternal que puede llegar hasta la boca) y
regurgitaciones ácidas.
Es frecuente que estos enfermos, al mismo tiempo que el ardor, sientan sensación de
“dentera” y de que “la boca se les llena de agua”, debido esto último a un aumento de
la secreción de saliva (tialismo) como reflejo desencadenado desde un punto de
partida esofágico.
Las personas que sufren este síntoma, lo definen con diferentes términos de
aceptación popular, de entre los cuales, los más frecuentes son: hiperacidez,
estómago agrio, acedías, agrios, vinagres, vinagrera, flato ardiente, entre otros
muchos en dependencia del ámbito geográfico y/o cultural del que proceda el
paciente.
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En cualquier caso, la acidez es el síntoma más común de una serie de procesos que
afectan al aparato digestivo, y en concreto a una de sus estructuras, el estómago,
aunque por proximidad anatómica, también pueden llegar a estar afectadas otras
estructuras, tales como el esófago y/o el duodeno.
Es una opinión popular extendida,
que la sensación de acidez, en
términos generales, es debida, y
está asociada a la presencia en
mayor
cantidad
de
la
que
fisiológicamente es necesaria, de las
secreciones ácidas del estómago
(en concreto de ácido clorhídrico) en
el estómago, o el paso de dicho
ácido hacia otras partes del sistema
digestivo, en concreto el esófago
(cuando exista asociado reflujo
gastroesofágico)
Esto no es estrictamente cierto. La asociación de la acidez a un aumento del valor
acidimétrico del contenido gástrico en ácido clorhídrico o en ácidos de fermentación
elevados, no siempre es real en el caso de la sensación de acidez como síntoma de
un determinado proceso. Muchas de las personas que padecen acidez, tienen una
“acidez”, desde el punto de vista fisiológico – químico, normal o baja, y por el contrario,
existen no pocos casos de hiperacidez real sin acompañamiento del síntoma de
ardores.
Ya desde hace tiempo (Linossier) se diferencia entre la hiperclorhidria química sin
molestias (sólo diagnosticada por el estudio del jugo gástrico) y la hiperclorhidria
sensitiva, sin que en esta última, tenga que estar elevada la acidez del contenido
gástrico.
Tal es así, que se considera que, en muchos casos, la causa del acidismo y de la
pirosis, no se encuentra en el estómago, sino en la porción terminal del esófago, ya
sea por una mucosa muy sensible a los pasos del contenido gástrico – hiper o normo
ácido e incluso aquílico (con ausencia de ácido) -, o por alteración de su actividad
neuromuscular, la que ocasionaría una serie de ondas antiperistálticas ascendentes
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(conocidas como antidrómicas) que, a su vez, serían las responsables de la sensación
de nausea que se asocia a estos pacientes en ocasiones.
Estas ondas antiperistáticas, se observan en el reflujo gastroesofágico, ya sea de tipo
funcional, como en los casos de gastritis, úlcera gastroduodenal, colecistitis,
apendicitis, gestación, hiperpresión abdominal, etc, desapareciendo cuando se corrige
la causa; ya de tipo orgánico, como en el caso de la hernia hiatal diafragmática o la
gastrectomía extensa (resección quirúrgica del estómago), entre otras.
¿Cómo se siente la acidez según los procesos que la producen?
La acidez es una sensación de ardor (en ocasiones de dolor) localizada detrás del
esternón en su porción inferior o en lo que popularmente se conoce como “la boca del
estómago”, que puede estar localizada en dicha ubicación y/o extenderse de forma
ascendente en dirección al cuello, llegando incluso a la boca y/o la faringe.
Causas más frecuentes de la acidez de estómago
Son diferentes los procesos que pueden
provocar acidez gástrica y/o gastroduodenal,
tal y como ya se ha expuesto, pero algunos
de los más frecuentes, desde un punto de
vista clínico, se exponen a continuación:
•
Inflamación o irritación gástrica (gastritis),
que a su vez puede ser debida a
diferentes causas o entidades de tipo
médico y/o de hábitos alimenticios
•
Contracción
esofágico
•
Reflujo gastroesofágico
•
Hernia de hiato.
•
Medicamentos acidificantes o irritativos de
la mucosa gástrica como pueden ser la
aspirina,
los
antiinflamatorios
no
esteroideos y los corticosteroides, entre
otros.
•
Sustancias y/o alimentos que, per se, o
por un uso o consumo excesivo o
inadecuado, pueden llegar a ser irritantes
de la mucosa gástrica, de entre las cuales
podemos citar como más frecuentes, pero
no como únicas, el alcohol, algunas
especias, algunos cítricos, los picantes, el
café, el té, el tabaco, etc…
o
espasmo
Además hemos de considerar que las causas de aparición de acidez, pueden variar
según la edad y el sexo de la persona, así como también por situaciones de obesidad,
tos repetitiva, estreñimiento pertinaz, etc…, dada la incidencia de este tipo de
síntomas sobre otros procesos digestivos, alguno de los cuales ya han sido citados,
como por ejemplo la hernia de hiato.
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¿Es la acidez un problema serio?
En términos generales, la acidez no es un problema serio.
La acidez y el reflujo son muy comunes. El 10 por ciento de la población experimenta
estos síntomas por lo menos una vez a la semana. Como un dato de interés, y como
ejemplo, el 25 por ciento de las mujeres embarazadas experimentan acidez o padecen
otros síntomas relacionados a la acidez.
Aunque rara vez ponga en peligro la vida, la acidez frecuente o severa puede limitar
las actividades de la vida diaria y la productividad, así como llegar a desencadenar
complicaciones consistentes en “procesos mayores”, que incluso pueden llegar a
ocasionar hemorragias digestivas.
Sin embargo, la mayoría de personas pueden encontrar alivio siguiendo un programa
de terapéutico adecuado y específico, adaptado a las causas subyacentes que
provocan la sensación de acidez.
¿Cuáles son las complicaciones de la acidez y del reflujo a largo
plazo?
El reflujo “de ácido” a veces puede acarrear complicaciones serias. La esofagitis, una
inflamación del esófago que, de no tratarse, puede llegar a producir sangrado
esofágico, puede presentarse a consecuencia de la exposición frecuente del esófago
al ácido gástrico (principalmente clorhídrico)
Además, el esófago en su segmento distal, puede llegar a estrecharse parcialmente
interfiriendo con la capacidad de ingerir los alimentos, como resultado de una
inflamación repetitiva secundaria a la acción de la acidez por reflujo. Algunas personas
pueden llegar a desarrollar un proceso denominado esófago de Barrett, consistente en
un cambio en las células de tejido que reviste la parte inferior del esófago, que puede
llegar a incidir sobre un aumento en la posibilidad de desarrollar cáncer esofágico.
También pueden presentarse problemas pulmonares ya que le reflujo causa que el
fluido del estómago escape hacia los conductos respiratorios. Esto ocurre a menudo
cuando una persona, con este tipo de padecimiento, se acuesta inmediatamente
después de ingerir alimentos, pudiendo llegar a presentar, como síntomas de una
complicación, respiración jadeante, bronquitis y neumonía.
Otros procesos posibles causados por el reflujo gastroesofágico, entre otros, incluyen
inflamación de la garganta (faringitis consideradas como crónicas), de laringe
(laringitis) e inflamación y/o afectación de conductos respiratorios (bronquitis y
neumonías)
Tratamientos posibles de tipo general
El tratamiento médico de cualquier proceso, requiere la realización del estudio
correspondiente en búsqueda del diagnóstico cierto o más probable del mismo.
En cualquier caso, y de forma popular, está muy extendido el uso de productos
conocidos como antiácidos que, en la mayoría de los casos, son utilizados con
desconocimiento de su mecanismo de acción y del efecto que producen.
Por ello vamos a comentar, de forma muy sucinta, algunos de los más utilizados en
diferentes formas comerciales, sin exponer aquí el nombre comercial, sino el principio
activo y el efecto que producen.
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Tratamientos de tipo NO Medicamentoso:
Medidas generales para controlar la acidez (y en su caso el reflujo)
El primer consejo para controlar y corregir la acidez, y en su caso el reflujo, es el de
consultar con el médico para intentar llegar a un diagnóstico cierto y al tratamiento
específico de la causa subyacente.
En cualquier caso, las medidas de tipo general más frecuentemente recomendadas a
los pacientes con este tipo de proceso, sobre todo cuando existe un reflujo ya
diagnosticado, son:
•
Evite tumbarse después de comer hasta haber pasado un par de horas
después de haber finalizado la ingesta (en los casos de reflujo gastroesofágico
y, en concreto en procesos de hernia de hiato)
•
Eleve la cabecera de la cama por encima de los 10 cm, según la intensidad del
reflujo padecido.
•
Disminuya el peso si se encuentra en situación de obesidad o sobrepeso. El
aumento del abdomen, empeora el reflujo por incremento de la presión
intraabdominal.
•
Evite los hábitos tóxicos, entre los cuales, el de mayor importancia es el
consumo de tabaco. La tos repetitiva de los procesos respiratorios de origen
tabáquico, empeoran este proceso. El alcohol, cuando se abusa de él, o se
consume en forma de licores, es un elemento irritativo para el aparato digestivo
por sí mismo.
•
Evite realizar comidas copiosas. En su lugar, realice comidas más pequeñas y
más frecuentes, repartiendo la ingesta diaria en 5 tomas de alimentos al día.
•
Evite alimentos del tipo:
o
Chocolate
o
Café
o
Comidas en forma de fritos y/o con excesiva grasa
o
Productos de menta (por ejemplo, pastillas de menta, menta verde)
o
Bebidas con gas, y frutas o jugos cítricos
o
Salsa de tomate, ketchup, mostaza y vinagre
Tratamientos de tipo Medicamentoso:
Antiácidos “Neutralizadores del ácido” como acción principal:
Se pueden encontrar numerosos productos en forma líquida (soluciones o
suspensiones) o en forma sólida (comprimidos) que se expenden sin receta en las
oficinas de farmacia.
Su función es la de neutralizar (o tamponizar) el ácido en el estómago y pueden
tomarse según la necesidad para aliviar rápidamente la mayoría de síntomas de la
acidez. Como el efecto de estos antiácidos es de poca duración y éstos no previenen
la formación de ácidos y por consiguiente, de la acidez como síntoma, son menos
útiles cuando se trata de una acidez frecuente, repetitiva o severa.
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Los hay de dos tipos:
•
No Sistémicos
•
Sistémicos
NO SISTÉMICOS:
Al reaccionar con el ácido clorhídrico forman una sal que no se absorbe. Acción
más lenta y prolongada, por lo general sin efecto rebote.
Son productos representantes de este grupo:
•
Sales de Aluminio
•
Sales de Magnesio
•
Sales de Calcio
EFECTOS SECUNDARIOS:
Las sales de aluminio y calcio producen estreñimiento, y las sales de magnesio
son laxantes. Como la mayoría de los preparados con mezclas de sales de
aluminio y magnesio su efecto sobre la motilidad es imprevisible.
SISTÉMICOS:
Al reaccionar con el ácido clorhídrico una parte se absorbe y puede producir
efectos secundarios en el organismo. Suelen ser de efecto rápido pero con
efecto de rebote.
Representa a este tipo:
•
Bicarbonato sódico (Carbonato ácido de Sodio)
EFECTOS SECUNDARIOS de este tipo de productos:
Los efectos secundarios principales que podemos observar son:
Ö El Bicarbonato sódico y carbonato cálcico pueden producir efectos
generales y afectación de riñones.
Ö Las sales de aluminio (salvo los fosfatos) pueden ocasionar pérdida de
fosfatos.
Medicinas que aminoran la presencia del reflujo:
Son productos de prescripción médica y han de ser obtenidos con receta médica.
Se prescriben estos productos con la finalidad de mejorar la funcionalidad del esfínter
cardial (barrera entre el esófago y el estómago) o mejorar la evacuación del estómago,
buscando la disminución del reflujo de esta manera.
A veces estas medicinas son útiles, pero, por lo general, son menos efectivas que los
bloqueadores de ácido potentes.
Medicinas que bloquean la producción de ácido y asociaciones:
Estas medicinas tratan la hiperacidez y el reflujo, disminuyendo la producción de ácido
en el estómago y con ello, la salida del mismo desde este órgano. No actúan tan
rápido como los “antiácidos neutralizadores o tamponizadores”, pero son con mucho
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los más efectivos porque previenen el reflujo de ácido por muchas horas con una sola
toma del producto.
Son conocidos de forma genérica como inhibidores de la producción de ácido
clorhídrico, y consiguen su efecto actuando sobre receptores específicos que regulan
dicha producción, o sobre las fases finales de producción de dicho ácido. Por ello,
podemos decir que son dos los grupos principales de este tipo de inhibidores:
-
Los que actúan sobre los receptores H2 de las células parietales
-
Los que actúan sobre la bomba de retrodifusión hidrogeniónica, inhibiendo la
enzima H+ - K+ - ATPasa
Dos de los más eficaces, de los comprendidos en estos grupos, son los conocidos
(como nombre de su principio activo) como Ranitidina y Omeprazol.
La Ranitidina es un antisecretor gástrico de ácido clorhídrico a través de la actuación
sobre los receptores histamínicos H2 de las células parietales gástricas. Con su
empleo se disminuye la producción gástrica de ácido clorhídrico y se controlan los
síntomas de acidez y los efectos que, a largo plazo, puede tener ésta sobre el
estómago, el esófago y el duodeno. Existe un producto que es la combinación de
dicha Ranitidina con citrato monosódico y bicarbonato sódico como antiácidos. Dicha
combinación potencia la efectividad de la ranitidina, asociando al efecto inhibidor de la
producción de clorhídrico de ésta, la eficacia del citrato y el bicarbonato como
tamponizadores o neutralizadores de dicha acidez.
El Omeprazol actúa sobre la producción e integridad del moco protector gástrico, a
través de un mecanismo conocido como “barrera de retrodifusión hidrogeniónica.
En general, algunas de estas medicinas se pueden conseguir sin receta médica, pero
las más eficaces y de acción más prolongada han de ser prescritos con receta por el
médico.
Tratamientos de tipo quirúrgico:
Cirugía y otros procedimientos:
La mayoría de personas que padecen de acidez, pueden ser tratadas de forma
satisfactoria, tal y como ya se ha indicado, con productos medicamentosos (fármacos)
y con la realización de cambios en su estito de vida y en sus hábitos dietéticos.
Es posible que algunas personas, en pequeño número, necesiten someterse a algún
tipo de técnica quirúrgica, por ejemplo la fundoplicación (para ajustar el músculo distal
esofágico), ya sea porque las medicinas y medidas adoptadas de tipo específico no
sean efectivas, o porque se elija la cirugía como una terapia alternativa.
La cirugía no siempre es un éxito permanente, y además, puede causar
complicaciones. En los últimos años, se han desarrollado técnicas de endoscopia
menos agresivas para estrechar y adaptar la barrera del esófago - estómago. Sin
embargo, todavía se sigue determinando la seguridad y la efectividad de estas nuevas
alternativas de la cirugía actual.
En cualquier caso, antes de automedicarse, es recomendable visitar al médico
para establecer un diagnóstico lo más adaptado posible al factor causal del
proceso que estemos padeciendo, y con ello la prescripción de un tratamiento
etiológico, cuando esto sea posible.
Dr. A. Moreno y Villena
MV Salud
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